En Copenhague, Europa tenía una cita con la historia: la conferencia internacional sobre el cambio climático [(COP15)](http:// http://es.cop15.dk/) tenía lugar en su territorio, el cual presenta rendimientos bastante buenos en materia medioambiental y, hecho sorprendente, había conseguido transmitir una posición común y ambiciosa en cuanto a la reducción de las emisiones de CO2. Podría por lo tanto haber aspirado a un papel más importante en las negociaciones.

Sin embargo, Europa perdió su oportunidad: desde el inicio de la conferencia quedó claro que las discusiones iban a estar dirigidas fundamentalmente por Washington y Pekín, el “G2” de los países más contaminantes. Nicolas Sarkozy, Gordon Brown y Angela Merkel, así como los organizadores daneses, participaron, quizás con las mejores intenciones, de forma individual en vez de utilizar la palanca comunitaria. Frente al “G2” y a los países emergentes (Brasil, India y Sudáfrica), la presidencia sueca de la Unión no daba la talla y de hecho ese no era el cometido del presidente de la Comisión José Manuel Barroso. Y aunque el presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman van Rompuy, hubiera estado presente, seguramente tampoco hubiera cambiado gran cosa.

Resultado: desde el punto de vista del clima, el acuerdo obtenido después de mucho esfuerzo y sudor en petit comité no fija objetivos a largo plazo en materia de emisiones de CO2, prevé ayudas insuficientes para permitir el acceso de los países en desarrollo a las tecnologías no contaminantes y, sobre todo, no es vinculante para sus signatarios. Y se han emitido más de 46.000 toneladas de CO2 (según el gabinete Deloitte) en vano en doce días.Desde el punto de vista político, la primera potencia económica mundial, y sus 600 millones de ciudadanos dispuestos a esforzarse un poco más en nombre de las futuras generaciones, se ha quedado sentada en el banquillo. La lección que se puede sacar sigue siendo la misma: divididos, los europeos no cuentan mucho en el ámbito mundial. ¿Se han dado cuenta de eso sus dirigentes? G.P.A

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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.

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