“La OTAN es, en el mejor de los casos, una entidad zombi que parece estar aún viva, pero lejos de ser plenamente funcional”, advierte Garry Kasparov, el gran maestro del ajedrez convertido en activista político, en el periódico alemán Die Welt. Su fórmula para la seguridad de Europa es inequívoca: construir una fuerza militar autónoma con Alemania asumiendo una función de liderazgo, a pesar de las sensibilidades históricas.
El continente ya no se puede permitir externalizar su seguridad a Estados Unidos, sobre todo ahora que el regreso de Trump amenaza con dar al traste con décadas de cooperación transatlántica. La solitaria lucha de Ucrania ha dejado patente la insuficiencia militar de Europa. Kasparov expone que la solución requiere algo más que un aumento del gasto en defensa. Europa debe replantearse sus instituciones, forjar una política de inmigración coherente para contener el auge de los partidos radicales y elaborar una arquitectura militar sólida e independiente del apoyo estadounidense. Es demasiado peligroso contemplar la alternativa: una Europa fragmentada y vulnerable.
“Tras la victoria electoral de Donald Trump, el pánico es un lujo que nos podemos permitir. Los europeos tendrán que ponerse manos a la obra y rápido”, sostienen las analistas Sophia Besch y Liana Fix en Die Zeit. Los líderes europeos llevan mucho tiempo hablando del regreso de Trump, pero no han planificado nada en consecuencia. Ahora se enfrentan a tres tareas urgentes: garantizar la supervivencia de Ucrania, mantener la cohesión de la OTAN y conservar la unidad de la UE. Con el titubeante apoyo estadounidense, Europa debe impulsar la financiación de Ucrania y, al mismo tiempo, mantener el flujo de la ayuda militar estadounidense mediante la negociación colectiva, exponen las analistas.
Cualquier interrupción del apoyo de EE. UU. podría suponer el colapso militar ucraniano y hacer que Rusia se envalentone; peor aún si Trump negocia un acuerdo de paz favorable para Moscú. Más allá del tradicional eje Berlín-París, Besch y Fix proponen que debe coordinar la respuesta un nuevo grupo “E7”, integrado por las principales potencias europeas más funcionarios de la UE y la OTAN, con un objetivo del 3 % del PIB para gasto en defensa. Este refuerzo militar podría beneficiar tanto al sector europeo de defensa como al estadounidense. Aunque la agitación política alemana complica el asunto, Europa no puede permitirse más retrasos, concluyen.
Entre Escila y Caribdis
Europa ya no puede permitirse perder el tiempo, pero muchos Estados de la UE no pueden aumentar el gasto en defensa sin incumplir el límite de déficit del 3 % establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Esta camisa de fuerza fiscal, con su amenaza de sanciones, supone una atadura aparentemente imposible. Andrea Carli describe en Il Sole 24 Ore una “receta italiana” para solventar este problema. A pesar de su déficit del 7,2 %, Italia cree que ha encontrado una solución. Guido Crosetto, el ministro de Defensa, plantea excluir el gasto militar del cálculo del déficit, una solución contable creativa que mantendría el gasto social, al mismo tiempo que aumentarían las capacidades de defensa. Esta receta italiana, que incluye la financiación del gasto militar mediante bonos europeos comunes, ha conseguido el influyente apoyo de Andrius Kubilius, comisario de Defensa de la UE de Lituania.
La victoria de Trump lanza ondas de choque también a las arcas españolas. El país debe encontrar 10 500 millones de euros más para el gasto en defensa, como informa Juan Portillo en el diario madrileño Expansión. La amenaza del republicano estadounidense de abandonar a los aliados de la OTAN que no alcancen el objetivo de gasto del 2 % del PIB de la alianza sitúa a España en una posición especialmente incómoda. Con un exiguo 1,3 % (19 700 millones de euros), languidece en las últimas posiciones de la OTAN, muy por detrás del potente 4,12 % de Polonia y del 3,38 % de Estados Unidos. Sin embargo, cualquier aumento del gasto militar se enfrenta a una fuerte resistencia en el país por parte de Podemos y Sumar, los socios de la coalición de izquierda del Gobierno, que están en total desacuerdo.
