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Europa abre las puertas a los empresarios y turistas georgianos

El Parlamento Europeo aprobó el jueves 2 de febrero la liberalización de visados para Georgia. Ahora es el turno de su pasaje formal por el Consejo de Ministros de la UE y para finales de marzo se recibirán a los primeros viajeros.

Publicado en 2 marzo 2017 a las 10:52

Bruselas abre sus puertas a Tiflis y para los ciudadanos de Georgia viajar sin visado por el espacio Schengen se convierte en realidad. El Parlamento Europeo ha dado luz verde a la liberalización de visados, y a finales de marzo se permitirán las estancias por turismo o negocios en los países del espacio común europeo de hasta 90 días, con un pasaporte biométrico y por un período total de 180 días. Sin embargo, no se permitirá la búsqueda de trabajo.
La luz verde dada por una amplia mayoría - 553 votos a favor, 66 en contra y 28 abstenciones - cierra formalmente un proceso abierto hace un año, pero que tiene sus raíces en las últimas décadas de un país que se considera a todos los efectos europeo, por historia y valores. Una importante vía libre que, según los analistas, es también una inyección de confianza para el Gobierno a pocos meses de las elecciones, y supone un empujón en la dirección de la reforma.
El acuerdo de asociación y libre comercio firmado entre Tiflis y Bruselas en junio de 2014, después de dos años de discusiones, prevé la supresión de los aranceles y una serie de liberalizaciones entre las que también se incluye la de los visados. Pero aunque el país cumpla con los requisitos exigidos por la Unión Europea, la crisis de los refugiados y los temores a nuevas corrientes migratorias han dejado en estado latente durante meses su formalización.
El desbloqueo se produjo tras el acuerdo alcanzado entre el Parlamento Europeo y el Consejo, que es el órgano que fija la agenda política y las prioridades de la UE, sus mecanismos de control y de suspensión de emergencia de los acuerdos sobre el régimen de visados ​​- en esencia, si y cuándo interrumpir los viajes sin visado.
Las reacciones y los comentarios políticos no se hicieron esperar. En Bruselas, el vicepresidente del Parlamento Europeo, el polaco Ryszard Czarnecki, manifestó que Georgia es "parte integral" y "nación cristiana en el corazón de la civilización y la cultura europeas”. En Tiflis, el primer ministro Giorgi Kvirikashvili comunicó a través de Facebook su alegría por "un día histórico", explicando a sus 140.000 seguidores que "el resultado tangible de una política de acercamiento a la Unión" es una etapa en un camino “aún largo para hacer de nuestro país un Estado verdaderamente europeo y miembro de pleno derecho de la familia euro-atlántica".
Georgia es el país con las aspiraciones pro-europeas más fuertes en el Cáucaso. La adhesión formal al bloque europeo, con una perspectiva actualmente sine die, es el objetivo principal de su política exterior desde 2003, cuando la revolución de las rosas, dirigida por el controvertido expresidente Mijail Saakashvili, abrió el camino para un compromiso con las reformas, mantenidas seguidamente por las administraciones sucesivas, aunque con diferencias sustanciales en las relaciones con Moscú.
"La ampliación no está en la agenda en Bruselas, y lo sabemos", declaró Natalie Sabanadze, embajadora de Georgia ante la Unión. "Pero Georgia está tenazmente comprometida a seguir el camino de la integración euro-atlántica, a pesar de las dificultades y los costes que esto conlleva."
La edad de oro de la ampliación hacia el Este es ya política del pasado - el viento ha cambiado desde que, en 2004, la UE abrazó a diez nuevos miembros, y sorpresas como el Brexit son sólo el ejemplo más notable de un creciente escepticismo anti-europeo.
Pero además está el factor ruso. "Esta decisión significa más confianza y margen de maniobra en las relaciones con Moscú, que en los últimos años, ha tratado de convencer a los georgianos de que Bruselas y, en general, Occidente, no estaba interesado en Georgia", declaró a OBC Transeuropa Kornely Kakachia, profesora de análisis político en la Universidad Estatal de Tiflis. "Esto significa que la construcción de un Estado democrático en el Cáucaso del Sur no es una quimera, sino una opción real. Esta medida es una especie de confirmación de que Georgia se está moviendo en la dirección correcta y una advertencia para no perder el compás de las reformas en las que el país se ha comprometido durante los últimos diez años".

