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“Me alegro de que hayan conseguido matar a Osama bin Laden”. Esta declaración pública, pronunciada poco después del anuncio de la ejecución del jefe de Al Qaeda por un comando estadounidense y que no casa demasiado bien con el principio del amor al prójimo, pone a Angela Merkel en un apuro. “La canciller provoca el rechazo de los cristianos”, titula Berliner Zeitung, que informa que Merkel, que también es presidenta del Partido Demócrata Cristiano (CDU), ha recibido fuertes críticas por parte de las iglesias y de su base, según las cuales “no cabe alegrarse de la matanza intencionada de una persona”. “La liquidación de Osama bin Laden muestra hasta qué punto los instintos más bajos y arcaicos del hombre superan la cultura cristiana”, certifica el diario en su editorial. “En efecto, las muestras de alegría [en Nueva York] eran un ritual de deslastre psicológico. Pero no se ha hecho justicia, se ha sacrificado a un hombre por instinto de venganza”, comenta el diario, y subraya la repulsa con que Occidente habría condenado las demostraciones de alegría en Pakistán tras un posible atentado contra el antiguo presidente estadounidense George W. Bush.

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