Mientras Grecia se prepara para aprobar las medidas de austeridad necesarias para cumplir las condiciones de su rescate, entre las publicaciones británicas crece la preocupación de que aun así el país se vaya a la bancarrota y arrastre a Europa con él.
¿Caerá Grecia en la bancarrota? Quizá, escribe Wolfang Münchau en Prospect, pero puede que no sea un problema al que se tengan que enfrentar los líderes actuales. “La eurozona se basa en tres pilares: lagunas jurídicas, chapuzas y mentiras”, aunque otra ‘trinidad’ de la UE —“sin salida, sin bancarrota y sin rescate”— es “lógicamente incoherente”. Probablemente, la UE seguirá prestando dinero a países pobres como Grecia e Irlanda hasta que se encuentre ante una difícil elección: acercarse políticamente o separarse.
Sin embargo, por ahora, dice Münchau, los políticos son propensos a “hacer apaños hasta que alcancen el punto de no poder seguir haciéndolos. Apuesto a que esta elección se la dejarán a otra generación de líderes políticos. Sus decisiones determinarán si Europa puede continuar en su forma actual”.
Si Grecia va a la bancarrota, dice en portada The Economist, sería un desastre para Europa. Pero “la Unión Europea parece haber adoptado una nueva regla: si un plan no funciona, seguir con él”. Mientras Grecia acata la austeridad necesaria para el rescate, la “estrategia de negación de la UE —negarse a aceptar que Grecia no puede pagar sus deudas— se ha vuelto insostenible, por tres razones”: Lla política internacional que rodea esta crisis se está volviendo “cada vez más tóxica”; los mercados están convencidos de que “poner parches no puede funcionar”; y “el miedo al contagio va en aumento, no al contrario”.
La única solución, dice la publicación, es “una restructuración metódica de la deuda griega”: ninguna panacea, sino una solución que le dé una oportunidad al país. Pero “esa opción no será posible durante mucho más tiempo. Los líderes europeos deben aprovecharla mientras puedan”.
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