Un largo pasillo

Un escepticismo del que sólo llegan ecos lejanos a Tiflis - en las calles de la capital el ambiente es el de las grandes ocasiones - y todo el mundo parece tener una razón para celebrar. Giorgi Mechelashvili, ingeniero reconvertido en taxista porque "en estos días se gana más al volante" irá a visitar a su hija que trabaja en Alemania. Para Eka Tsuladze, estudiante de historia y derecho europeo de veintiún años, el fácil acceso a Europa es vital "para los estudios y el intercambio con los estudiantes que, como yo, se sienten europeos, aunque hoy en día no es algo que parezca estar de moda." Para muchos otros la primavera es el turismo, como para Khatuna Abuladze, comprometida, que ve más cerca su sueño de un viaje en góndola por Venecia.
La alegría de la meta borra la frustración de un camino tortuoso que antes de la discreción parlamentaria, tuvo que superar las barreras de la Comisión Europea en primer lugar y después las del Consejo Europeo. La luz amarilla para los ciudadanos de Georgia refleja los puntos de vista profundamente divergentes dentro de las instituciones europeas sobre la cuestión de las fronteras abiertas y la oposición de algunos países miembros.
El diálogo para el Acuerdo de Asociación y la liberalización comenzó oficialmente el 4 junio de 2012 y Bruselas presentó a las autoridades de Georgia un plan de acción detallado en el mes de febrero siguiente. Las condiciones impuestas por la Unión eran rígidas - lucha contra la corrupción y el crimen organizado, protección de datos, leyes contra la discriminación y para la protección de las minorías, así como reformas para garantizar la independencia del poder judicial.
Los progresos legislativos y ejecutivos fueron seguido de cerca entre noviembre de 2013 y diciembre de 2015, cuando la Comisión Europea presentó su informe final que indicaba que Tiflis había cumplido los criterios para viajar dentro del espacio Schengen. Para el Ejecutivo las condiciones de acceso a la zona de Schengen ya estaban maduras a marzo de 2016, pero diversas situaciones contingentes han ralentizado el sí definitivo. Los flujos migratorios han empujado a Alemania, Francia e Italia a buscar un mecanismo corrector que permitiría la suspensión de los acuerdos preferenciales en el caso de efectos migratorios específicos.
De aquí el mecanismo de suspensión, aprobado a finales de 2016, que permitirá a la Comisión y a los Estados miembros restaurar rápidamente el régimen de visados ​​si se considera necesario. Los casos previstos son el "aumento en el número de nacionales de un tercer país que permanecen ilegalmente en la Unión Europea"; “aumento de las solicitudes de asilo sin fundamento" o "en caso de ausencia de cooperación sobre la readmisión de los migrantes repatriados." En estos casos se podrán bloquear los acuerdos por un período de nueve meses, prorrogables a un año y medio.
Kvirikashvili declaró que estaba seguro de que sus compatriotas van a hacer un buen uso de la oportunidad que se les da. O lo que es lo mismo, si unos pocos hacen mal uso de ella, pagará todo el país.

"El último apaga la luz"

Para Mariam Grigalashvili, analista del Georgian Institute of Politics, "las posibilidades de que el mecanismo de suspensión se aplique a Georgia son mínimas ". Sin embargo, una vez obtenido el privilegio llega el momento de comunicarlo adecuadamente. El chiste de que "el último ciudadano que se acuerde de apagar la luz en el aeropuerto" refleja la idea de que ahora todos y cada uno de los georgianos correrá hacia Europa. "Existe una necesidad urgente de una campaña de información para explicar a la población que significa exactamente esta medida," continua Kakachia. "Es un trabajo que debe ser realizado por el Gobierno, pero también por la sociedad civil, incluidos los medios de comunicación y el mundo académico, gestionando las expectativas y atenuando las decepciones. Hay que ser creativo".
Tiflis contempla la liberalización incluso en clave de política interna. Entre los efectos de la decisión se incluye también, de hecho, la esperanza de mejorar las relaciones con Abjasia y Osetia del Sur - con un pasaporte de Georgia también los residentes de las dos regiones separatistas tendrían la capacidad de viajar a Europa. Una carta de intención a este propósito, transmitida por el canciller Mijaíl Janelidze a través de Twitter, fue pronto desautorizada por las autoridades de facto tanto en Sujumi como en Tsjinvali. En un comunicado, Sujumi apeló de “tosco” el enfoque de las autoridades de Georgia, "otra trampa para los ciudadanos de Abjasia en forma de liberalización de visados ​​con los países de la UE ", y añadió que el intento de"atraer a los ciudadanos abjasios hacia Georgia fracasará".

Esta publicación ha sido producida dentro del proyecto Parlamento de los Derechos, cofinanciado por la Unión Europea. La responsabilidad sobre los contenidos de esta publicación reviene a Osservatorio Balcani e Caucaso Transeuropa (OBCT), y no refleja en modo alguno la posición de la Unión Europea.

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