Los últimos habitantes de la aldea de Doel, Bélgica, tienen hasta el miércoles 30 de septiembre para dejar sus hogares. Además, existe el riesgo de que puedan ser desalojados por bulldozers. Ubicado en el corazón de los pólders en la orilla oeste del Escalda, Doel ha ido desapareciendo bajo la presión de la expansión del puerto de Amberes, uno de los más grandes de Europa. En la década de los 70, Doel contaba con 1.300 habitantes; hoy, escasamente suman treinta. “[Doel] se convirtió en una ciudad fantasma. Las calles están vacías, sus casas en ruinas y 'graffiteadas'. Todas las tiendas han cerrado sus puertas ", escribe Le Soir. Las pocas personas decididas a permanecer en sus hogares han creado un colectivo para actuar, "Doel 2020", que aboga por conservar el pueblo. A pesar de las quejas y peticiones a los tribunales, la empresa LSO, nuevo propietario del lugar, ha mantenido su llamamiento para abandonar las casas.
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