Los jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países miembros de la OTAN, así como sus socios y la Unión Europea debían reunirse para una cumbre en La Haya los días 24 y 25 de junio. Los bombardeos de Estados Unidos a lugares estratégicos iraníes cambiaron por completo la agenda y el apoyo a Ucrania ante la invasión de Rusia ha pasado así a un segundo plano, pese a la presencia del presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Si bien todas las miradas están puestas en Donald Trump (para quien Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, adaptó toda la organización del encuentro), la cuestión de la inversión en defensa sigue siendo el primer punto del orden del día. Los Estados miembros de la Alianza debían acordar destinar el 5 % de sus respectivos PIB a defensa de aquí a 2035: un objetivo ambicioso, destinado a proteger a Europa, disuadir a Rusia y dar garantías al inquilino de la Casa Blanca.
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