“La guerra es paz, la paz es guerra”. En consonancia con los grandes fabricantes de armas, la Comisión Europea parece haber adoptado la famosa frase de la novela distópica 1984 de George Orwell. Ambos intentan convencer a los mercados financieros de que la producción de armas se puede considerar “sostenible”.
El sector de la defensa busca acceder al creciente fondo de capital destinado a inversiones “verdes” o “ESG” (cuyo fin es fomentar actividades medioambientales, sociales o de buen gobierno). La parte europea de este mercado tiene un valor de 7 billones de euros, según los últimos datos de Morningstar.
Mediante un uso cuidadoso del lenguaje, documentos elaborados estratégicamente y una serie de reuniones, la Unión Europea ha ido ampliando gradualmente el concepto de “sostenibilidad”. La etiqueta incluye ahora sectores que antes podrían haber parecido intrínsecamente ajenos a ella, como la defensa y la seguridad.
Tal y como revela esta investigación coordinada por Voxeurop, la evangelización de la Comisión Europea ha dado una apariencia de legitimidad al aumento de las inversiones en defensa dentro de las carteras verdes de los grandes gestores de activos. Fabricantes de drones como la francesa Safran, productores de bombas como la alemana Rheinmetall y fabricantes de tanques como la británica BAE Systems están recibiendo miles de millones en inversiones verdes. Gran parte de ese dinero procede de las principales empresas de gestión de activos mundiales, que están autorizadas para operar en los mercados europeos.
Por ejemplo, las acciones de Elbit Systems, el principal fabricante de armas de Israel —y participante directo en la guerra de Gaza, incluida la destrucción de tierras de cultivo en la zona—, ahora se incluyen en fondos etiquetados como de “transición climática” o “ESG”. De este modo, los pequeños ahorradores europeos pueden haber financiado inconscientemente lo que una comisión de las Naciones Unidas ha calificado de genocidio.
50 000 millones de euros en fondos “verdes” que acabaron en tanques y drones militares
En los cuatro años transcurridos desde 2021, las inversiones “verdes” en el sector armamentístico se han más que triplicado, pasando de 14 500 millones de euros a 49 800 millones. La cuota de inversiones en el sector se duplicó solo en 2025, según los datos que hemos extraído del London Stock Exchange Group, una plataforma internacional de datos financieros. Hemos analizado las cifras de inversiones verdes en 118 de las mayores empresas de defensa que cotizan en bolsa (por capitalización bursátil) y hemos examinado 3037 fondos que incluían acciones del sector de la defensa en sus carteras verdes entre 2021 y 2025.
Las inversiones verdes son aquellas que se rigen por el Reglamento europeo sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (conocido como SFDR). Este reglamento, en vigor desde 2021, establece las normas para las inversiones que fomentan “características medioambientales y/o sociales” (artículo 8) y aquellas que deben ser debidamente “sostenibles” (artículo 9). Se aplica a todas las instituciones financieras que operan en la UE, el mayor mercado del mundo.
Entre 2021 y 2025, el valor de mercado de todas las empresas encuestadas se duplicó hasta alcanzar los 3 billones de euros, lo que equivale al PIB de Francia en 2024. Solo en 2025, alrededor de 769 fondos verdes acumularon beneficios por valor de 7000 millones de euros procedentes de la venta de acciones y la distribución de dividendos por parte de empresas relacionadas con la defensa.
“En este periodo, estas empresas generaron sólidos beneficios, por lo que invertir en defensa resultaba oportuno”, explicó a Voxeurop Nicola Koch, del Observatorio de Finanzas Sostenibles. Sin embargo, añade: “Los fabricantes de armas no pueden incluirse en la definición de inversiones sostenibles porque la función de su producto en última instancia es herir, destruir o matar, lo que genera impactos adversos en la vida humana y los ecosistemas que no se ajustan a los principios del desarrollo sostenible. Por lo tanto, es de suma importancia que se revelen plenamente los criterios de selección positivos y negativos y que se aclaren y respeten cuidadosamente las preferencias de los inversores minoristas en reuniones de asesoramiento financiero”.
“En la actualidad resulta muy rentable invertir en fabricantes de armas. Invertir en estas empresas resulta aún más lucrativo si también se benefician de financiación verde”, comentó Attiya Waris, experta independiente de las Naciones Unidas en deuda externa, otras obligaciones financieras internacionales y derechos humanos, así como profesora de derecho fiscal en la Universidad de Nairobi.
¿Qué empresas se beneficiaron más?
En 2025, 104 empresas se repartieron 49 800 millones de euros en inversiones aparentemente verdes comercializadas por empresas de gestión de activos. La mitad de esta cantidad se destinó a 27 empresas europeas. La mayor beneficiaria, con 5600 millones de euros, es la francesa Safran.
