La financiación internacional de la lucha contra el cambio climático es como “el salvaje oeste”, como lo califica Romain Weikmans, investigador de la Universidad Libre de Bruselas.
Existen al menos seis razones principales por las que esto es así: no hay una definición consensuada de lo que se considera financiación para el clima, la contabilidad de la financiación para el clima no es uniforme ni transparente, parte de la financiación para el clima no está ayudando a abordar el cambio climático, la dependencia de los préstamos exagera los flujos de financiación para el clima, los países declaran dinero que puede que nunca se gaste y la financiación para el clima se utiliza para impulsar los intereses económicos de los donantes.
Esta lista procede de una serie de publicaciones de Josh Gabbatiss en Carbon Brief, junto con Vera Deleja-Hotko, Gustav Elfving, Lyse Mauvais y Sevilay Nur Saraçlar, probablemente el mejor punto de partida para quien quiera entender lo que hicieron (o intentaron hacer) los líderes mundiales durante dos semanas en Bakú.
Del 11 al 24 de noviembre, los negociadores de la llamada “COP del clima” se centraron principalmente en la suma que se iba a asignar para un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés), pero eso fue solo una parte de las muchas decisiones que tuvieron que concluir, hechas de palabras y frases minúsculas. Y el NCQG no fue el único punto que decepcionó a los observadores. La extraordinaria cobertura de Carbon Brief sobre las COP es un clásico y su resumen final, una lectura obligatoria.
Aparte de los sesudos análisis de los periódicos, otros periodistas siguieron las charlas e hicieron una gran labor explicando sus extraños obstáculos a los lectores que no son expertos en la materia.
Entre ellos se encuentra Ludovica Lugli, que escribió sobre el único logro positivo de la cumbre: vamos a dar una segunda oportunidad a los mercados de créditos de carbono. Lugli entrevistó a expertos del sector para Il Post, en un intento de desentrañar algunas de las líneas más bizantinas de la diplomacia climática.
“La finalización de las negociaciones sobre el artículo 6 es una señal importante para la aplicación del Acuerdo de París”, afirmaba Stefano De Clara, director ejecutivo de ICAP, una organización intergubernamental que trabaja en la mejora de los sistemas de reducción de emisiones. “Aunque la mayoría de los esfuerzos deben realizarse a través de medidas nacionales, los mercados internacionales de crédito, si se aplican correctamente, pueden ser un complemento esencial. En particular, para los países menos desarrollados”.
Otros mostraron cierto escepticismo, como Federica Dossi, de Carbon Market Watch, una organización de investigación sin ánimo de lucro que recibe financiación de la Unión Europea, quien afirmó lo siguiente: “Las salvaguardias introducidas presentan algunas lagunas, sobre todo en los mercados regulados por el artículo 6.2, debido a la transparencia y porque no se prevén consecuencias concretas en caso de irregularidades”.
Volvamos al panorama completo: Valéry Laramée de Tannenberg realizó un resumen de la COP29 para Alternatives Economiques. “Al centrarse en las decisiones financieras, la presidencia azerí de la cumbre del clima de la ONU ha pasado por alto los problemas de la mitigación, la adaptación y la transición justa”, expone Laramée de Tannenberg. “Las partes no lograron ponerse de acuerdo sobre el seguimiento de la Evaluación Global de las trayectorias de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero presentada antes de la COP28 y, en concreto, sobre el fin de la dependencia de los combustibles fósiles [...] Tampoco sobre la adaptación. Y tampoco hay rastro del programa de trabajo sobre la transición justa. Algunos de estos asuntos podrían haberse incluido en una decisión global que Mukhtar Babayev, presidente de la COP, no quiso presentar. En lo que respecta al ‘diálogo de los Emiratos Árabes Unidos’ surgido de la COP28 (que podría obligar a los Estados a incluir en sus compromisos nacionales una trayectoria de eliminación progresiva de los combustibles fósiles), se ha pospuesto hasta la sesión de negociaciones de la primavera de 2025, antes de la COP30 de Belém del próximo noviembre”.
En Reporterre Emmanuel Clévenot se atreve a calificar en francés el acuerdo final de “neocolonialista”. Clévenot se hace eco de las palabras de alguien que recordaremos todos los que estábamos en la sala de plenos a las 3 de la madrugada: Chandni Raina, negociadora jefe de la India. Raina tomó el micrófono e inmediatamente deploró “un incidente absolutamente lamentable”: “Habíamos informado a la presidencia de que queríamos hacer una declaración antes de que se tomara alguna decisión. Esto es un montaje”. “Hemos visto lo que acaban de hacer: utilizar su mazo e impedir que las partes se expresen no hace honor a la Convención. India se opone a la adopción de este documento. Tomen nota”.
Milou Dirkx y Julian Wettengel, en CLEW, informaban de otro tipo de reacción, quizá más arraigada en la realidad del multilateralismo: “Los que han venido aquí para impedir el progreso, impedir más justicia climática y debilitar por completo nuestro sistema multilateral de la ONU han fracasado”, declaró Annalena Baerbock, ministra alemana de Asuntos Exteriores. Llegar al acuerdo “en estos tiempos difíciles” ha sido un éxito, afirmó.
Sin embargo, mientras los líderes internacionales debatían sobre carteras multimillonarias abstractas, algunas partes de España se despertaban con nuevas advertencias de peligrosas inundaciones, como escribió Rosie Frost en Euronews durante la COP. “Han pasado quince días desde que al menos 220 personas perdieran la vida en Valencia durante las peores inundaciones de España en décadas. Y apenas unos días después de que Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno español, llevara la tragedia de la región a la escena mundial durante su discurso en la COP29”.
Cabe señalar para qué deberían haberse destinado 1,3 billones de dólares: prevenir y solucionar las consecuencias, a menudo dramáticas, del cambio climático. Al fin y al cabo, como escribe Frost citando a António Guterres, secretario general de la ONU, 2024 ha sido “una clase magistral de destrucción climática”.
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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