Las negociaciones han durado poco. El 16 de diciembre, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea decidieron suspender sus reuniones con Budapest sobre una posible ayuda financiera solicitada por Hungría. Las dos instituciones consideran que la reforma sobre la gobernanza del Banco Nacional de Hungría presentada por el Gobierno de Viktor Orbán amenaza la independencia de la institución. Según el proyecto de ley, el Gobierno y el Parlamento, del que el partido de Orbán ostenta dos tercios de los escaños, podrían nombrar a un número determinado de directivos del banco.
Para el diario de centro izquierda Népszabadság, este nuevo capítulodemuestra que "la Unión empieza ya a dejar de tener tratos con el régimen de Orbán: ¿por qué financiar un sistema autoritario, antidemocrático y antieuropeo?". "El problema reside en que la delegación se ha marchado pero nosotros seguimos aquí. Al borde del abismo”, lamenta.
El diario conservador Magyar Hírlap subraya por su parte que "era el peor momento para despertar la ira del FMI y de la UE”. "El Gobierno ha cometido un error táctico al presentar la nueva ley sobre el Banco Nacional durante las negociaciones", considera este periódico que concluye que "Más vale estar junto al FMI y a la Unión que sin ellos".