Entre las diez empresas que atraen más capital verde se encuentran la alemana MTU Aero Engines, la italiana Leonardo, la filial holandesa de Airbus, la francesa Thales, la española Indra, la sueca Saab y las británicas Rolls Royce y BAE Systems. Según estudios recientes, BAE Systems produce diversas armas utilizadas por el ejército israelí en sus operaciones militares en Gaza, entre ellas el obús autopropulsado M109, fabricado en colaboración con Rheinmetall. Rolls Royce, que controla la filial alemana MTU, es proveedor de componentes de ingeniería para los tanques israelíes, incluidos los utilizados en Gaza.
Fuera de Europa, predominan las empresas estadounidenses. Encabezan la clasificación las grandes empresas de defensa Howmet Aerospace, General Electric, Axon, Boeing, TransDigm y RTX. En conjunto, atrajeron 13 000 millones de euros de los 18 000 millones invertidos fuera de la UE, es decir, el 70 %.
En Europa, entre los principales fondos sostenibles se encuentran el fondo ESG Top World, ofrecido por DWS en Alemania (que tiene una participación de 95 millones de euros en la canadiense Bombardier), y varios fondos comercializados por la francesa Montpensier Arbevel. Estos últimos incluyen, entre otros, un “Best Business Model SRI” (donde SRI significa inversión sostenible y responsable), que en conjunto poseen participaciones por valor de 60 millones de euros en Airbus y Safran. Mientras tanto, el gigante estadounidense BlackRock comercializa (desde Luxemburgo) un producto denominado “European Equity Transition”. Posee 24 millones de euros en acciones de MTU Aero Engines, Rolls Royce y Thales.
“La producción de armas por definición no es sostenible. Estas empresas ya pueden obtener todo el capital que necesitan a través de instrumentos de deuda tradicionales, por lo que conseguir financiación suficiente no debería ser un problema para ellas”, señala Nicola Koch. “No creo que su presencia en los fondos verdes esté motivada por consideraciones financieras. En mi opinión, el intento de la industria armamentística de clasificarse como sostenible está motivado más bien por una cuestión de reputación, como una forma de demostrar que la industria es responsable”.
Las incómodas preguntas de un banquero a la Comisión Europea
Tommy Piemonte era un director del banco alemán Pax-Bank für Kirche und Caritas (“Banco de la Paz para la Iglesia y la Caridad”). Es de origen germano-italiano y lleva años trabajando en el ámbito de las finanzas sostenibles. El 27 de noviembre de 2024, asistió a una reunión histórica organizada por la Comisión Europea: el Foro de Inversión Industrial de Defensa de la UE, subtitulado “Invertir en la defensa y la seguridad de la UE: una nueva prioridad política”. La reunión congregó a funcionarios de la Comisión, representantes del sector armamentístico y operadores financieros. Tenía un objetivo concreto: abrir la cartera del dinero “sostenible” al sector de la defensa. Hablamos con él en enero de 2025.
Como representante de un banco ético y miembro de Shareholders for Change, Piemonte esperaba respuestas claras de la Comisión. En cambio, le expulsaron de la reunión por sus esfuerzos en cuestionar la supuesta “sostenibilidad” del sector armamentístico. Piemonte, que participaba de forma remota, solo había intentado formular preguntas sencillas, entre las que se incluía: “¿Por qué cree que es tan importante que el sector armamentístico se etiquete como sostenible?”. Su última intervención, según la reconstrucción de los hechos que nos proporcionó, provocó su expulsión de la reunión: “No den la impresión de que no responden a mis preguntas solo porque les parecen un poco críticas”.
Más tarde recibió una explicación por correo electrónico de los organizadores del evento: “Se le expulsó porque estaba interrumpiendo la reunión”.
El relato de Piemonte lo confirma Andrea Baranes, presidente de la Ethical Finance Foundation, que también estuvo presente en la reunión. “Casi todos los ponentes repetían el mismo eslogan: no hay sostenibilidad sin seguridad”, recuerda, señalando su tono orwelliano. “Era un intento explícito de demostrar que las finanzas sostenibles son compatibles con el sector de la defensa. Es como si yo fuera vegetariano, me sirvieran un filete en un restaurante y me dijeran que, a partir de ahora, todos los filetes son vegetarianos”.
Un informe interno de la Comisión que hemos visto revela lo que creían los propios organizadores. Según ellos, la reunión había generado “debates productivos sobre los retos y oportunidades de inversión” y “había fomentado el diálogo entre el sector financiero, la Comisión y la industria sobre los incentivos a la inversión en defensa”.
