Los eurodiputados, reunidos el 20 de octubre para votar el presupuesto de 2011 de la UE, estaban de acuerdo en un punto: la revisión de la financiación de las instituciones. El tema es "casi un tabú en los Estados miembros, porque no se ha revisado desde la cumbre de Fontainebleau en 1984, cuando Margaret Thatcher consiguió un descuento para la contribución británica", escribe Les Echos.
Por lo tanto, los eurodiputados buscan nuevos recursos propios y para ello, amenazan a los Veintisiete de no aprobar el presupuesto de 2011 si se niegan a abrir el debate. Porque para el Parlamento, "no se pueden encomendar sin cesar nuevas tareas a la Unión Europea (cambio climático, energía, programa espacial, creación de un gran servicio de relaciones exteriores, lucha contra la pobreza…), sin desembolsar un céntimo más". Los eurodiputados critican sobre todo la reducción de la contribución que representan los impuestos aduaneros por "la liberalización de los intercambios", prosigue el diario.
Los eurodiputados han mencionado varias fuentes de financiación posibles, en especial un IVA europeo o incluso un impuesto europeo sobre los beneficios de las sociedades. "La respuesta de las capitales no se ha hecho esperar", concluye Les Echos: "un no rotundo. Londres ha reaccionado al instante y se niega a aceptar nuevos impuestos europeos".