Tras haber contribuido a que su “bro” (abreviatura coloquial del inglés “brother”, “hermano”) Donald Trump saliese elegido, ¿han decidido los “broligarcas” –estos multimillonarios del sector tecnológico cuyas fortunas se deben a este– expandir a Europa la revolución reaccionaria que se está produciendo en Estados Unidos? Teniendo en cuenta el activismo que han demostrado estas últimas semanas para influenciar la agenda política del continente, podríamos creer que sí.
Así, Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX y consejero próximo de Trump, inunda de publicaciones X, la red social que compró en 2022. En ellos pide la dimisión del primer ministro laborista británico Keir Starmer, o expresa su apoyo a la extrema derecha alemana. Musk acusa erróneamente al premier británico de haber cubierto redes pedófilas cuando ejercía de fiscal general entre 2008 y 2013, y afirmó que “solo la Alternativa para Alemania puede salvar Alemania”, poco antes de hacer una entrevista amable de más de una hora a la jefa del partido, Alice Weidel.
Por su parte, Mark Zuckerberg, jefe de Meta (la matriz de Facebook, Instagram y Whatsapp) ha arremetido contra la legislación europea relativa a lo digital y la competencia, y la acusa de limitar la libertad de expresión y de penalizar a las empresas estadounidenses. Recientemente, ha anunciado la eliminación de la verificación de datos en los contenidos publicados en sus plataformas.
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