"Imagínense. Un lunes en el que el metro esté vacío y las obras se paralicen. En el que los restaurantes de repente no tengan cocineros ni las universidades profesores. En el que nadie acuda a las reuniones de trabajo y en el que el 10% de las empresas se quede sin jefes. ¿Parece imposible? Pues es precisamente lo que ocurriría si los inmigrantes y sus descendientes", que representan cerca del 12% de la población francesa, "dejaran de trabajar durante una jornada", destaca Le Point.
Según explica el semanario, el colectivo "24 horas sin nosotros" ha fijado este día el 1 de marzo, aniversario de la entrada en vigor del Código de entrada y de estancia de los extranjeros y del derecho de asilo de los extranjeros con el fin de "demostrar que los inmigrantes no son una carga, sino una necesidad para que el país funcione". Por su parte, el sitio web francés Rue89presenta un retrato de Peggy Derder, Nadir Dendoune y Nadia Lamarkbi, los tres jóvenes creadores de la iniciativa que cuentan que se les ocurrió la idea inspirándose en un movimiento originado en Estados Unidos : "el 1 de mayo de 2006, se invitó a cualquier persona que sintiera algo en común con la historia migratoria del país a que dejara de trabajar y de consumir" y describen el éxito del grupo que han creado en Facebook.
Todo el sistema paralizado
Il Sole 24 Ore explica que la movilización se ha producido "al mismo tiempo en Francia, España, Grecia e Italia", que es una "primicia absoluta en Europa" y que "no se trata técnicamente de una huelga", sino de una "abstención de trabajo y de consumo", acompañada de "sentadas y manifestaciones". Esta iniciativa, nacida en Francia con el nombre de "revolución amarilla (el color oficial de la jornada) ha llegado a Italia" donde viven "cerca de cinco millones de extranjeros": "En esta iniciativa participan 50.000 seguidores en Facebook, 60 comités locales y varias organizaciones, como Amnistía Internacional", tal y como explica La Repubblica . El diario romano cita a uno de los organizadores de la manifestación en Italia que destaca que "sin inmigrantes, se produciría un apagón en la economía", empezando por "el sector de la construcción, donde la mano de obra extranjera llega al 50%. Las obras se detendrían de repente. Después sería el turno de la industria manufacturera: textil, mecánica, alimentaria. Luego, la agricultura, un sector en el que las cosechas son ámbito laboral exclusivo de los trabajadores inmigrantes temporeros. A ello le seguiría la industria de los mataderos, donde los extranjeros representan más de la mitad de los trabajadores. En las grandes ciudades, los restaurantes, los hoteles y las pizzerías tendrían que cerrar. Las familias serían presa del pánico por el desmoronamiento de su nivel de vida, debido a la desaparición de asistentes familiares, canguros y empleadas del hogar". Por último, el sistema sanitario, que emplea a decenas de miles de personas, quedaría paralizado. Y mientras que Il Giornale pone de manifiestola "producción europea" de la iniciativa y del apoyo de la mayoría de partidos y sindicatos de izquierda en Italia, La Stampa destaca que la manifestación "se prepara para desembarcar en Bélgica y Reino Unido".
Las opiniones públicas, divididas
Si bien la situación de los trabajadores inmigrantes no es fácil en la mayoría de los países europeos, es especialmente dura en Grecia, donde constituyen cerca del 9% de la población y donde la crisis económica causa estragos: "es muy duro ser inmigrante… aunque se tenga nacionalidad griega", relata así Ta Nea "una joven ucraniana que lleva viviendo en Grecia diez años, que está casada con un griego y que no consigue encontrar trabajo, ya que la consideran extranjera". "No vamos a gastar ni un euro durante un día. Y así los griegos verán hasta qué punto somos importantes para la economía", declaran al diario los organizadores de la manifestación griega.
Y si los organizadores "actúan destacando el miedo [al extranjero] y su carácter indispensable", es porque "las opiniones públicas se encuentran divididas sobre la inmigración", destaca en Il Sole 24 Ore el sociólogo argelino Khaled Fouad Allam. Éste insta a los europeos a "ir más allá y observar a Estados Unidos", que, "al absorber a poblaciones no europeas (árabes, africanos, asiáticos) ni se ha arabizado, ni africanizado, ni asiatizado. Quizás la cultura europea del futuro esté constituida por la música de Mozart, por el rap y la literatura de las nuevas minorías. El debate sigue abierto, pero habría preferido que en lugar de una huelga, se hubiera escuchado o leído el relato de sus problemas, porque las huelgas pasan, pero la literatura permanece y sabe destacar una época difícil como la nuestra".