Empleados de Ford bloquean el acceso a la planta de Genk (Bélgica), el 24 de octubre de 2012.

Flandes-Valencia, la nueva ruta de Ford

Bélgica está conmocionada por el anuncio del cierre de la fábrica del fabricante estadounidense en Genk. Pero en España, país al que va a ser transferida la producción, se subraya la diferencia de competitividad entre los dos países.

Publicado en 25 octubre 2012 a las 14:26
Empleados de Ford bloquean el acceso a la planta de Genk (Bélgica), el 24 de octubre de 2012.

La fábrica de Ford en Genk cerrará en 2014. El anuncio hecho público el 24 de octubre provocó una ola de indignación en la prensa flamenca [el 25, Ford también anunció el cierre de dos plantas y la supresión de 1.400 empleos en Inglaterra]. Implica que más de 10.000 puestos de trabajo corren peligro, entre los de la propia empresa y los de las subcontratas. En el Gazet van Antwerpen, Paul Geudens critica la falta de humanidad que demuestra el fabricante de coches estadounidense:

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Grosera. Insensible. Cínica. Vil. De patán. No existen otras palabras con las que calificar la actitud de la dirección europea de Ford. Ni siquiera ha tenido el valor de venir a pronunciar la sentencia de muerte. Un insulto sin precedentes.

El editorialista, que recuerda que el mes pasado la propia dirección firmó un acuerdo para la fabricación de tres nuevos modelos, insta a que los sindicatos y el Gobierno belga

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Emprendan un proceso judicial [...] la ruptura de una promesa no debería quedar impune [...] Ford debe devolver las decenas de millones de subvenciones que ha percibido sin razón. Serán más útiles aquí [en Bélgica] para la reconversión que en las fábricas de España o Alemania.

En De Standaard, el redactor jefe, Bart Sturtewagen, admite que la manera en que Ford ha actuado es “repugnante”, pero pide a los belgas que “arrimen el hombro” y dejen de buscar culpables:

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¿Vamos a malgastar esta crisis para mantener debates estériles que no salvarán ni crearán ningún empleo? Gastamos continuamente energía en dividir a la gente: patrones contra trabajadores, banqueros contra contribuyentes, [...] derecha contra izquierda, flamencos contra valones [...] ¿Por qué no utilizar una décima parte de dicha energía en una investigación orientada a buscar medidas y opciones políticas más prometedoras y que tengan un mayor impacto sobre nuestra competitividad?

A 1.500 kilómetros de allí, ABC utiliza la misma foto en portada que Gazet van Antwerpen, pero tiene un tono diametralmente opuesto: “Ford deja Bélgica atraída por la competitividad de España”. Porque la producción de la fábrica de Genk se traslada a Almusafes, en Valencia:

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La reestructuración mundial que ha diseñado Ford para ajustar sus costes de producción refuerza los intereses de la industria automovilística española. […] Por primera vez en muchos meses, la Europa del sur se impone a la del norte en una decisión de calado industrial.

La decisión del fabricante estadounidense implica la pérdida de 10.000 empleos en Bélgica, pero asegura la continuidad de otros 15.000 en España. ABC señala que:

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Las lágrimas de los trabajadores de la planta de Ford en la ciudad de Genk (Bélgica) contrastaban ayer con el alivio de la plantilla de Almusafes […]. Las convulsiones nacionalistas que sufre Bélgica no son ajenas al cierre de la factoría de Genk, cuyos modelos serán fabricados, con unos costes de producción más reducidos, en Valencia […]. En plena oleada de cierres y ajustes, España —segundo fabricante europeo, solo por detrás de Alemania— consolida su posición de liderazgo en el sector del automóvil, que representa el 10 por ciento del PIB nacional y, de forma directa e indirecta, emplea a más de 300.000 trabajadores.

Ante este contratiempo, La Libre Belgique recuerda los cierres de las plantas de Renault en Vilvorde en 1997 y de Opel (General Motors) en Amberes en 2010 y se plantea: “¿Existe un mal belga?”:

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El cierre de la planta de Ford en Genk se debe al alto coste de la mano de obra en Bélgica (40,60 euros por hora) [...] que en 2011 marcó el récord de la Unión Europea en materia de coste salarial por hora, es decir, el doble que en España (22 euros).

Sin embargo, el diario belga consultó a Peter Van Houte, economista jefe de ING, y en su opinión “ignorar ese problema de coste en Bélgica sería estar ciego [...] Aunque centrarse exclusivamente en ese coste también sería un error”. Las cuestiones "vinculadas al tamaño del país, otras relacionadas con decisiones políticas o con perspectivas estratégicas" también pueden servir para explicar que a las multinacionales no les guste ese ambiente. El último informe sobre competitividad del Banco Mundial lo avala, puesto que Bélgica pasa -

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de la vigésima posición en 2008 a la trigésimo tercera en 2012. Mientras en dicho periodo, otros países europeos han avanzado. Como es el caso de España, que de la sexagésimo segunda posición pasa a la cuadragésimo cuarta plaza.

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