Una manifestación en Reykjavik, en Islandia, el 15 de noviembre de 2008 (AFP)

El largo camino a Bruselas

El 16 de julio, el Parlamento islandés aprobó una propuesta de adhesión a la UE que será sometida a la presidencia sueca cuando el Consejo se reúna en Estocolmo a finales de este mes. La prensa europea da la bienvenida a esta iniciativa, a pesar de que el camino para esta isla, tan castigada por la deuda y la crisis, esté sembrado de obstáculos.

Publicado en 17 julio 2009
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Una manifestación en Reykjavik, en Islandia, el 15 de noviembre de 2008 (AFP)

“La primer ministro Johanna Sigurdadottir se ha movilizado con mucha fuerza para llegar a esto tras el colapso financiero del país”, comenta Le Figaro, saludando las noticias que llegan desde Reykjavik. El hecho de que Islandia sea de facto un estado miembro de la Unión, debido al acuerdo EEA (Espacio Económico Europeo), que facilitó el acceso de la isla al mercado único europeo aunque sin representación en las instituciones europeas, lleva al diario belga Le Soir a preguntarse sobre si Islandia se beneficiaría de una integración rápida. “Las negociaciones podrían ser una simple formalidad", comenta. En Bruselas las perspectivas parecen buenas. El presidente José Manuel Barroso, informa Financial Times, valora el voto islandés como la evidencia de la “vitalidad del proyecto europeo” y la “esperanza que Europa representa”.

De todas maneras, el estrecho margen del voto, 33 a favor y 28 en contra “no dice mucho a favor de la verdadera devoción de los islandeses hacia Bruselas”, escribe Adriana Cerretelli en el diario italiano Il Sole 24 Ore. De sus palabras se hace eco en The Guardian el académico islandés Eirikur Bergmann. La adhesión y la adopción del euro pueden ayudar a “estabilizar la irrisoria moneda local, el krone, “pero queda el espinoso asunto de la tremenda deuda de Islandia. Los islandeses están particularmente horrorizados por el acuerdo que concierne a Icesave (uno de los grandes bancos islandeses afectado por la crisis), recientemente concluido con Holanda y con el Reino Unido, a través del cual el gobierno, a través del contribuyente islandés, se ha comprometido a reembolsar 2.300 millones de euros a los inversores holandeses y británicos atrapados en el hundimiento de los bancos islandeses. Esto representa más, apunta Bergmann, “que los que los alemanes fueron forzados a pagar en el tratado de Versalles”. “Es opinión común que el país que este acuerdo viciado es el resultado de los amateurs islandeses teniendo que verselas con los avispados profesionales británicos y holandeses”. El acuerdo, que debe ser aprobado en el Parlamento, podría ser rechazado. Y esto complicaría la entrada de Islandia en la UE.

Pero la cosa no acaba aquí. Le Soir asegura que Reykjavik “ganará a Croacia en la carrera”, refiriéndose a la que parecía cierta adhesión de dicho país a la UE, estropeada por su disputa fronteriza con Eslovenia. Y el Financial Times se muestra más cauto. “Aunque gran parte de la legislación de la UE se aplica ya en Islandia, las negociaciones sobre lo que queda serán duras”, escribe, citando las negociaciones sobre las pesquerías como el obstáculo más importante. “Hablar de un rápido acceso de Islandia está fuera de lugar”. Aunque las barreras no son tan importantes como las de un país como Turquía, “privadamente se acepta que Islandia no pueda entrar en la UE antes que Croacia”.

En todo caso, el acuerdo deberá ser sometido a la opinión de los 180.000 electores islandeses para que lo aprueben en referendum. Il Sole cita una reciente encuesta de Gallup que sitúa en el 61% la tasa de ciudadanos islandeses que aprueban la entrada en la UE. “Pero es arriesgado apostar que dentro de tres años, cuando se hayan finalizado las negociaciones, el ánimo sea el mismo”. En la misma encuesta, según Le Figaro, los islandeses “están divididos al 50% sobre la cuestión de su estatus en la UE".

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Así que, como conclusión. el futuro para esta nación orgullosa de su independencia no parece muy claro. Le Soir concluye que “los géiseres no son parte todavía del paisaje europeo”. Quizá, como sugiere Financial Times, todo dependa en gran parte de la buena voluntad de Bruselas: “los islandeses no deberían contener su respiraciòn”, escribe, “pero la UE tampoco debería arrastrar sus pies”.

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