Las diapositivas del evento, que hemos obtenido en exclusiva, confirman esta versión. Varias Direcciones Generales (DG) de la Comisión, desde Defensa y Espacio hasta Estabilidad Financiera, afirman que los fabricantes de armas pueden incluirse en los fondos verdes sin infringir ninguna normativa. Anne Fort, jefa adjunta del gabinete de Andrius Kubilius, comisario de Defensa y Espacio de la UE, señala que “el marco financiero sostenible de la UE no impone ninguna limitación a la financiación del sector de la defensa”.
EU-SFF-1Joanna Sikora-Wittnebel, jefa de Finanzas Sostenibles de la Dirección General de Estabilidad Financiera de la Comisión Europea, está de acuerdo: “El marco financiero sostenible de la UE es compatible con la inversión en defensa”. Su diapositiva subrayaba que “el SFDR es independiente de los sectores”.
Armas que “no causan un daño significativo”
Para que se considere sostenible, una inversión europea no debe causar un daño significativo en los objetivos de sostenibilidad. La Comisión ha proporcionado una lista de indicadores denominada “Principales efectos adversos de las decisiones de inversión sobre los factores de sostenibilidad”.
La única mención al sector militar en estos indicadores es la exposición a armas controvertidas (minas antipersonales, municiones en racimo, armas químicas y biológicas). Según la legislación, el resto de material militar no causa daños significativos. Esto incluye tanques, drones armados, municiones, armas de fuego e incluso armas nucleares.
“Nuestros fondos del artículo 8 podrían invertir en empresas del sector de la defensa, dependiendo de si el fondo sigue nuestra estrategia de Exclusión o nuestra estrategia de exclusión a nivel extendido”, nos contó un portavoz de Swedbank Robur, que invirtió 1250 millones de euros en el sector de la defensa en el primer trimestre de 2025. “Invertimos en empresas que creemos que darán a nuestros clientes una rentabilidad sostenible a largo plazo. Analizamos pormenorizadamente todos nuestras inversiones en el sector de la defensa antes de invertir”. Otros gestores de activos, como BlackRock, DWS o Franklin Templeton, se negaron a hacer comentarios.
El caso del Foro de Inversión Industrial en Defensa de la UE es solo la punta del iceberg de lo que parece ser un esfuerzo conjunto entre la Comisión Europea y la industria de defensa. Así lo demuestran los informes internos, las reuniones con grupos de presión y las recomendaciones políticas del sector militar.
Cómo las armas se han vuelto sostenibles en Europa
La campaña para reinventar la imagen de la industria de defensa como sostenible despegó en 2021, el año en que entró en vigor el SFDR. En octubre de ese año, la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales, de Seguridad y de Defensa (ASD), que incluye a las principales empresas objeto de esta investigación, entre ellas Safran, Airbus, Rheinmetall, Leonardo y BAE Systems, publicó un artículo que marcó la pauta para la inclusión de la producción bélica en las inversiones ecológicas.
“La defensa es un componente crucial de la seguridad y la seguridad es un requisito previo para la paz, la prosperidad, la cooperación internacional y el desarrollo económico y social”, escribió Jan Pie, entonces secretario general de la ASD. “Al ayudar a garantizar la seguridad, los fabricantes europeos de defensa contribuyen de facto y de manera vital a un mundo más sostenible”.
El artículo condenaba las restricciones que los fondos verdes de los bancos imponían a las empresas militares. Instaba a las instituciones de la UE a difundir el mensaje de que la defensa tiene credibilidad en materia de ESG, al tiempo que simplificaba los criterios de exclusión utilizados por el Banco Europeo de Inversiones.
Esta narrativa también se ha difundido a través de iniciativas nacionales. En marzo de 2021, un grupo de representantes del sector de defensa de Alemania, Finlandia, Francia, Bélgica, Países Bajos y Noruega publicó una declaración titulada “No hay sostenibilidad sin un sector de la defensa y la seguridad”, que se hacía eco del lenguaje de la ASD. Deborah Allen, directora de Clima, Medio Ambiente e Infraestructura de BAE Systems, utilizó el mismo argumento en una entrevista: “Sin seguridad, no hay sostenibilidad”.

La prisa de la industria por entrar en el mercado de las inversiones ecológicas también queda patente en sus documentos internos. Las actas de las reuniones entre los grupos de presión de la defensa y la Comisión Europea, que obtuvimos tras una larga y compleja solicitud de acceso a información pública, muestran claramente la presión que se está ejerciendo.
En una de esas reuniones, celebrada en marzo de 2021, la ASD se quejó de que “un problema cada vez mayor son los productos financieros ecológicos, que excluyen cada vez más a la defensa y reducen el acceso a la financiación”.
