“Si hubiera tenido el apoyo del gobierno nunca habría dejado de pescar”, dice Yiorgos Charalambous, chipriota de una familia pescadora que abandonó la mar en 2015 cuando necesitó más dinero para mantener a su familia. Aunque también tejía y remendaba redes para los pescadores, a partir de 2010 también tuvo que buscar un segundo trabajo. Ahora se reúne con Constantinos Nicolau, arqueólogo submarino, en la residencia de turistas donde trabaja como empleado de mantenimiento. Constantino le muestra fotos del proyecto de restauración de la “Reina”, su última embarcación pesquera profesional.
En 2004, Yiorgos se unió al programa de cese permanente de la Unión Europea, una política puesta en práctica desde la década de 1990 para reducir la sobrepesca (1). A cambio de sacar del agua su embarcación, podía recibir una compensación económica dependiente de las características de la embarcación; en su caso 50 000 € y 7000 € por la venta de las redes y el motor. “Llamé a Constantinos para preguntarle si había alguna posibilidad de reparar y conservar la embarcación antes de destruirla. Si él no hubiera insistido, la habrían destruido”, explica Yiorgos.
Sobre el papel, el cese permanente de la pesca brinda la posibilidad de entregar la embarcación a una asociación cultural para conservar el casco, con la misma compensación económica. Sin embargo, la puesta en práctica no es igual en todos los países pesqueros mediterráneos. En Chipre, recientemente se han puesto en práctica dos programas de desguace: con el primero se desguazaron 122 embarcaciones en 2013, mientras que en 2015, todas ellas se salvaron, en torno a 110.
Los museos de embarcaciones en las Islas Baleares
Las Islas Baleares son uno de los ejemplos donde más embarcaciones se han salvado. Tòful Mus ofrece visitas guiadas en Robadones, una antigua cantera menorquina regentada por la asociación Amics de la Mar, donde se conservan un centenar de embarcaciones de madera. Tenemos dos embarcaciones, Cala-Fons II y Moby Dick, y un llaut, Paloma. Esta embarcación clásica de las islas fue salvada del desguace previsto en el programa por el cese permanente de la pesca en la década de 1990.
“La opción de entregar la embarcación a una asociación para conservarla entró en vigor en 1994, gracias a una petición de catalanes y vascos”, explica Manolo Gómez de la asociación mallorquina Amics del Museu Marítim. Los datos sobre la retirada del servicio en las Islas Baleares no son públicos, pero fuentes académicas han calculado que la pequeña flota artesanal ha decrecido en más del 40 % desde 1996. Entre las varias razones se cuentan los programas para detener la pesca.
Descarte selectivo de embarcaciones en Grecia
Las islas griegas han sufrido los mayores desguaces. Aunque no se dispone de cifras oficiales, se calcula que en torno a 13 000 embarcaciones han sido desguazadas. Yanis Psakis es un pescador de Amorgos, isla de las Cícladas. Se adhirió al programa en 2011. La UE le dio más dinero del que podría haber conseguido vendiendo su embarcación: 92 000 €. “La única opción que tenía era desguazarla. Supimos de gente que la había llevado a un museo, pero que no consiguieron la subvención. La Kaiki tenía valor histórico y era la embarcación de la familia, así que, psicológicamente, fue una decisión muy difícil. Vino gente del ministerio de agricultura, patrimonio forestal y pesquerías para asegurarse de que la desguazábamos”, dice Yanis.
Kostas Damianidis está trajinando para abrir un museo en la cercana isla de Samos, dedicándolo a la conservación de las tradicionales embarcaciones del Egeo. “Hemos iniciado unas negociaciones con el ministerio para poner en práctica esta política. El programa ha estado vigente durante 30 años y solamente hemos podido salvar unas 30 embarcaciones. Hemos intentado que se retire esta ley, pero sin éxito alguno”, explica.
La oferta del ministerio para conservar la embarcación no siempre ha tenido éxito, añade: “Los pescadores tienen que esperar muchos meses para que les paguen. También es un gasto para las asociaciones culturales, porque cuando la embarcación no está en el agua necesita mucho más mantenimiento. No se consigue ninguna ayuda porque el ministerio de agricultura dice que es responsabilidad del ministerio de cultura, que no ve el asunto de la misma manera”.
