Olli Rehn, austero guardián del rigor

Tan popular en su país como temido en otras partes de Europa, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios prefiere, como buen finlandés, guardar un perfil bajo. Una actitud difícil de mantener, en el momento en el que las nuevas reglas en materia de control presupuestario hacen de él una figura clave en la gobernanza económica.

Publicado en 9 noviembre 2012 a las 16:37

Los políticos franceses desvían a menudo la culpa de las decisiones impopulares hacia "Bruselas". Ahora pueden decir también "Olli Rehn", lo que enriquecerá su vocabulario. Se conoce poco a este finlandés, vicepresidente de la Comisión, que se ha convertido en un actor clave en la gobernación de Europa. Su exposición del 7 de noviembre sobre las previsiones de crecimiento de Europa lo subraya. Modesto hasta conseguir pasar desapercibido, Olli Rehn no insiste sobre sus nuevas prerrogativas. "No tengo superpoderes", explica a Les Echos. "Respondo políticamente ante el Parlamento Europeo y toda mi legitimidad proviene del Tratado Europeo. Son los Estados miembros y el Parlamento quienes deciden reforzar la gobernación económica y mi tarea consiste precisamente en obligar a los Estados a practicar lo que predican".

Sin que la opinión [...] tome conciencia de ello, se está produciendo un claro giro en los últimos meses. Desde la reforma del Pacto de Estabilidad –las normativas, que entraron en vigor a finales del año pasado, del "six pack", como dicen en la jerga de Bruselas--, a la Comisión Europea le corresponde un papel esencial a los mandos de la economía. Cuando un país se sale de los topes de la ortodoxia económica (el 3% de déficit y el 60% de deuda pública) y no adopta medidas correctoras adecuadas, Bruselas puede imponer sanciones fácilmente. Y no cabe pensar en escapar del bastonazo: para oponerse, el Estado amenazado debe reunir una mayoría cualificada en el seno del Consejo, misión casi imposible.

Finlandés extrovertido

No es fácil, en efecto, cuando se es mal alumno, ir mendigando apoyo a unos y a otros. Además, los textos legales han confiado a la dirección general de Olli Rehn el objetivo de identificar los "desequilibrios macroeconómicos" que se producen en el seno de los Estados, como la pérdida de competitividad de Francia o los inicios de una burbuja inmobiliaria en los Países Bajos. Bruselas puede dirigir sus famosas "recomendaciones" y pedir a los Estados un plan de acción para corregir los desequilibrios. ¡Y todo eso no es más que el principio! En 2013, el papel supervisor de Bruselas se va a reforzar aún más con la entrada en vigor del pacto fiscal, que impone la "regla de oro". Por último, un texto legal, sobre el que aún se esta debatiendo en el Parlamento Europeo --el "two pack", hermano pequeño del anterior--, debe autorizar a Bruselas a dar su opinión sobre un proyecto de presupuesto en otoño, antes de que el correspondiente parlamento nacional lo adopte. "Atención, no es un derecho de veto, solo una opinión", reduce su importancia Olli Rehn.

Pese a la preeminencia de su puesto, Olli Rehn sigue ofreciendo un perfil bajo. Hasta la exageración. Hace poco se han publicado la agenda de citas de Tim Geithner, secretario del Tesoro de Estados Unidos. ¿A quién llama para hablar de la crisis del euro? En el primer semestre de 2012 se puso en contacto, cerca de veinte veces en cada caso, con Christine Lagarde, del FMI, o con Mario Draghi, del BCE. En cuanto a Olli Rehn, su teléfono ha sonado solo... cuatro veces. Esta discreción no sorprende verdaderamente a quienes conocían al que fuera encargado de la ampliación de la UE en la Comisión precedente. Olli Rehn nació en Finlandia y salta a la vista que eso imprime carácter. A los propios finlandeses, cuando están en Bruselas, les gusta explicar a sus interlocutores que la diferencia entre un finlandés introvertido y uno extrovertido está en que el primero mira sus propios pies y el segundo los de los demás...

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El dirigente sigue muy vinculado a su país de origen. Allá fue donde se fogueó, sobre todo como jefe de gabinete del Primer Ministro a principios de los años noventa. Hoy, en Grecia, en Portugal o en Irlanda, se vilipendia a los "men in black", los hombres de negro, esos altos funcionarios del FMI o de la Comisión que acuden allá para aplicar la medicina amarga de la austeridad. Pero, en aquella otra época, esos "hombre de negro" amenazaban con instalarse en Helsinki. "Finlandia conocía su recesión económica más grave. Sé qué es tener al FMI delante. En 1992, para cuadrar las cuentas, tuvimos que rehacer en unas semanas cuatro veces el presupuesto del año siguiente para evitar la ayuda internacional", cuenta Olli Rehn.

Poco dado a la homeopatía

Con regularidad, se le atribuye la ambición de optar a la presidencia de su país. Es allí una figura respetada y no pierde ocasión de recordar su amor a las tradiciones finlandesas, como la sauna.

A principios de octubre, para luchar contra el auge del partido populista de los "verdaderos finlandeses" y contrarrestar las reticencias de sus compatriotas a ayudar a los países del "Club Med" --los países mediterráneos--, escribió un libro, En el ojo de la tempestad, relato de la crisis del euro y alegato a favor de Europa. "Es mi contribución al debate sobre Europa en Finlandia", asegura este militante de primera hora de la UE. Hecho insólito, los beneficios de la venta del libro se destinaron curiosamente a equipos juveniles de fútbol. El fútbol es la gran pasión de Olli Rehn. "Gracias a ese deporte me familiaricé con Europa", explica este seguidor del Manchester United mientras desgrana los nombres de clubs europeos.

Tiene unas convicciones económicas bien arraigadas, más cercanas a las de Europa del Norte que a las de quienes piden que se compartan rápidamente las deudas mediante los eurobonos. Sigue siendo, tras haber pasado tres años en el frente de la crisis del euro, un partidario del rigor. El "señor 3%" no es muy sensible a los llamamientos de los políticos o economistas que reclaman que se suavice la política de austeridad. Los dos últimos estudios del FMI, que critican el efecto recesivo de la política del rigor, no le han convencido.

Poco dado a la homeopatía, el comisario prefiere las curas de caballo, que hacen sufrir pero sanan deprisa. En la torre de control de Bruselas contraponen así a Letonia, ya casi candidata al euro, a Grecia, que ha estado perdiendo el tiempo y necesita medicamentos cada vez más fuertes. Olli Rehn no cesa de repetir que el pacto fiscal dista de "ser estúpido" y deja margen a reconsiderar las cosas cuando hay recesión. Por otra parte, desde el verano, su oficina ha acordado demoras suplementarias a Portugal y España. Sí al caso por caso, no a una dilación general del esfuerzo: el comisario está preparado para todas las presiones políticas.

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