"El extranjero amigo de Europa”, titula el Frankfurter Rundschau al día siguiente de la visita del presidente turco a Alemania. El diario aprovecha para hacer balance sobre el estado de las relaciones turco-europeas: por mucho que sonrían los presidentes Abdullah Gül y Christian Wulff, "Turquía tiene pocos fans en Europa", considera el Rundschau, para quien "el discurso sobre la adhesión de Turquía a la UE sigue siendo hipócrita y está impregnado de un lenguaje de doble sentido". Oficialmente, en teoría, Bruselas desea que Ankara se convierta en miembro de pleno derecho, pero en la práctica Alemania, Francia y Austria pisan "con los dos pies el freno". De esta manera, todavía no se han tocado dos tercios de los 35 capítulos sobre los que se acordó abrir negociaciones. A pesar del atentado bomba que causó ese mismo día tres muertos en Ankara, Gul se permitió recordar ante Wulff, en Berlín, que el principio de "pacta sunt servanda" — hay que respetar los acuerdos— también rige para Turquía. Si las negociaciones con la UE tienen que fracasar, apunta el diario en su editorial, el "nuevo tigre del Bósforo", decimosexta potencia económica mundial, podría abandonar el proyecto europeo por frustración y por voluntad propia.
Para La Repubblica, Ankara “ya se ha despedido de Europa” en Berlín: “hasta hoy, Europa y Asia nunca habían dado la impresión de estar tan distanciadas”, recoge el diario romano, puesto que “Turquía, esperando ante la puerta de Europa, afirmó ayer por primera vez y en boca de su jefe de Estado, el islamista moderado Abdullah Gül, que ‘no aceptaremos ser miembro de la Unión Europea si los habitantes de un solo país no lo quieren y consideran que Turquía es un lastre'”.
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