Boris Johnson en Londres en 2007 (AFP)

¿El poder de verdad? ¡en Bruselas, claro!

La directiva AIFM (Alternative Investment Fund Managers, directiva sobre gestores de fondos de inversión alternativos), cuyo objetivo es crear un entorno de inversión más seguro en la UE tras 2008, ha hecho que la City tema sobre su futuro como centro financiero internacional. En un reciente viaje a Bruselas para defender su causa, el alcalde de Londres Boris Johnson descubrió una ciudad futurista en la que, según explica, reside el auténtico centro de poder, en detrimento de Westminster.

Publicado en 8 septiembre 2009 a las 15:15
Boris Johnson en Londres en 2007 (AFP)

Esto debe ser parecido a estar en una película. Te duermes diez minutos y te despiertas cuando han pasado 200 años. Acabábamos de llegar a la Gare du Midi en Bruselas y la transformación era increíble. Hace veinte años, me enviaron a la capital belga como corresponsal sobre el Mercado Común para el Daily Telegraph y en aquella época, la Gare du Midi era un lugar deliciosamente sombrío, con gatos callejeros y trenes que salían lentamente hacia destinos de la Primera Guerra mundial como Poperinge.

Ahora, había llegado el futuro. La amplia y futurista terminal del Eurostar miraba con desprecio al antiguo quartier y a medida que nos aproximábamos al centro de Euroville no podía creer lo que veían mis ojos. Al llegar a los centros de las florecientes instituciones europeas, es como si gigantescas naves nodrizas alienígenas de cristal y acero hubieran aterrizado en la ciudad, haciendo que parezcan diminutas las calles adoquinadas y aplastando las pastelerías y los lúgubres y pequeños bares que tanto me gustaban.

Sólo hay que ver el Parlamento Europeo, que en mi época contaba con una pequeña oficina en la Rue Belliard. Ahora no tiene nada que ver. Llamarlo un palacio es quedarse corto. Consta de una serie de palacios, de una cuidad dentro de una ciudad, con bares y restaurantes y passerelles arqueadas que unen entre sí las diferentes monstruosidades modernistas. En mis tiempos, el Parlamento Europeo era un lugar tranquilo y afable, en el que el orden del día consistía principalmente en almorzar en Estrasburgo antes de publicar denuncias con redacciones enérgicas e irrelevantes cósmicamente de hambrunas en África o terremotos en Latinoamérica.

En el bar del Parlamento pululan los jóvenes "lobos"

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Todo eso ha cambiado. Puede que haya un bar en la antigua oficina del Parlamento Europeo en Bruselas, pero ni el periodista más desesperado iría hasta allí en busca de una historia. Hoy, el bar del parlamento está repleto de animados y ambiciosos jóvenes de ambos sexos, con sus relucientes gafas de Christian Dior y deseosos ¿de qué exactamente? De poder, ni más ni menos. Por primera vez en los 30 años de historia de esta institución de la que tanto se han mofado, sentí el poder que destilaban las paredes enteladas y mientras observaba a los huissiers escabulléndose suavemente de un lado a otro, vi a un grupo de personas activas que brillaban recubiertas de una béarnaise de confianza en sí mismas.

Y por supuesto, no pude evitar pensar en la lamentable comparación con los parlamentarios de Westminster, que tras recibir tantos varapalos y presiones por parte de los medios de comunicación, parecen sufrir una crisis nerviosa colectiva. Muchos de ellos se están jubilando, afectados por el escándalo de los gastos y con su confianza cercenada para siempre por la detonación de la ira pública. En lo que respecta a sus sustitutos, deben lidiar con un parlamento sin reformar y sin apoyos, en el que aún están obligados a utilizar su arcaica forma de tratamiento en tercera persona, a votar según un antiguo procedimiento que conlleva caminatas de 15 minutos por vestíbulos empanelados en madera.

El equilibro de poderes ha cambiado

Qué gran contraste con lo que acontece en Bruselas y Estrasburgo, donde los eurodiputados votan pulsando un botón, disponen de todas las comodidades necesarias e interactúan al mínimo con sus electores. Mientras aquí el parlamento crece en esplendor y tamaño físico, con alrededor de 750 eurodiputados paseándose por sus dominios, en Londres la tendencia va en la dirección totalmente opuesta. No sólo existen planes para reducir el Parlamento de 659 integrantes a aproximadamente 400, sino que además, los parlamentarios británicos se exponen a la humillación de verse forzados a rellenar extraños formularios propios de una escuela primaria, para rendir cuentas de cómo han invertido cada una de las horas del día.

Lo más grave de todo este asunto es que este cambio no es sólo simbólico, sino que refleja la realidad subyacente: el cambio en el equilibrio del poder y el hecho de que las leyes de este país ya no las determine el Parlamento en Westminster. No es necesario comprender al detalle la directiva sobre Gestores de fondos de inversión alternativos, por ejemplo, para entender que se dirige a las empresas en Londres y los riesgos que causan importantes daños a estas empresas y aún así, nuestro Parlamento en Londres es totalmente irrelevante. Claro que se trata de una normativa sensata y que aún hay tiempo para mejorar esa directiva. ¿Pero quién se va a encargar de realizar ese trabajo?

No tienen sentido los capitales de riesgo ni los fondos de protección para presionar a los ministros británicos. Con los nuevos poderes de decisión compartida del Parlamento Europeo, los eurodiputados en Bruselas se encargarán de estas enmiendas fundamentales. De hecho, con más directivas en proyecto, el futuro de todo el sector de los servicios financieros del Reino Unido probablemente esté en sus manos. Por ello resulta tan revelador ver el contraste físico entre el seco Westminster y la lustrosa Bruselas, segura de sí misma. El poder ha pasado y está pasando al Parlamento Europeo y con el Tratado de Lisboa, lo hará aún más.

PUNTO DE VISTA AUSTRÍACO

El futuro aislamiento del combativo Cameron

Die Presseprevé que un gobierno conservador en el Reino Unido provocará una crisis en Europa y el aislamiento de Londres y analiza las consecuencias desastrosas que podría tener sobre el continente la entrada de David Cameron, favorito según las encuestas, en el número 10 de Downing Street. El diario vienés constata que los conservadores británicos o tories "ya han dividido a la fracción más importante en el Parlamento Europeo", al preferir a los euroescépticos checos, polacos y de otros países a los conservadores europeos. De igual modo, en el consejo "soplarán nuevos vientos", puesto que Cameron apuesta por "el refuerzo de los Estados", de forma que los compromisos con los británicos "desde siempre difíciles, serían casi imposibles". Asimismo, una normativa de los mercados financieros rozaría la utopía, por ello, un alto cargo de la UE confía al periódico que espera un aislamiento del Reino Unido a medio plazo, excepto en el contexto de la seguridad, "porque no se consigue nada sin él". Por último, Die Presse indica que, "Si los Tories logran convencer al presidente checo Vaclav Klaus de aplazar su firma del Tratado de Lisboa hasta 2010, el Tratado se bloqueará, una vez que lleguen al poder". Entonces, podrán organizar el referéndum sobre el Tratado y esté podrá quedar enterrado para siempre.

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