El 9 de diciembre por la mañana, Hungría era el único país que seguía la estela del Reino Unido en su rechazo de adherirse a la reforma de los tratados europeos. A mediodía ya formaba parte del acuerdo. El primer ministro Viktor Orbán justificó su actitud al explicar que "el Parlamento debería discutir la participación de Hungría en el acuerdo de los Estados miembros de la zona euro porque se transfiere soberanía nacional".
Népszabadság subraya que el comportamiento de Orbán en Bruselas puede explicarse por los condicionamientos de la política interior. Por una parte, al obligar a la oposición pro-europea a mantener el acuerdo para reforzar la disciplina presupuestaria, “Orbán pretende compartir con Europa la responsabilidad de aplicar las medidas de austeridad”, señala el diario de centroizquierda. Por otra parte, el primer ministro podría aprovechar la coyuntura para distanciarse de la extrema derecha, que apoya al Gobierno en el Parlamento pero que se opone al acuerdo.
El semanario conservador Heti Válasz, por su parte, ataca al Gobierno con una inusual virulencia. “Orbán parece repetir los errores de los Gobiernos socialistas precedentes, considerados incoherentes e incompetentes”, considera la publicación, para la que esta incoherencia conduce a desacreditar la acción de un Gobierno al que “ya no podemos tomar en serio”.