Los turismos y las furgonetas ligeras son responsables, respectivamente, de alrededor del 16 % y el 3 % de las emisiones totales de CO2 en la UE. Casi 330 000 muertes prematuras en la UE pueden atribuirse cada año a la contaminación atmosférica, así como a numerosas enfermedades, entre ellas cardiopatías, cáncer, asma, enfermedades pulmonares e ictus. En conjunto, los costes sanitarios atribuibles a la contaminación atmosférica causada por el transporte por carretera se han calculado entre 67 000 y 80 000 millones de euros al año en la UE.
Todas son razones de peso por las que debe llegarse a un acuerdo para una nueva ley (la última fue elaborada en 2023 por los legisladores de la UE). Según las nuevas normativas, los fabricantes de automóviles deberán reducir gradualmente la intensidad de CO2 de sus flotas entre 2025 y 2034, y todos los coches nuevos que se vendan a partir de 2035 tendrán que ser de cero emisiones.
A pesar de sus casi evidentes efectos positivos a largo plazo, los conservadores europeos (PPE) están poniendo en tela de juicio la ley, además de países como República Checa, Italia y Francia. Este reto puede afectar a unos 14 millones de personas en toda Europa que trabajan directa e indirectamente en el sector automovilístico.
El fabricante alemán de automóviles Volkswagen amenazó en diciembre de 2024 con eliminar 15 000 puestos de trabajo para seguir siendo competitivo con respecto a China. Los costes excesivos del cambio a los vehículos eléctricos y la caída de la demanda han provocado un descenso de los beneficios en los últimos años.
En Italia, la dimisión de Carlos Tavares como director ejecutivo de Stellantis (antes Fiat) ha puesto de manifiesto los perjuicios de la estrategia de beneficios seguida en los últimos años, y el caso del proveedor automovilístico GKN (cuyos trabajadores de la planta de Florencia llevan más de un año sin cobrar antes de su cierre) también es emblemático: Silvia Giagnoni escribió un libro sobre su experiencia.
Aquí nos acercamos a la frontera del periodismo climático, en el que se pide que se explique qué es justo, qué no lo es y por qué.
Fue en junio cuando Matej Moravansky abordó este tema para Denik Referendum: “La ideología política del automovilismo está experimentando una importante victoria (...) “Poseer un coche se presenta en nuestra sociedad casi como un derecho humano fundamental. El automovilismo se ha convertido en una ideología que ha alcanzado un éxito político innegable en nuestro país y en toda la Unión European”, plantea Moravansky.
“Quizá en su forma más pura, el fenómeno del automovilismo político ha surgido en la República Checa. La coalición electoral entre el movimiento Přísaha y el partido Motoristé, liderada por Petr Macinka, empleado del Instituto Václav Klaus y mano derecha del expresidente, colocó a Filip Turek, propietario de influyentes canales de redes sociales y antiguo piloto de carreras, a la cabeza de la lista de candidatos. Llevó a la coalición a lograr un diez por ciento, asegurándose así un mandato para él y para Nikola Bartůšek como eurodiputado”.
El espíritu del partido Automovilistas quizá se entienda mejor leyendo el “Manual para eliminar obstáculos ecoterroristas en la carretera”, que el partido publicó en su sitio web. Afirma lo siguiente:
“Este manual se ha creado en una situación en la que el terrorismo contra la población en general se ha extendido en países que antes se caracterizaban por una democracia de estilo occidental y cuyo denominador común es la imposición de la culpa por un determinado Estado del planeta Tierra y, al mismo tiempo, la incapacidad o, más bien, la falta de voluntad de las autoridades públicas para hacer frente enérgicamente a este terrorismo, ya que los representantes del movimiento terrorista en muchas ocasiones ya son miembros de los Gobiernos en el ámbito nacional y local”.
“La conspiración se combina aquí con la defensa de la derecha del mundo “normal” frente a estructuras políticas plagadas de 'ecoterrorismo'”.
Eso fue justo antes de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024, cuando el Pacto Verde empezaba a experimentar una fuerte reacción en contra.
Más recientemente, Virginie Malingre escribió sobre la crisis del sector automovilístico para Le Monde. Lo resume de forma eficaz del siguiente modo: “Europa intenta con torpeza salvar su sector automovilístico. Los Estados miembros buscan una fórmula para apoyar al sector del automóvil, que está experimentando un importante cambio hacia los vehículos eléctricos y se ve amenazado por la competencia china. […] El destino que la Unión Europea reserve a una industria automovilística, actualmente sumida en plena crisis, será emblemático.”
Aun así, existen soluciones, según Linnea Nelli, que en Altreconomia responde a la pregunta “¿qué hacer para lograr una transición justa en el sector automovilístico?”. “Se dan todas las condiciones para una transición injusta en el sector automovilístico europeo. Se necesita urgentemente una política industrial”. “En general”, expone Nelli, “el sector italiano del automóvil está teniendo dificultades para afrontar la transición debido a la deslocalización de actividades productivas, no solo de bajo valor añadido, a países del Este (como Stellantis en Polonia); la venta de empresas y fábricas del sector de componentes a multinacionales extranjeras que invierten en investigación y desarrollo y producción para la electrificación en fábricas de otros países, especialmente cerca de los centros de investigación y desarrollo y en países con bajos costes de mano de obra; la falta de inversión y la reducción de personal en la transformación empresarial de Fiat, Fca a Stellantis. En este contexto, la intervención pública es débil y tardía”.
Si echamos un vistazo a 2025, tampoco es prometedor. Alemania celebra elecciones parlamentarias el 23 de febrero y es probable que la campaña electoral se desarrolle en el campo de batalla industrial: como parte del avance de la serie de CLEW, Brigitte Knopf, directora del think tank Zukunft KlimaSozial, afirma que la asequibilidad de la transición es un tema clave para el próximo Gobierno.
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