Aunque debía aliviar los dolores de cabeza del euro-club, lo cierto es que ha generado otro. El FEEF, ideado para salvar la moneda única, actualmente se encuentra en una situación complicada. A lo largo de sus meses de existencia, el fondo europeo que debía sacar de la crisis financiera a los países maltrechos de la eurozona, ha tenido que revisarse y corregirse varias veces, por no decir que ha tenido que salvarse, para no ser vaciado, agotado y liquidado de forma prematura. Tras haberse ampliado y luego reforzado, en Cannes ha mostrado un balance poco alentador. El FEEF sigue sin ser lo que debería ser.
Lo cierto es que este instrumento no cuenta con los medios para cumplir la misión que se le encomendó, es decir, reunir dos billones de euros para extinguir el incendio en la eurozona. En su forma actual, tan sólo puede mantener bajo control ciertos focos de incendios menores. Si Italia o España comienzan a arder, el fondo se acabará. Por ello, los ministros de Finanzas de la eurozona se reunieron de nuevo este lunes 7 de noviembre en Bruselas, para averiguar de dónde demonios pueden sacar los fondos necesarios.
Un fondo demasiado complejo
En realidad, habían esperado que el dinero llegara de Asia y de Rusia. China y Japón cuentan con bastantes inversores públicos o privados susceptibles de adquirir activos europeos, incluidos los del FEEF. Los europeos, anticipándose a la llegada de estos fondos, remodelaron su plan de rescate para atraer a más grandes inversores y reunir finalmente los miles de millones necesarios para resolver la crisis.
El problema es que se equivocaron en sus cálculos. Los asiáticos dudan y lo mismo sucede con los rusos. Nadie está realmente dispuesto a invertir más en el FEEF. La semana pasada, el fondo europeo incluso tuvo que renunciar a lanzar una nueva emisión de deuda. Según comentan los responsables, no es nada grave ya que se trataba sólo de una prueba. En cambio, los especialistas financieros replican que la situación sí es grave: el FEEF no interesa a los inversores. Y tienen razón. El 7 de noviembre, el Fondo Europeo emitió un nuevo préstamo que ha suscitado poco interés y su prima de riesgo llegó a ser más elevada que nunca.
En los pasillos de los guardianes de las cuentas soberanas, se murmura que incluso la mágica triple A está en duda. Sin embargo, estas tres letras son la garantía por la que los inversores seguirán confiando en un país. Por desgracia, para muchos de ellos, el fondo europeo se ha vuelto demasiado complejo.
Necesita más de dos billones de euros
El instrumento de rescate del euro ahora forma parte de esos productos financieros ultra complejos y de los que los inversores prefieren mantenerse alejados. Cuando la eurozona creó el fondo, anunció que valía 440.000 millones de euros. Pero en realidad, tan sólo disponía de créditos por valor de 280.000 millones. Los mercados financieros se sintieron estafados y temieron que faltara dinero en caso de que la crisis se propagara a otros países. Por lo tanto, los países de la eurozona efectivamente tuvieron que aumentar la provisión de fondos para llegar a los 440.000 millones de euros, para lo que se han necesitado 780.000 millones, pues la diferencia es lo que constituye la garantía para asegurar la triple A.
Cuando los mercados financieros vieron cómo se perfilaba la crisis de la deuda en Italia, resultó evidente que esta suma no sería suficiente. Actualmente se habla de casi dos billones de euros. Ha vuelto a aumentarse la complejidad del fondo europeo, para seguir atrayendo a los grandes inversores. Pero no ha funcionado. Es cierto que el euro-club aún puede hacer una gira por Asia y promocionar su complicado fondo. Entre bastidores, hace ya tiempo que se prepara el terreno para saciarse en otra fuente, que ha sido la única que nos ha proporcionado unos días sin dolor de cabeza: el Banco Central Europeo.