Luzzus de postal en Malta
El departamento de limpieza del municipio de Marxaslokk, pueblo pesquero del sur de Malta, difundió en 2019 un video que mostraba la destrucción de Delia, una ferilla de 100 años de antigüedad (las tradicionales barcas pesqueras maltesas con casco de madera). “Hubo muchas críticas y parecía que había más concienciación desde entonces”, explica Ryan Abela, miembro de ONG Patrimonio de Marxaslokk. Un mes después de la entrevista, el municipio destruyó una luzzu propiedad de la organización, que iba a ser restaurada en meses posteriores.
La bahía de Marxaslokk, escenario de la película Luzzu que muestra las penurias de un pescador maltés que también se ve afectado por la permanente reducción de la pesca impuesta por la UE, cada vez se ve más vacía de pescadores remendando sus redes y sin las tradicionales embarcaciones pintadas de brillantes colores. El luzzu, otro tipo de barca pesquera de madera, ha pasado a ser el emblema de la isla y aparece en casi todos los souvenirs y folletos para turistas. “La gente hace dinero con los luzzus, pero no comprenden que si no se les restaura, todo se irá al traste”, razona Noel Demicoli de la Asociación de Embarcaciones Tradicionales de Malta.
“La bahía se está volviendo blanca”, dice Daniele Baraggioli, que también es miembro de la asociación, refiriéndose al color dominante de los edificios, en contraste con los brillantes colores de los luzzus. “Pero no se puede presionar a los pescadores para que conserven las embarcaciones tradicionales, porque podría ser más cómodo para ellos usar embarcaciones de fibra de vidrio”, añade.
En Malta, los últimos datos de que se dispone –analizados por un activista de los derechos de los pescadores porque no hay datos público– muestran que para 2016 se habían desguazado 96 embarcaciones. “El cese completo de la pesca ha incidido con la mayor dureza en las pequeñas embarcaciones, porque necesitan más que nadie una compensación económica debido a la precariedad del sector. Este es el caso del Mediterráneo muy en particular, pero no en el Atlántico o el mar Cantábrico, donde hay pequeñas embarcaciones que tienen asignadas algunas cuotas y sobreviven”, dice Clara Aguilera, exdiputada del Parlamento Europeo y miembro del Comité de Pesca (PECH).
Reglamento de la UE y precariedad de los pescadores
El taller de Rodolico en Aci Trezza, en el sur de Sicilia, es ahora un escaparate para turistas y hay pocas felucas en la bahía frente a él. Salvatore es la última generación de una familia de constructores de barcas: “Es la burocracia lo que ha arruinado el negocio, mucho más que las barcas de fibra de vidrio”, razona. La desaparición de la pesca tradicional también supone la desaparición de profesiones vinculadas al sector. En su taller solían trabajar hasta 40 personas.
La familia Valastro amarra su embarcación cerca del taller. Desde primeros de julio, su embarcación se ha transformado en su lugar donde los turistas pueden conocer muchos aspectos de la pesca tradicional. “Decidimos dedicarnos al turismo de pesca porque era una forma de ganar más dinero en verano”, explican. Concetto y Giuseppe Valastro, padre e hijo, señalan que la creciente burocracia y los reglamentos de la UE son una de las principales razones de la precariedad del sector. “Estamos muy cerca de Túnez y los pescadores de terceros países no tienen que afrontar estas severas restricciones, por ejemplo, respecto al tipo de redes que pueden usar”.
“La política común de la Unión Europea aplica las mismas políticas de pesca a todos los Estados miembros: Bruselas carece de mucha información, los barcos pesqueros nórdicos no son lo mismo que los nuestros”, afirma Domingo Bonnin, presidente de la Federación de Cofradías de las Islas Baleares. Además, la leyes favorecen a la industria pesquera: “Nosotros no podemos competir, estamos hundidos hasta el fondo”, dicen los miembros de la cooperativa maltesa de pescadores, para la que el atún es la principal fuente de ingresos. “Cuando nos incorporamos a la Unión Europea en 2004 se nos prometió que la pesca tradicional quedaría protegida, pero en su lugar la han destruido”, añaden.
