Cuando hablamos de diversidad e inclusión, hay una categoría de personas que se suele excluir: las personas mayores de 50 años. Esta exclusión se aprecia con más claridad en las discusiones sobre el discurso de odio en línea, que se centran casi exclusivamente en el lenguaje racista, misógino o capacitista, y rara vez en el edadismo. Por lo menos antes de que Elon Musk tomase posesión de Twitter (ahora X), las plataformas de redes sociales parecían esmerarse en eliminar publicaciones y memes deshumanizadores dirigidos a minorías étnicas o sexuales, pero nunca se vio ese afán por censurar la deshumanización de las personas mayores.
Era y sigue siendo aceptable odiar a los “boomers”. El ejemplo más conocido es el uso popular de “OK, Boomer” para desestimar aportaciones irrelevantes de las personas mayores. En Reddit, una página conocida por eliminar contenido ofensivo, hay un subreddit llamado “Boomers Are Tumors” (“Los boomers son tumores” en español) con 4000 miembros. En 4chan y en otras páginas se propagó el “día de la almohada”, “un evento hipotético de matanza masiva contra los baby boomers llevado a cabo mediante la sofocación de estos con almohadas en los hogares de ancianos”.
Este resentimiento no se limita al mundo anglosajón. Si echamos un vistazo superficial a la presencia en línea de la derecha en Francia, nos encontraremos con el denominado meme del “contrato social”, en el que el joven profesional “Nicolas (de 30 años)”, solloza al ver que la mitad de su sueldo se destina a la asistencia social de inmigrantes no cualificados y a “enormes pensiones” para “Bernard y Chantal (de 70 años)”.
Un aspecto que va de la mano con esta forma de exclusión es la condescendiente presunción de que los mayores de 50 son menos capaces —tanto de manera física como intelectual— de contribuir a la sociedad, sobre todo en el contexto laboral. En Francia, según informa Mélanie Mermoz en l’Humanité, “ahora las políticas de diversidad de las compañías están comenzando a incorporar la lucha contra el edadismo”, pero “todavía se tolera demasiado la discriminación contra las personas mayores”. Mermoz hace referencia al barómetro 17 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la percepción de la discriminación en el trabajo, publicado en diciembre de 2024, según el cual “una cuarta parte de las personas mayores desempleadas afirman que durante una entrevista de trabajo se les dijo que eran muy viejos para el puesto”, y “el 50 % declara haber tenido interacciones denigrantes en el trabajo en los últimos cinco años”. Cuando estos trabajadores reportaron estas experiencias a sus empleadores, solo la mitad “se sintieron escuchados”.
Pascale Hardy-Amargil, fundadora de la agencia de comunicaciones y consultoría de diversidad e inclusión Yes We Are, explica a Mermoz que los “empleados mayores se ven invisibilizados en los comunicados de la empresa [...]. Los empleados mayores no aparecen en vídeos [...] ni en páginas de LinkedIn, y lo que no vemos no existe”.
En La Tribune, la ministra francesa de Trabajo y Empleo Astrid Panosyan-Bouvet habla de manera franca sobre la discriminación a la que se enfrentan los trabajadores mayores: “La edad es el mayor vector de discriminación en el lugar de trabajo: después de los 50, se tiene un menor acceso a capacitaciones, es tres veces menos probable ser convocado a una entrevista, y cuando uno está desempleado, lo está por más tiempo. Pero la experiencia tiene valor. Deberíamos dejar de hablar de ciudadanos de la tercera edad y hablar más bien de trabajadores experimentados”.
En su entrevista con Marjorie Cessac para Le Monde, Frédérique Jeske, fundador de Senior for Good, también afirma que “el edadismo es la mayor forma de discriminación en el mercado laboral”, y agrega que es “silencioso, socialmente aceptable y muy poco mencionado en las conversaciones”.
