“Sucedió justo aquí, en este apartamento. Mire qué vistas, se puede ver Chornobaivka y la carretera de circunvalación”, dice Tetiana Horobtsova, señalando desde la ventana. “Acusaron a mi hija de contar los vehículos militares rusos que pasaban por la carretera y de compartir esa información con nuestros militares”.
Desde el principio de la ocupación de Jersón (el ejército ruso entró en la ciudad el día 1 de marzo de 2022 y la ocupó completamente el día 3) la familia Horobtsov acudió a las protestas antirrusas. Más frecuentemente, sin embargo, Iryna y su madre se desplazaban en coche por Jersón y pueblos cercanos ofreciendo su ayuda. Los transportes públicos habían dejado de funcionar casi de inmediato, por lo que ambas mujeres empezaron a llevar medicinas a los hospitales y a entregar medicamentos a pacientes gravemente enfermos, al mismo tiempo que llevaban médicos de una a otra parte.
“Llevábamos a los médicos desde su casa al hospital o del hospital a su casa, como si fuéramos un servicio de taxis”, recuerda Tetiana.
Durante la ocupación, Iryna también mantuvo activamente sus cuentas de redes sociales, en las que defendía la liberación de los combatientes que resistieron en la acería Azovstal de Mariúpol. Y cuando hablaba de su casa la definía como “el cuartel general de la resistencia”.
“Mamá, están aquí para llevarme”
El 13 de mayo de 2022 debería haber sido un día de fiesta para la familia: Iryna cumplía 37 años. Una tarta de cumpleaños esperaba en la mesa. De repente, su madre vio que una furgoneta y varios coches entraban en el patio. Hombres armados y con la cara cubierta por pasamontañas salieron de los vehículos.
“Yo estaba a punto de entrar en casa y les pregunté ‘¿Qué pasa?’” recuerda Volodímir, el padre de Iryna. “Me contestaron: ‘Control de documentación’”.
Iryna también había visto los vehículos desde la ventana y dijo a su madre: “Mamá, están aquí para llevarme”.
Varios soldados rusos irrumpieron en el apartamento de los Horobtsov e iniciaron un registro. Encontraron una bandera de Ucrania. Aquellos hombres no se identificaron ni hicieron pregunta alguna. Se limitaron a decir a Iryna que tomara su documentación, teléfonos y ordenador portátil antes de llevársela.
Tetiana preguntó a uno de los militares rusos dónde podría encontrar a su hija. La respuesta fue: “En la oficina del comandante militar”. Esas oficinas, instaladas por los ocupantes en territorio ucraniano capturado, se usaban para interrogar a civiles y controlar los procesos públicos.
En las semanas siguientes, el matrimonio visitó a todas las autoridades de ocupación que les fue posible en Jersón, tratando de localizar a su hija. Tan solo unas semanas después de su detención ilegal, la familia se enteró, por casualidad, de que Iryna probablemente había sido trasladada fuera de la región a un lugar desconocido.
La familia de Iryna continuó su búsqueda a diario. Durante el día, visitaban a las autoridades de ocupación y, al mismo tiempo, escribían y enviaban innumerables correos electrónicos.
“Escribí cartas a Putin, Patrushev y a todos los funcionarios rusos que se me ocurrieron”, recuerda Volodímir Horobtsov.
En estas cartas, el padre de Iryna solicitaba aclaraciones sobre la situación de su hija, incluyendo meticulosamente todos sus detalles. Para su sorpresa, recibió una respuesta del FSB [servicio de seguridad ruso] en Crimea.
En lugar de referirse a Iryna por su nombre, la carta utilizaba la expresión “la persona especificada”. En lugar de revelar su ubicación, decía: “La persona especificada participó en actividades para contrarrestar la operación militar especial. Esta persona se encuentra detenida de conformidad con las leyes aplicables. Se tomará una decisión sobre la persona especificada una vez que se haya completado la operación militar especial”.
Esto confirmó a los padres de Iryna que su hija estaba en Crimea. A finales de julio de 2022, viajaron a la península ocupada sin un plan concreto.
“No sabíamos a dónde ir ni con quién contactar”, dice Volodímir. “Sencillamente fuimos a Simferopol, a las oficinas del FSB, y luego al centro de detenciones preventivas, pero no conseguimos nada”.
Posteriormente, con ayuda de abogados voluntarios de Crimea, consiguieron la confirmación de que Iryna estaba retenida en uno de los centros de detención de Simferopol. Inicialmente se la tuvo en confinamiento solitario en el Centro de Detenciones n.º 1; acto que en sí mismo constituye una forma de tortura psicológica.
Desde allí, Iryna envió su primera carta desde la cárcel, indicando que no estaba siendo objeto de torturas físicas.
Cinco meses más tarde, en octubre de 2022, Iryna fue transferida al Centro de Detenciones n.º 2, donde pasó los 17 meses siguientes de su vida. Durante todo este periodo, se la retuvo sin conferirla ningún estatus jurídico oficial, incluso a tenor de las leyes rusas.
“Esencialmente la retuvieron sin decir nada de ella”, explican sus padres.
Su familia tampoco recibió ninguna documentación oficial de los cargos que se habían formulado contra ella ni cualesquiera actualizaciones de cómo contactar con ella. Mientras tanto, Iryna no tuvo acceso a los servicios de un abogado privado. Los rusos nombraron un abogado de oficio para ella, el cual llevó a cabo su cometido de una manera meramente rutinaria.
