Hasta finales de septiembre no se sabrá si la ofensiva diplomática del primer ministro griego, Antonis Samaras, para obtener un aplazamiento de dos años (de 2014 a 2016) para que su país alcance el equilibrio presupuestario da sus frutos. Ni la canciller alemana, Angela Merkel, ni el presidente francés, François Hollande, con los que Samaras se ha reunido el 24 y 25 de agosto respectivamente, se comprometieron al respecto. De hecho, ambos afirmaron que, antes de pronunciarse, esperarían al informe de los acreedores de la troika UE-FMI-BCE sobre el estado de las reformas estructurales en Grecia.
"El resultado concreto de la reunión Merkel-Samaras se verá en las próximas semanas”, comenta Polimilis Sifis en el To Vima:
Parece que el clima de guerra fría que iba aumentando en estos últimos días en la capital alemana, y además también en otros lugares, no se ha visto confirmado. Samaras y sus socios de coalición parecen disfrutar de una última oportunidad para encarrilar al país hacia la salida de la crisis, asegurando el retraso del necesario pero doloroso ajuste fiscal, tratando de recobrar la credibilidad perdida.
Giorgios Delastik se muestra claramente menos optimista puesto que señala en To Ethnos que
En el seno de la opinión pública alemana, existe una atmósfera cada vez más hostil a que Grecia permanezca en la zona euro: el 61% de las personas a las que la cadena de televisión alemana ZDF preguntó afirma que desea que se expulse a Grecia del euro y únicamente el 31% se mostraba a favor de su permanencia.