“Giro de ciento ochenta grados del tribunal de apelación”, escribe La Stampa. Los inmigrantes ilegales con hijos que estudian en Italia no pueden evitar la deportación argumentando que ello les causaría un shock emocional. El tribunal desestimó la apelación de un ciudadano albanés alegando que el principio de protección del “desarrollo físico y psíquico” de los niños, que bloqueaba la deportación de padres y madres de niños que asisten a colegios italianos, sólo se aplica en “situaciones de emergencia”. Tras la introducción del delito de inmigración irregular, que redujo el número de “sin papeles” (inmigrantes indocumentados) que asisten a los hospitales en un 30 por cierto, “las escuelas podrían convertirse en otra zona restringida para los extranjeros”, comenta el periódico. La paradoja consiste en “tener derechos pero no poder utilizarlos debido a la amenaza de la deportación. Una pena muy grande, una pesadilla que les lleva a prescindir de la asistencia sanitaria e incluso de los sueldos. ¿Y ahora también de la educación de sus hijos?
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