El 10 de noviembre comenzó la trigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP30) en Belém, Brasil. Este año se acabaron los grandes anuncios: según algunos observadores, la conferencia se centrará principalmente en el cumplimiento de las promesas climáticas hechas en el pasado, en particular en el Acuerdo de París de 2015.

Asimismo, se debería destacar el papel de los pueblos indígenas en la protección del medio ambiente, por ejemplo, a través del Tropical Forest Forever Facility (TFFF), un fondo de inversión para los Estados que protegen los bosques tropicales — una parte de este se destinaría a las poblaciones nativas que preservan las zonas boscosas en sus tierras.

Entre la notoria ausencia de Estados Unidos, los compromisos climáticos de la Unión Europea considerados demasiado flexibles y los nuevos planes para la reducción de las emisiones de carbono criticados por su falta de ambición, el espectro de la inacción política se cierne sobre la COP, como todos los años. Sin embargo, el gran evento dedicado al clima sigue siendo crucial: aunque hoy en día la limitación del calentamiento global a 1,5 °C parece estar definitivamente comprometida, se han logrado muchos avances en materia de protección del medio ambiente, energías renovables y financiación.

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