“Desde entonces, cada vez ha habido más arrastreros y grandes barcos de pesca internacionales. Los pequeños pescadores se ven obligados a vender sus barcas porque las grandes compañías se ofrecen a comprárselas. Luego las desguazan y añaden las cuotas de los pescadores a las suyas propias”, dice un activista de los derechos de los pescadores malteses, que habla a condición de mantener su anonimato. “Y lo que es más, si no capturas una cierta cantidad de peces, te retiran tu cuota y un barco mayor la compra”, añade. Algunos de los pescadores malteses que entrevistamos han arrendado su cuota a pesquerías industriales: es más rentable para ellos que salir a pescar.
Clara Aguilera aboga por la necesidad de cuotas a favor de las embarcaciones tradicionales y más ayuda para la modernización de la flota: “Si se limita el arrastre, la pesca tradicional podría ser sostenible. Si se leen los documentos y se escuchan los debates, parece que todos estamos a favor de la pesca tradicional, pero la realidad de las acciones que se llevan a cabo desde los gobiernos dicen otra cosa”.
"Los barcos griegos son los que han hecho al pueblo griego ser lo que es"
A mediados de junio los pescadores de Amorgos se preparan para su banquete. Michalis consigue el pescado que ofrecerán a los isleños “para agradecerles que nos compren pescado durante el resto del año”. Dimitria trocea los recortes para hacer sopa de pescado. Nikola pasa horas en las cocinas del monasterio de Agia Paraskevi rebozando y friendo el pescadito que acompañarán al plato principal, pescado que se repartirá aleatoriamente entre cada una de las más de 300 personas presentes. Mientras, el vino y el syrtos, baile tradicional de la isla, completan la comida y prolongan la velada hasta las cinco de la mañana.
Yoannis Vekris es uno de los pocos jóvenes de la isla que va a asumir el relevo familiar. Lleva saliendo a la mar desde los 10 años. En 2018, su padre tuvo que vender el kaiki, debido principalmente a problemas económicos y a las tasas universitarias. “Fue muy difícil para mi padre. Los barcos griegos son los que han hecho al pueblo griego ser lo que es”, dice. Nueve meses más tarde compraron un esquife de fibra de vidrio. Él combina la pesca con un grado en tecnologías de pesca y acuicultura: “Tenemos que buscar alternativas por medio del aprendizaje para reinventar el sector”, razona.
“La falta de peces es otro gran problema, junto con las especies invasoras tales como el pez león”, añade. “Para afrontar la escasez de peces, Amorgos quiere liderar una prohibición de pesca en abril y mayo, durante el periodo de regeneración. Durante estos meses los pescadores “pescarán basura” al tiempo que recibirán unas prestaciones públicas. El proyecto es una propuesta de la asociación de pescadores Amorgama, junto con Blue Marine y Cyclades Fund. “En general, no hay unidad entre los pescadores de nuestro sector, pero en Amorgos es un poco diferente, y me gusta de esa forma. En la mar ya tenemos bastante con luchar solos”, concluye Yoannis.
El declive de las pequeñas embarcaciones y del número de pescadores tradicionales en un hecho, incluso aunque los datos no se publiquen oficialmente en ninguno de los países mediterráneos. Las embarcaciones de madera y las familias de pescadores son una parte integral del paisaje, cultura e historia de esta parte del mundo. Con las adecuadas reglamentaciones, la pesca tradicional puede ser sostenible y puede resultar la solución para un mar donde cada vez hay menos peces. Sin embargo, la política europea, estandarizada y centrada en la pesca industrial –con las políticas gubernamentales siguiendo la misma dirección– está llevando a la destrucción del sector.
🤝 Este artículo se ha producido con el apoyo de Journalismfund Europe y fue traducido con el apoyo del proyecto colaborativo Come Together
1) El reglamento ha estado vigente desde 1991, pero en 1994 se añadió la opción de cese sin destrucción. El reglamento se ha actualizado periódicamente, pero la última versión es el Reglamento 2021/1139 de 7 de julio de 2021. Un matiz importante se puede ver en el artículo 20.
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