Situación inédita en Francia: el 8 de septiembre, el primer ministro François Bayrou (MoDem, centro), perdió la moción de confianza que él mismo había pedido a la Asamblea Nacional por 364 votos en contra y 194 a favor. Debilitado por los escándalos y por su proposición de presupuestos para 2026 (demasiado austeros e injustos según algunos críticos), ha presentado su dimisión y ha abandonado el Hôtel de Matignon, su residencia desde el 13 de diciembre de 2024, el 9 de septiembre. Ese mismo día, el presidente Emmanuel Macron nombró primer ministro al ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, para suceder a Bayrou.

Para algunos observadores, la caída del gobierno de Bayrou ha sido la conclusión natural de un desastre anunciado. Con todo, el ejecutivo tenía la difícil misión de encontrar una salida a la crisis política, económica y social que está marcando el fin de la década en el poder de Macron.

Así pues, Francia vuelve a sumirse en la incertidumbre: el movimiento del 10 de septiembre y la huelga del 18 podrían paralizar al país. La salida de la crisis sigue lejos.


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