En la legislatura anterior ya habíamos entrado en un escenario de excepción, pero quien ahora ostenta el Gobierno no quiso darse por enterado. Entonces su prioridad no era el país, sino sus propios intereses electorales. Luego, una vez que ya lo alcanzaron, empezaron a poner en práctica todo lo que nos prometieron que no harían. Quizá, si lo hubieran hecho de golpe y nada más aterrizar, al menos hubiesen conseguido algo de eficacia. Pero no, el tratamiento tenía que ser homeopático y no de choque, porque había aún algunos flecos políticos colgando, como las elecciones de Andalucía.
Los gobernantes de entonces, por su parte, no comenzaron a actuar con contundencia hasta que, casi de forma literal, Europa se les echó encima. En ambos casos los intereses políticos de cada una de las partes predominaron sobre lo que dictaba la urgencia de la situación.
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Contrapunto
Rajoy, entre la espada y la pared
“El Gobierno atrapado entre la espada del mercado y la pared de la calle”, titula El Mundo, al día siguiente de las manifestaciones que sacaron a la calle a cientos de miles de personas en las principales ciudades de España. En ese mismo momento, el Parlamento aprobaba el último capítulo de 65.000 millones de euros de recortes presupuestarios anunciados por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El diario madrileño considera que Rajoy se queda "sin margen de maniobra para ceder a la presión”, a pesar de que se haya aprobado la ayuda financiera al sector bancario (por un máximo de 100.000 millones de euros) tanto por el Parlamento alemán como por el finlandés. Por parte de los mercados, la presión también sigue siendo muy dura, con la prima de riesgo batiendo un récord al llegar al 5,93%.
Por su parte, el editorialista José María Carrascal considera en el diario conservador ABC, José María Carrascal, que “los recortes son estímulos" necesarios para reconducir la economía del país:
recortes y estímulos no son antitéticos, sino concatenados, siendo los primeros la base de los segundos. Dicho en pasiva: los estímulos sin recortes no sirven para nada. O: introducir modernos incentivos en una economía anticuada es como echar agua en un cedazo. Tal como entran, salen sin dejar rastro [...] España es un país sobre-endeudado, sobresubvencionado, sobre-regulado, sobre-lastrado en todos los niveles, estatal, autonómico, municipal, financiero, personal, y lo primero que necesita es quitarse de encima esa deuda, esas subvenciones, esas regulaciones, ese lastre acumulado durante años o puede décadas de laxitud fiscal y administrativa. Venirnos con que necesitamos «estímulos» ya de entrada es como dar hamburguesas y espaguetis a alguien con 250 kilos encima.