“Siempre me ha gustado lo inaccesible. Mi mujer no es sumisa, sino todo lo contrario. Es la gilipollez esta del egoísmo que tienen muchos hombres… Nadie pertenece a nadie y lo que yo he hecho es desafiar este sentimiento para poder hacer lo que quería y cuando quería”.
Esta declaración la hizo Dominique Pelicot el 18 de octubre, durante una de las audiencias del proceso judicial que protagoniza; informa Marlène Thomas, en Libération.
“Es su mujer. Puede hacer con ella lo que quiera”. Esta declaración, recogida por Lorraine de Foucher en un artículo de junio de 2023 en Le Monde, es de Simon M., uno de los acusados en el juicio del “caso de las violaciones de Mazan”.
¿Se puede explicar mejor el patriarcado?
El “juicio por las violaciones de Mazan”
El llamado “juicio por las violaciones de Mazan” dio comienzo el pasado septiembre y se prolongará hasta final de año: de julio de 2011 a octubre de 2020, en esta pequeña localidad cercana a Aviñón (en el sur de Francia) Dominique Pelicot administraba Temesta (fármaco cuyo principio activo es el Lorazepam) a su mujer e invitaba a su casa a hombres que conocía por Internet para violar, junto a él, a su esposa.

La policía ha elaborado una lista de 83 agresores “gracias” al riguroso archivo de vídeos y fotografías de Dominique Pelicot, pero solo 50 han sido identificados.
Estos son los que serán juzgados junto a Pelicot. Faltan 32 en la lista.
Este proceso ha sido calificado de “histórico” porque muestra la conciencia de Francia; histórico también porque su alcance se extiende más allá de las fronteras nacionales (la prensa de todo el mundo está presente para contar lo que se dice en el Tribunal Penal de Aviñón) e histórico porque tiene lugar en el contexto del “post-#MeToo”.
En Krytyka Polityczna Aleksandra Herzyk escribe que el proceso muestra la “banalidad del mal” que a menudo se esconde tras el hecho de que la atención de los medios se concentra en los inmigrantes sin permiso legal y, sin embargo, no echa la mirada hacia “los hogares de las familias normales, los miembros respetados de la comunidad”.
Los acusados del caso Mazan son, en su mayoría, “padres de familia”, personas “normales”, “banales”: “Los 51 violadores son un crisol de la sociedad francesa. El más joven tiene 26 años y el mayor 73. Todos son de la región y viven cerca de la pareja. Muchos de ellos trabajan en el sector público: bomberos, militares, guardias de prisiones, enfermeros o periodistas. Otros son camioneros, empresarios y uno de ellos es concejal municipal. Algunos tienen trabajos precarios, otros se encuentran bajo tutela o ya han ingresado en prisión por violencia de género. Cinco se enfrentan a otra acusación más: al registrar sus ordenadores, la policía encontró grandes cantidades de imágenes de pornografía infantil”, explica de Foucher.

Otra característica que hace que este juicio sea histórico es la posición de Gisèle Pelicot, (divorciada de su marido en el momento de escribir estas líneas, sigue utilizando su apellido de casada para poder utilizar más adelante su apellido de soltera con mayor libertad), que ha querido que se celebre en audiencia pública:
“Si Gisèle declara estoica ante el tribunal es porque sabe que su calvario es el calvario de todas las mujeres, desde tiempos inmemoriales; siempre y en todas partes. Además de a los jueces, se dirige a la sociedad en su conjunto, como una víctima típica del patriarcado. Digan lo que digan los sensacionalistas, este caso no tiene nada de excepcional ni de inédito. Que un marido abuse de su esposa, que se la ofrezca a otros, que un hombre drogue a una mujer para poder utilizarla a su antojo, que una multitud de hombres se turnen para usar el cuerpo de una mujer, todo esto constituye el patrón habitual de la violencia patriarcal” escribe la filósofa Camille Froidevaux-Metterie en Le Soir.
“Quiero que todas las mujeres que han sido violadas puedan decir ‘Gisèle Pelicot lo hizo, nosotras podremos hacerlo’. No quiero que sientan vergüenza. Porque cuando nos violan, somos nosotras las que tenemos vergüenza, cuando son ellos los que deberían sentirla. No expreso ira ni odio. Expreso la determinación de cambiar la sociedad”, declaró Gisèle Pelicot el 23 de octubre.
El consentimiento en la definición de violación
Este juicio tiene lugar además después de que Europa (y las feministas europeas) hayan debatido durante mucho tiempo sobre el concepto del consentimiento dentro de la definición de violación, que culminó en la Directiva europea sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, que finalmente excluyó el artículo que pretendía definir la violación como la “ausencia de consentimiento”.
En un artículo de junio de 2024 para el International Journal of Law, Crime and Justice, las investigadoras Sara Uhnoo, Sofie Erixon y Moa Bladini identificaron hasta 20 leyes europeas basadas en el consentimiento, un cambio que comenzó en 2017.

“¿Podría ser la introducción del consentimiento una posible respuesta al juicio de Mazan?”, se pregunta el magistrado Denis Salas en Le Monde. “Los testimonios de la sala han puesto de relieve que la sociedad en general sigue sin tener una comprensión clara del concepto de consentimiento. El juicio ha abierto un debate sobre si se debe explicitar más la necesidad activa de un consentimiento dentro de la ley sobre la violación en Francia”, parece responderle la corresponsal del Guardian en París, Angelique Chrisafis.
En Polonia, una nueva ley, que debería entrar en vigor en 2025, ha redefinido el concepto de consentimiento, escribe Notes of Poland: una violación es una relación sexual sin consentimiento. Esto suscita dudas y críticas, subraya Hanna Kobus en Krytyka Polityczna, porque muchos (especialmente la extrema derecha) temen que socave la presunción de inocencia o aumenten las condenas falsas.
En Europa, se registraron más de 68 000 víctimas de violación entre 2021 y 2023 y más de 116 000 víctimas de violencia sexual, según los datos de la encuesta realizada por Patricia Devlin y Maria Delaney para Noteworthy y la Red Europea de Periodismo de Datos.
En la Bienal de Pensamiento de Barcelona (octubre de 2024) la filósofa española Clara Serra, conocida por su libro El sentido de consentir (Anagrama, 2024), también habló sobre el caso de Mazan. Informan sobre este debate Xavier de La Porte en el Nouvel Obs y el propio perfil de X de la filósofa: según Serra, el concepto de consentimiento “otorga demasiada importancia al ‘sí’” y lo que de verdad importa “es la posibilidad de decir que ‘no’”. En el caso de Mazan, muchos se justificaron diciendo que pensaban que estaban participando en un “juego de la pareja” al que Gisèle Pelicot habría dado su consentimiento: “Lo que el sistema ha de responder a los acusados es que aunque ella hubiera dado un sí –sea verbal o escrito incluso– eso no les exime absolutamente de nada. Porque lo que ninguno de los acusados no podía no saber es que ella no podría haber dicho en ningún momento que no”, concluye.
Además de Gisèle Pelicot, existe otra mujer que también ha sido violada, de la misma manera, por su marido y Dominique Pelicot, pero no ha interpuesto denuncia de los hechos, cuenta Kareen Janselme en L’Humanité. Añade que la “pareja” tiene cinco hijos, dos de los cuales viven todavía en casa, que la mujer no trabaja y que depende económicamente de su marido. En el juicio de Aviñón, por lo tanto, solamente ha declarado como testigo.
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