El pasado 22 de febrero, la policía libia estuvo a punto de asaltar la embajada suiza en Trípoli, coincidiendo con el fin del ultimátum dado por el coronel Gadafi. El dirigente reclamaba la entrega de los dos hombres de negocios suizos refugiados en el edificio. Rachid Hamdani y Max Göldi, a quienes se acusa de “ejercicio de actividades económicas ilegales”, son ahora considerados como rehenes diplomáticos. El primero pudo salir del país, pero el segundo ha sido condenado a cuatro meses de prisión. “En los malos momentos, es cuando nos damos cuenta de quiénes son los amigos de verdad —suspira el Tages-Anzeiger—. Parece ser que hasta el propio Silvio Berlusconi ha intentado calmar los ánimos del dictador libio”. El diario zuriqués recalca, asimismo, que esta amistad se ha visto fuertemente motivada por los intereses de los Estados europeos: “son muy conscientes de que pronto podrían verse inmersos en la misma situación”. A todos los países les preocupa la negativa libia de conceder un visado a los residentes del espacio de Schengen. “Si toda Europa ejerciera presión, las cosas cambiarían, hasta en Libia”, concluye el diario, lanzando un llamamiento a la UE para que presione a favor de la liberación del segundo “rehén''.
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