Una stuga (casa tradicional) en miniatura en Västerås, en el centro de Suecia. Imagen: Daniel Köttbullekvist

El inaccesible modelo escandinavo

Transcurrido un año desde el comienzo de la crisis económica, los europeos siguen buscando soluciones para mitigar sus consecuencias. Suecia, cuyo modelo social es una referencia para numerosos países, ha hecho de ello una prioridad durante su presidencia de la Unión. Pero, para Le Soir, el ejemplo resulta difícil a imitar.

Publicado en 6 julio 2009 a las 15:24
Una stuga (casa tradicional) en miniatura en Västerås, en el centro de Suecia. Imagen: Daniel Köttbullekvist

Hace un año, Francia tomaba las riendas de la Unión Europea con Nicolas Sarkozy a la cabeza. Una presidencia destacada pero no exenta de críticas por parte de los socialistas, que lamentaron la falta de defensa del modelo social europeo. Un año después, la recesión ha hecho mella y volvemos a hablar de cuestiones sociales. Además del cambio climático, la presidencia sueca considera prioritaria la lucha contra la crisis económica y pretende poner a punto la Estrategia de Lisboa para el crecimiento y el empleo, cuya aprobación está prevista para el periodo de presidencia española, en el 2010.

En estas circunstancias, resulta inevitable preguntarse si el modelo social sueco puede ser útil a los veintisiete Estados miembros de la Unión para salir del atolladero. ¿Podría ser el antídoto contra la crisis? ¿No dispondría Suecia de una gran oportunidad para lucirse y hacer olvidar la desastrosa presidencia checa?

Desde hace una veintena de años, el modelo escandinavo, como suele denominarse, ha servido de inspiración —en mayor o menor grado— para las políticas sociales de varios Estados (Bélgica, Francia, Alemania...), que no han logrado, sin embargo, reproducir el “paraíso” sueco. En Suecia la tasa de empleo se situaba en el 73% antes de la crisis, esto es, por encima del objetivo del 70% fijado en Lisboa en el 2000. Por ejemplo, el 71,5% de las mujeres ejerce una actividad profesional; en Bélgica, sólo una de cada dos. ¿Es el modelo escandinavo la panacea? “Es demasiado pronto para saber cómo resistirá el modelo a la crisis”, señala Ernst Erik Ehnmark, ponente del Comité Económico y Social Europeo.

Un trasplante imposible

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Según Felix Roth, investigador del CEPS, un comité de expertos con sede en Bruselas, trasplantar el modelo escandinavo a las políticas sociales de los Estados miembros es, lisa y llanamente, imposible. En su opinión, esto es debido a que “el sistema escandinavo tiene un gasto social enorme, algo que muchos países asocian a un menor rendimiento económico”. Para estos países, el dinero que se invierte en el ámbito social privaría al sector educativo de los medios necesarios para formar trabajadores cualificados, el tipo de trabajador que no engrosa las listas del paro. Sería una pérdida de tiempo tratar de convencer a Gran Bretaña, que concede más importancia a las leyes del mercado que al estado del bienestar, o a la mayoría de los nuevos Estados miembros, que no podrían costear el sistema.

Los suecos han logrado poner en marcha un círculo virtuoso: el trabajo produce riqueza; la riqueza se invierte en formación y da trabajo. El economista Pierre Reman de la Universidad Católica de Lovaina señala como posibles causas el elevado índice de sindicalización (80%), la política salarial —definida por la concertación entre patronales y sindicatos— y, sobre todo, el estado del bienestar activo, en el que el parado se moviliza cada vez que es necesario. La clave es la adaptación.

Pero la “flexiseguridad”, que suele relacionarse con Dinamarca, tiene un precio: la elevada carga fiscal. Ni que decir tiene que en Bélgica y en los países en los que los márgenes presupuestarios son ajustados, instaurar un modelo con estas características parece imposible.

¿Qué podemos esperar entonces de Suecia en los próximos seis meses? “Que dé una pincelada social a la estrategia de Lisboa, que estará más centrada en la cuestión del cambio climático”, responde Ernst Ehnmark con resignación.

Gery Coomans, experto de la Comisión, tampoco cree que haya llegado la era del modelo escandinavo: “En tiempos de crisis, la idea de implantar un sistema de este tipo es una quimera. Ahora lo que se lleva es el proteccionismo nacional”. Como también se lleva citar a Roosevelt y a Obama: “Don’t waste the crisis”. Pues eso, saquemos partido a la crisis, aunque parece que, hasta el momento, Europa no ha estado muy por la labor.

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