El 21 de agosto, con motivo del cuadragésimo tercer aniversario de la invasión de Checoslovaquia por parte de las tropas del Pacto de Varsovia bajo mando moscovita, la prensa checa considera que la intervención marcó no solamente "el fracaso de la política del Partido Comunista checoslovaco" y de su voluntad de introducir el socialismo de rostro humano; sino que provocó a su vez un "Waterloo en la ideología comunista soviética", tal y como recoge Euroskop. Asimismo, también redujo a cenizas "la esperanza de los comunismos por llegar tal y como la formularon los intelectuales de Europa del Este y del Oeste. Y, por fin, el retraso económico y militar del imperio soviético salió a la luz del día".
La reciente publicación del libro 1968. La visión de los rusos [no publicado en español], del historiador checo Josef Pazderka, permite por primera vez que los checos conozcan cuál era la versión rusa sobre los sucesos de la Primavera de Praga y sobre su abrupto fin. "Hoy ya no tenemos necesidad de demonizar a Rusia", publica Euroskop, "pero es mejor mantener la desconfianza frente a un país que no siempre ha sido capaz de reflexionar sobre la ocupación de 1968, porque por parte de la intelligentsia rusa sigue alimentando el cliché que defiende que se salvó a Checoslovaquia de una segunda agresión alemana".
El diario Mladá fronta DNES revela que una parte de la sociedad soviética, particularmente los intelectuales y los disidentes, seguían muy de cerca los sucesos de 1968 en Checoslovaquia, con la esperanza de que la primavera de Praga se extendiese a la propia URSS. "Para ellos", subraya el diario de Praga, "la intervención militar representaba la ruptura ideológica con el sistema comunista".