Ocho meses después de las elecciones parlamentarias amañadas en Georgia, el gobierno en Tiflis está alcanzando nuevos hitos de retroceso democrático. Ha empezado a censurar los canales de televisión de la oposición por usar términos que no le gustan y a perseguir a aquellos miembros del público que publican en Facebook comentarios insultantes contra Sueño Georgiano, el partido gobernante. El 23 de junio, propuso dos nuevas leyes: una que limita las disposiciones de la ley sobre libertad de expresión y otra que prácticamente prohíbe a los medios de comunicación cubrir los juicios.
Pero esto solamente refleja una imagen limitada de lo que ha sucedido aquí en Georgia con la libertad de expresión durante el último año. La libertad de prensa en el país pende de un hilo. Puede que solo sea cuestión de meses hasta que el hilo se rompa y nosotros, como medios de comunicación y periodistas independientes, ya no podamos funcionar.
Cuatro años atrás, después de una serie de brutales ataques a periodistas por parte de la extrema derecha, pensábamos “¿Qué podría ser peor?” Las amenazas a las que nos enfrentamos hoy incluyen la inseguridad personal, la inseguridad digital, la presión de las nuevas leyes, las campañas de odio, los ataques selectivos contra medios de comunicación y periodistas individuales, las sanciones económicas y ahora el enjuiciamiento penal. Mzia Amaghlobeli, fundadora de los medios de comunicación en línea independientes Batumelebi y Netgazeti, se enfrenta a hasta siete años de cárcel.
Ser periodista en Georgia no te protege de las agresiones físicas, las multas o la cárcel.
Después de asegurarse una mayoría nominal en las últimas elecciones parlamentarias amañadas, el Sueño Georgiano ha buscado la forma de mantener su poder acelerando una retahíla de leyes represivas. En los dos últimos años, el gobierno ha adoptado al menos dieciséis leyes y enmiendas represivas. Muchas de ellas se centran directamente en la prensa. Las autoridades cuentan ahora con la ley para amenazar nuestra propia existencia.
Cuando la policía pasa a ser la amenaza
En la Georgia actual, ya no queda nadie que proteja físicamente de las agresiones a los periodistas. Durante el último año, y especialmente tras la decisión del 28 de noviembre de 2024 de detener el proceso de integración de Georgia a la UE, la policía ha colaborado en las agresiones contra periodistas en lugar de brindarles protección.
Durante las protestas de noviembre y diciembre, se documentaron más de 100 agresiones contra periodistas y empleados de medios de comunicación en línea. Algunas de las víctimas sufrieron lesiones que pusieron en peligro su vida. Ninguno de los incidentes ha sido investigado, ni siquiera superficialmente.

