Los extranjeros residentes en el Reino Unido podrían ser objeto de recortes en el acceso a beneficios sociales, como la sanidad, la vivienda o la ayuda legal, en un esfuerzo del Gobierno británico para que el país deje de ser visto en el extranjero como un destino atractivo. El primer ministro, David Cameron, ha ordenado a los ministros que endurezcan la normativa para todos los inmigrantes provenientes de la UE, en el momento en el que la inmigración comienza a producir roces en la coalición gubernamental entre Conservadores y Liberal-demócratas.
Los conservadores más a la derecha del partido han expresado sus temores ante un flujo de inmigrantes de Rumanía y Bulgaria cuando se levanten sus restricciones a la movilidad laboral a finales de año.