En Kollega, la revista de Unionen, el sindicato más grande de Suecia, David Österberg habla con el economista de la Universidad de Upsala Stefan Eriksson sobre su investigación en torno a la discriminación etaria en el ámbito laboral. Para uno de los estudios de Eriksson, “se enviaron 6000 solicitudes de trabajo ficticias que mencionaban la edad de los solicitantes. El resultado fue que ya a los 40 se tenía una menor probabilidad de ser contactado por un reclutador. Esta probabilidad bajaba más conforme aumentaba la edad, y para las personas cercanas a la edad de jubilación, la probabilidad de ser contactados por un reclutador fue muy baja”.
“Lo que me sorprendió”, dijo Eriksson, “fue que empezase tan temprano. En el debate general, se suele afirmar que la edad de discriminación empieza entre los 50 y los 55, pero pudimos observar que ya a los 40 se tiene una menor probabilidad de ser contactado. [...] Esto se extiende desde las profesiones manuales hasta las administrativas. No identificamos ningún patrón claro basado en la profesión. Se podría pensar que hubo más rechazos por edad en puestos de labor física, pero no fue así”.
La investigación de Eriksson también reveló que los empleadores suelen tener estereotipos negativos sobre los empleados de mayor edad en cuanto a su “flexibilidad” y su habilidad para “aprender cosas nuevas” y para ser “determinados y emprendedores”. Estos estereotipos también reducen las oportunidades de ascenso de los empleados de mayor edad. Por ende, para Eriksson, existe una contradicción entre la presión para alargar la vida laboral de las personas (por ejemplo, al aumentar la edad reglamentaria de jubilación) y el hecho de que las personas sufren de una mayor discriminación a medida que envejecen: “Se nos insta encarecidamente a que trabajemos por más tiempo, pero esto es difícil de lograr si los empleadores se muestran renuentes a reclutar a las personas mayores. La gente debe estar dispuesta a trabajar, pero los empleadores también deben estar dispuestos a contratar”.
En Demos, el boletín del Instituto Demográfico Interdisciplinario de Países Bajos (NIDI), Jasper Bosma y Hanna van Solinge presentan un escenario un poco más optimista para los trabajadores mayores, o al menos para aquellos que trabajan en Países Bajos. De acuerdo con académicos de la Rijksuniversiteit Groningen, pese a que “la edad de jubilación es una fuerte norma social para dejar de trabajar, [...] el índice de empleo ha aumentado drásticamente en los últimos años entre los pensionistas. Por ejemplo, las cifras de Statistics Netherlands muestran que la tasa de empleo de las personas de 68 años ha aumentado de un 10 % a un 26 % para los hombres entre 2003 y 2023, y a un 8 % para las mujeres”. Los investigadores también observaron que “la salud es un factor obstaculizador, pero no excluyente: un 8 % de los pensionistas con un estado de salud moderado o deficiente todavía estaban activos en el mercado laboral”. En promedio, los empleados mayores también pretenden seguir trabajando hasta los 75 años (la edad de jubilación neerlandesa es de 67 años).
Lo que es quizá más interesante es que los problemas financieros ocuparon un puesto bajo en la lista de motivos por los que los pensionistas retoman o permanecen en su trabajo. En este estudio, todas las categorías eligieron la “diversión” como su motivo principal, seguido del “contacto social”. El motivo de “ingresos” se posicionó en tercer o quinto lugar dependiendo de la categoría de trabajadores.
Ante el temor de que la mano de obra escasee cada vez más a medida que la población europea envejece, los investigadores del NIDI sostienen que comprender mejor los motivos y las preferencias de los trabajadores en edad de jubilación puede ayudarnos a entender cómo integrar mejor a estos trabajadores experimentados en el lugar de trabajo, y “los resultados de este estudio sugieren que los pensionistas trabajan principalmente porque les gusta”.
En colaboración con Display Europe, cofinanciado por la Unión Europea. No obstante, los puntos de vista y opiniones expresados son exclusivamente los del autor o autores y no reflejan necesariamente los de la Unión Europea ni los de la Dirección General de Redes, Contenidos y Tecnología de las Comunicaciones. Ni la Unión Europea ni la autoridad otorgante pueden ser consideradas responsables de las mismas.

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