Hace poco el Sueño Georgiano anunció que el Servicio de Investigación Especial (SIS) que es nominalmente responsable de investigar las quejas contra la policía, pasaría a ser directamente responsable de la fiscalía general.
Incluso antes de esto, el SIS era claramente impotente. Yo misma me vi sujeta a varias “investigaciones” por actuaciones de la policía que habían violado directamente mis derechos como periodista. Fui a entrevistarme con el SIS acompañada de mis abogados y hablamos el asunto durante horas. Dieron la impresión de interesarse por el caso. Pero nunca hubo seguimiento alguno y los casos jamás se resolvieron.
Multas impulsadas por IA
Puede que el Servicio de Investigación Especial no funcione, pero la novísima tecnología de reconocimiento facial por IA puesta en funcionamiento por el gobierno sí que lo hace. Se han instalado cámaras en la Avenida Rustaveli, la principal arteria de Tiflis y centro de las protestas.
La policía tiene que esforzarse menos que nunca para multar a la gente con 5.000 ₾ (1600 €) por “bloquear la calzada”, una infracción creada recientemente.
Y no son solo los manifestantes quienes han pasado a ser el objetivo de esta nueva ley. A mí misma, por cubrir las protestas como periodista, me han aplicado multas de 20 000 ₾ (6400 €) basándose en esta ley. Incluso en las “pruebas” que han aportado se me ve con el distintivo de prensa y una cámara. Pero el sistema ya no se preocupa por nada.
Hasta ahora, más de veinte periodistas han recibido multas debido a la ley de bloqueo de la calzada. Al principio, se cancelaron las multas de unos pocos reporteros después de que apelasen al Ministerio del Interior. Pero hace unos días, mi primera apelación fue rechazada. Parece que mis cuatro multas van a seguir vigentes.
Cuando en la Avenida Rustaveli la policía antidisturbios casi mató a un periodista, el sistema de vigilancia por IA resultó aparentemente insuficiente para que se investigara el caso. Pero cuando un manifestante pacífico se planta en Rustaveli, las mismas cámaras son rapidísimas para notificarlo a las autoridades, que inmediatamente extenderán una multa. Incluso cuando un periodista fue agredido a plena luz del día, con un coche patrulla y agentes de policía allí cerca, no se produjo investigación alguna.
La ley es ahora un arma contra nosotros
A pesar de la retahíla de nuevas leyes, una cosa ha quedado clara ahora: el estado de derecho ya no existe en Georgia. En su lugar, las autoridades están utilizando las leyes, la policía y los juzgados para castigar a quienes tratan de resistirse o de revelar la auténtica naturaleza del sistema.
Rememorando lo acontecido el pasado año, queda claro que cometimos un error. Nos obsesionamos con el texto de la primera ley sobre agentes extranjeros y con lo que podríamos hacer para sobrevivirla. Probablemente podríamos haber utilizado ese tiempo tan valioso en cubrir la campaña electoral y los posibles riesgos que un nuevo sistema electrónico de votación podría introducir en nuestra democracia.
Al final, el Sueño Georgiano nunca hizo uso de la primera ley sobre agentes extranjeros. La segunda ley de tal tipo, denominada FARA, acaba de entrar en vigor. Lección aprendida. (FARA se parece a la ley sobre el registro de agentes extranjeros estadounidense que se aprobó en 1938 y cuyo aparente objetivo es desenmascarar a las personas u organizaciones que trabajen para entidades extranjeras).
Ya no creo que lo que diga la ley importe. Hoy en día, si al Sueño Georgiano no le gusta alguien, irán a por él. Si FARA se fuera a aplicar en la literalidad de su texto, habría que encarcelar a miles de personas. ¿Sucederá? Probablemente no, o al menos no todavía. Pero habrá castigos ejemplarizantes para crear miedo y ansiedad.
La ansiedad ya existe. Mi propio medio de comunicación, OC Media, la ha experimentado en primera persona. Hace poco, nuestro casero durante seis años canceló el contrato de arrendamiento de nuestra oficina. Durante semanas nos entrevistamos con dueños de locales que se negaron a alquilárnoslos por temor a lo que les pudiera pasar si lo hacían.
Por qué hacemos lo que hacemos
A medida que Georgia se hunde rápidamente en el autoritarismo, ser periodista significa asumir graves riesgos. El riesgo de agresiones físicas. El riesgo de recibir multas cuantiosas por cubrir las protestas, o sencillamente por hacer tu trabajo con la nueva ley FARA. El riesgo de cinco años de cárcel por no estar inscrito como “agente extranjero”.
El riesgo de ser el objetivo de una campaña de difamación por los canales de TV propagandísticos y las redes sociales afiliadas al gobierno. El riesgo de perder el sueldo, el puesto de trabajo y el equipo. Y si no tienes ciudadanía georgiana pero has vivido aquí durante años (la situación de una parte significativa de nuestro equipo), el grave riesgo de que pronto no te dejarán entrar al país.
La inmensa mayoría de los periodistas y medios de comunicación que han soportado estoicamente estos riesgos a lo largo de los tres últimos años afirma que no tienen miedo. O tal vez lo tengan, pero no lo evidencian. Siguen haciendo su trabajo estoicamente.
Personas de fuera de Georgia suelen preguntarme “¿Qué puedo hacer para ayudar?”. Pienso que es demasiado tarde. Hubo un momento en que esto se pudo evitar. Hoy en día, estamos perdiendo el control de los acontecimientos. Cada vez será más difícil detener el derrumbamiento. Pero todavía podemos correr la voz acerca de la situación en Georgia.
Personas de fuera de Georgia suelen preguntarme “¿Qué puedo hacer para ayudar?”. Pienso que es demasiado tarde. […] Pero todavía podemos correr la voz acerca de la situación en Georgia
Podemos seguir presionando a los miembros del Sueño Georgiano y a su fundador, el oligarca Bidzina Ivanishvii. Podemos seguir con nuestra política de no reconocimiento del gobierno. Podemos ser flexibles en cuanto a la financiación de las personas que trabajan sobre el terreno, que están tratando de encontrar varias soluciones para poder sobrevivir. En resumen, podemos seguir apoyando a aquellos que no se han rendido y siguen luchando.
Cuando estoy en las protestas junto a mis colegas, hablamos de cómo será nuestra vida en la cárcel, si la cosa llega a tal extremo. Compartimos nuestras experiencias sobre cómo se nos impusieron las multas o sobre las razones que usaron para rechazar nuestras apelaciones. Hablamos de cómo fue el juicio de alguien. La opresión ha pasado a ser una parte de nuestra vida diaria. Aun así, mientras que el futuro parece incierto, esta solidaridad entre periodistas es más fuerte que nunca.

¿Por qué seguimos haciendo nuestro trabajo a pesar de los riesgos? Es algo en lo que pienso mucho y para lo que hay muchas explicaciones. Estoy convencida de que el periodismo de calidad puede ejercer un efecto significativo y de que es algo que no gusta nada a los gobiernos autoritarios. Esta es la razón por la que han hecho todo lo que he relatado más arriba. Esto me confirma que, ahora más que nunca, es importante que sigamos haciendo nuestro trabajo.
En segundo lugar, me encanta el periodismo. No me puedo imaginar haciendo cualquier otra cosa con la misma pasión. Y no me puedo imaginar haciéndolo en cualquier otro sitio. Aquí es donde nací.
Por último, no podemos rendirnos ahora. Periodistas como Mzia Abaghlobeli sufren en la cárcel mientras nosotros gozamos del privilegio de estar fuera. De alguna manera, todavía se nos permite hacer lo que hacemos. Tenemos que aprovechar esta oportunidad tanto como podamos. Puede servir de ayuda a alguien. Aunque solo ayude a una persona, habrá merecido la pena.
En colaboración con Display Europe, cofinanciado por la Unión Europea. No obstante, los puntos de vista y opiniones expresados son exclusivamente los del autor o autores y no reflejan necesariamente los de la Unión Europea ni los de la Dirección General de Redes, Contenidos y Tecnología de las Comunicaciones. Ni la Unión Europea ni la autoridad otorgante pueden ser consideradas responsables de las mismas.

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