Estos iraníes exiliados despachan tanto a Mir Hossein Mussavi como a Mahmud Ahmadinejad en nombre de la “tercera vía: un cambio democrático y la instauración de la soberanía popular por el pueblo iraní y su resistencia”. Pero por “resistencia” debe entenderse combatientes, armados y clasificados hasta el pasado mes de enero como organización terrorista por la Unión Europea (clasificación aún vigente desde el punto de vista de EE.UU.).
Parece ser que este movimiento en un tiempo calificado como “marxista-islámico”, que ayudó a derrocar al Sha antes de levantarse contra el régimen de los mulás, es la principal fuerza de oposición en el exilio y, después de sus inicios en Francia y tras pasar luego a encontrarse durante largo tiempo bajo la protección del Irak de Sadam, hoy está en una situación más incierta. Todos los años, su dirección, con sede en Auvers-sur-Oise, organiza una gran reunión de la diáspora.
“Hay más gente que de costumbre. Por este recinto ferial de Villepinte han pasado 90.000 personas”, nos asegura Afchine Alavi, el hombre que supervisa las relaciones con los periodistas y se asegura de que cada cual se dirija a las personas “correctas” y no se entretenga en medio de un público muy ecléctico y más escaso de lo que se nos había dicho (de una ojeada vemos que hay una décima parte de la gente que anunciaban).
Nos hablan de que han acudido “1.000 autobuses” de toda Europa para respaldar la causa. Nos cruzamos con bastantes rusos y con alemanes que no entienden una palabra del discurso pero agitan con valentía sus banderitas para decir “no al terrorismo y no a Mussavi”.
De Sarcelles han venido asociaciones de mujeres africanas “por solidaridad con los mártires de Achraf”, un campo situado en Irak que acoge a 3.500 combatientes iraníes recientemente desarmados.
Muchos son los militantes marxistas que se identifican también con esta “resistencia” como el jubilado Bernard Fortin, para quien Maryam Rajavi es una “auténtica demócrata dotada de un gran carisma y que merece gobernar”. E incluso jóvenes somalíes de Londres engatusados por amigos iraníes porque “por 30 libras el fin de semana, era asequible”.
Una tarima bien custodiada
Maryam Rajavi, “el sol de la revolución”, tiene todo lo que caracteriza al jefe de Estado que le gustaría ser. La llegada de su cortejo de limusinas es filmada por una miríada de cámaras que retransmiten las imágenes a una pantalla gigante, sus incontables guardaespaldas vigilan que nadie se le acerque demasiado y por todas partes hay portavoces que desgranan el discurso de los mártires, ilustrándolo con fotos.
Como Hassan Habibi, que se presenta como responsable de la oficina de París del comité internacional de apoyo a la revuelta de Irán y presume de la diversidad de la coalición del Comité Nacional de la Resistencia Iraní (cuya principal facción son los muyahidin):
“Aquí verán chicas en minifalda y mujeres con velo, gente de derechas y de izquierdas. Todos somos laicos y democráticos. Nuestra consigna ‘abajo la dictadura’ es lo que se oye por las calles de Teherán. Todo el mundo se da cuenta hoy en día de la importancia de nuestra capacidad de organización aquí y allá”.
“El pueblo iraní que se ha echado a la calle simpatiza con nuestro objetivo”
¿Qué papel tienen exactamente los muyahidin en la revuelta actual? Resulta muy difícil de decir. Durante la entrevista privada que el círculo íntimo de Maryam Rajavi nos organizó con ella tras su discurso público, la líder se mostró evasiva:
“Es un poco secreto, pero creo que ahora el pueblo iraní que se ha echado a la calle simpatiza con nuestro objetivo”.
Jean-Pierre Brard, diputado comunista de una localidad cercana a París llamada Montreuil, quien acudió en calidad de buen vecino para demostrar su amistad hacia el pueblo iraní y pudo salir a la palestra al igual que muchos de los cargos municipales venidos de toda Europa, nos daba su visión de las cosas:
“El régimen intenta sobrevivir sustituyendo a un asesino por otro, pero el pueblo no quiere eso y es el momento de darle apoyo. El pueblo va a derrocar al régimen como hicimos nosotros cuando la Revolución y después habrá elecciones libres”.