Perversa acogida a la llamada de atención de Europa
Wolfgang Munchau lamenta en El País que Europa no haya reducido su dependencia de Estados Unidos en materia de defensa tras la victoria de Trump en 2016. A pesar de la declaración de Angela Merkel de que Europa debe “asumir su destino en sus propias manos”, no invirtió ningún capital político en el proyecto. Ante el inminente regreso de Trump a la Casa Blanca, Europa se enfrenta a tres opciones: ignorarle y seguir como hasta ahora, emprender medidas hacia una mayor independencia o intentar llegar a posibles acuerdos con él. Aunque Munchau expone que la mejor estrategia sería reducir la dependencia de Estados Unidos sin volverse antiestadounidenses, espera que los líderes europeos traten de apaciguar a Trump en lugar de buscar la autonomía estratégica, ya que sería una peligrosa subestimación del próximo presidente estadounidense.
El analista checo-estadounidense Jiří Pehe describe en Deník Referendum una visión aún más sombría. En su opinión, la UE se enfrenta a un peligroso movimiento de pinza entre la agresión rusa y unos Estados Unidos que podrían volverse poco fiables y autoritarios. El bloque no está suficientemente preparado para este desafío. A pesar del tiempo transcurrido, ni ha creado una capacidad de defensa independiente (su nuevo comisario de Defensa tendrá un poder meramente simbólico), ni ha reformado su proceso de toma de decisiones, con una votación de mayoría cualificada cuyo alcance sigue siendo limitado. “Es políticamente perverso”, lamenta Pehe, “que la elección de Trump se describa a menudo como una 'llamada de atención útil' para la tambaleante Unión por parte de los mismos políticos de la Europa Central poscomunista que hacen todo lo posible para impedir que la UE se integre más y, por tanto, sea más operativa”. Estos mismos líderes, señala, entienden que la engorrosa arquitectura institucional europea hace imposible una respuesta de peso. Algunos pueden incluso alegrarse de esta parálisis.
Miloš Balabán, analista de seguridad y profesor universitario, expone en Lidové noviny que Europa debe superar la fragmentación de su mercado de defensa para reforzar sus capacidades militares. Opina que, además de un fuerte aumento del gasto en defensa, el continente necesita recortar las excesivas normativas que limitan a los fabricantes europeos, a diferencia de sus homólogos estadounidenses. “Con un mercado integrado se lograría un rearme rentable y las empresas de defensa podrían aprovechar las economías de escala”, señala Balabán. Según el analista de seguridad, eso significa que los Estados miembros deben favorecer a los proveedores de la UE y fomentar la consolidación industrial. Estos cambios fomentarían unas capacidades de producción más amplias, incluida la producción crucial de municiones, y permitirían el auge de mayores empresas de defensa capaces de proporcionar sistemas de armamento y mantenimiento completos, concluye Balabán.
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La industria armamentística suiza se enfrenta al aislamiento por su postura ante Ucrania
Las estrictas normas de reexportación de Suiza están costando caro a su industria de defensa, informa en Blick Daniel Ballmer, redactor de política. El Consejo Federal advierte de que los países de Europa Occidental evitan cada vez más recurrir al equipamiento militar suizo, lo que amenaza tanto al sector armamentístico nacional como a la sostenibilidad del ejército.
Según Ballmer, Alemania ya ha excluido a empresas suizas de nuevos contratos, incluida una licitación de 100 000 redes de camuflaje, después de que se les impidiera enviar munición Gepard de fabricación suiza a Ucrania. Países Bajos ha decidido dejar de comprar armas suizas por completo, mientras que Dinamarca y España se plantean adoptar medidas similares. Todos citan como obstáculo la ley suiza sobre material de guerra, que prohíbe la reexportación a países en guerra.
A pesar de los numerosos intentos de relajar estas restricciones, la reforma sigue siendo esquiva, señala el editor. La izquierda argumenta que los cambios propuestos van demasiado lejos, la derecha dice que no lo suficiente, mientras que los grupos antimilitaristas amenazan con referendos, destaca. Mientras tanto, la situación del sector se agrava y las esperanzas de Ucrania de recibir ayuda suiza siguen sin cumplirse.
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