Yuriy Bielousov, jefe del Departamento de Lucha contra Crímenes Cometidos Durante el Conflicto Armado en la Oficina del Fiscal General, explica que tales prácticas de los rusos contra los rehenes ucranianos son algo corriente en la guerra ruso-ucraniana:
“Los ocupantes dicen a los detenidos: ‘Nadie sabe dónde estás. Nadie sabe lo que te está pasando aquí. Puedo hacerte todo lo que quiera’. Esto es precisamente el motivo por el que ocultan a sus cautivos, para que nadie pueda ver o saber dónde están. Creen que esto les librará de cualquier responsabilidad”.
A finales de marzo de 2024, Iryna fue transferida de nuevo al Centro de Detenciones n.º 1. Solo entonces los rusos organizaron contra ella un paripé judicial al que denominaron caso criminal, acusándola de espionaje y legalizando retroactivamente su detención a tenor de la legislación rusa. Las actuaciones procesales comenzaron y un juez ilegal [nombrado por la administración rusa de ocupación] dictó una orden para que fuera arrestada de manera oficial.
Los investigadores rusos urdieron cargos contra Iryna, acusándola de haber sido reclutada bajo el seudónimo “Alaska” para cooperar secretamente con la Inteligencia de Defensa ucraniana entre el 24 de febrero y el 15 de marzo de 2022.
La “Celda Flor”
El Centro de Detenciones n.º 1 está atestado de ucranianos. Desde 2014, estas instalaciones, gestionadas por las autoridades de ocupación de Crimea, han sido tristemente célebres para Ucrania, pues en ellas han sido detenidas figuras como el cineasta Oleg Sentsov, así como muchos periodistas y activistas pro derechos humanos.
En 2022, los ucranianos que vivían en los territorios ocupados presentaron una resistencia que los rusos no habían previsto. Como resultado, se ampliaron las instalaciones penitenciarias para encerrar en ellas a más de 400 presos adicionales.
Actualmente Iryna comparte una celda con otras seis mujeres, con edades que van de los 17 a los 40 años. Todas son ucranianas ilegalmente detenidas bajo la acusación de espionaje, conforme al Artículo 276 del Código Penal de Rusia.
Sin embargo, Iryna es una de las pocas que ya ha recibido una supuesta sentencia en su falso caso penal. El 15 de agosto de 2024, el denominado Juzgado Regional de Jersón (en la Simferopol ocupada) la condenó a diez años y medio de prisión. Como persona civil, Iryna no puede conseguir el estatus de prisionera de guerra y sigue siendo una rehén. A tenor de la legislación humanitaria internacional, los rehenes civiles no están sujetos a intercambio sino que han de ser repatriados incondicionalmente.
Yuriy Bielousov enfatiza que, además de la miríada de crímenes de guerra perpetrados por Rusia contra civiles, tales casos infringen flagrantemente el derecho a un juicio justo.
“El Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura insisten constantemente en la necesidad de asegurar tres derechos para los detenidos: el derecho a defensa legal, el derecho a atención médica y el derecho a comunicarse con el exterior. Iryna no ha tenido contacto con el mundo exterior durante tres años, no ha tenido una defensa legal adecuada, y es difícil imaginar el estado de la atención médica allí. Estas violaciones por sí solas ponen en duda cualquier sentencia dictada en su contra.”
Por ahora, Iryna sigue en Simferopol, pero los invasores pueden transferirla pronto a cualquier centro penitenciario en lo más profundo de Rusia.
Durante la lectura de su “sentencia” en el verano de 2024, se grabó la presencia de Iryna en el juzgado. Los rusos difundieron la grabación solamente con fines de propaganda política.
El Defensor del Pueblo de Ucrania y el Cuartel General de Coordinación para el Tratamiento a Prisioneros de Guerra Civiles, organismos ambos responsables de abordar el regreso de los rehenes civiles, se siguen viendo prácticamente impotentes ante la voluntad de Rusia.
El procedimiento de repatriación –el regreso incondicional de los rehenes civiles– no está explícitamente ordenado a tenor de la legislación internacional, ya que requiere el regreso inmediato de las personas al territorio del que sean ciudadanas. Mientras tanto, los rusos siguen cometiendo crímenes de guerra en los territorios que han ocupado en Ucrania, secuestrando civiles, condenándolos ilegalmente y manteniéndolos detenidos en condiciones horribles.
Desde febrero de 2022, los organismos ucranianos encargados del cumplimiento de la ley han registrado 4136 procesos criminales basados en tales delitos. El mayor número –más de un millar– se produjeron en la región de Jersón. Detrás de cada caso hay miedo, desesperación, pena y dolor, pero también una inquebrantable determinación por la supervivencia y la justicia, respaldada por la férrea voluntad de toda la ciudadanía ucraniana.
El texto se ha creado en colaboración con The Reckoning Project, un equipo global de periodistas y abogados dedicado a documentar, publicar y dar forma a casos de crímenes de guerra. Nuestro agradecimiento a Michael Shtekel por esta nueva publicación.
La autora trabajó con The Reckoning Project, un equipo internacional de periodistas y abogados que documentan, difunden y construir casos de crímenes de guerra. a global team of journalists and lawyers documenting, publicising and building cases of war crimes. Nuestro agradecimiento a Michael Shtekel por esta nueva publicación.
👉 Artículo original en Signal to Resist.
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