ASD_MinutesEn noviembre del mismo año, Alessandro Profumo, director general de Leonardo, una empresa italiana que fabrica, entre otras cosas, munición de artillería de largo alcance e innovadores sistemas de artillería naval, se reunió con Timo Pesonen, director general de Defensa y Espacio de la Comisión Europea. En esa reunión, Profumo “expresó sus preocupaciones por el hecho de que el sector de la defensa esté excluido de la Taxonomía de la UE para actividades sostenibles”.
ASD_Minutes-PT2Este frente coordinado ha ido encontrando un apoyo cada vez mayor en Bruselas. La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia le dio un impulso.
El 15 de febrero de 2022, una semana antes de que Moscú lanzara su “operación militar especial”, una comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo solicitó urgentemente más fondos para el sector de la defensa, afirmando que “es igualmente importante garantizar que otras políticas horizontales, como las iniciativas sobre financiación sostenible, sigan siendo coherentes con los esfuerzos de la Unión Europea para facilitar el acceso suficiente de la industria de la defensa europea a la financiación y la inversión”.
La guerra de Ucrania ha reforzado los argumentos del sector, incluso en el ámbito financiero. “Desde la invasión rusa de Ucrania, los precios de las acciones de las empresas europeas de defensa, antes deprimidos, se han recuperado considerablemente”, escribió la ASD en octubre de 2022. En su nota, sugería que la Comisión y las autoridades europeas pertinentes emitieran directrices para aclarar que los gestores de activos no deben revelar los impactos negativos de las inversiones en empresas europeas de defensa que no estén incluidas en las cuatro categorías de armas controvertidas.
El texto de la ASD también parece reconocer la aversión del público y los bancos a las inversiones militares: “Hasta que se elimine el sesgo normativo, e incluso cuando se elimine, a la ASD le preocupa que los gestores de activos puedan seguir aplicando exclusiones al sector de la defensa, en particular debido a la presión de la opinión pública o a los requisitos específicos de los inversores...”. A continuación, pide un mayor apoyo político por parte de las instituciones europeas y las insta a “intensificar las medidas para convencer a los gestores de activos de que la Unión y sus Estados miembros apoyan a las empresas de defensa y están decididos a garantizar su acceso a la financiación privada”.
Un año más tarde, la Comisión reafirmó su posición casi palabra por palabra en otra nota: “La Comisión reconoce la necesidad de garantizar el acceso a la financiación y la inversión, incluida la del sector privado, para todos los sectores estratégicos, en particular el sector de defensa, que contribuye a la seguridad de los ciudadanos europeos”.
“La rehabilitación del sector de la defensa en el imaginario colectivo y, posteriormente, en el marco normativo, fue el resultado de una estrategia de comunicación y presión hábil, sofisticada y coordinada por parte de los líderes industriales nacionales y las asociaciones comerciales”, comentó a Voxeurop Alberto Alemanno, profesor universitario y fundador de The Good Lobby.
El proceso que describe Alemanno culminó en 2024 con la Estrategia Europea de la Industria de Defensa. En este documento, la Comisión señala que no existen normas que prohíban la inversión en el sector militar y repite el eslogan acuñado tres años antes: “El sector de la defensa de la Unión contribuye de manera crucial a la resiliencia y la seguridad de la Unión y, por lo tanto, a la paz y la sostenibilidad social. En este contexto, el marco de financiación sostenible de la UE es plenamente coherente con los esfuerzos de la Unión por facilitar el acceso suficiente del sector de la defensa europea a la financiación y la inversión. No impone ninguna limitación a la financiación del sector de la defensa”.
Poco después, el 27 de noviembre de 2024, Tommy Piemonte fue expulsado de la reunión y “los filetes se volvieron vegetarianos”.
“El sector no solo se ha rehabilitado, sino que se ha promovido mediante su inclusión entre las categorías aptas para la financiación sostenible”, añade Alemanno. “Es un auténtico milagro producido por la misma estrategia”.
Por último, el 20 de noviembre, la Comisión publicó una versión revisada de la legislación sobre financiación sostenible que, por primera vez, menciona directamente al sector de la defensa: “La revisión del SFDR se basa en las orientaciones de la Comisión sobre la aplicación del marco de financiación sostenible de la UE al sector de la defensa”.
“La verdadera afirmación es que no hay sostenibilidad sin paz”, comentó la experta de la ONU Attiya Warris. “La seguridad no implica necesariamente la fabricación y el uso de armas, lo que podría dar lugar a asesinatos ilegales. Financiar y proporcionar los medios para cometer asesinatos ilegales mediante el suministro de armas y el apoyo financiero en toda la cadena de valor no equivale a seguridad”.
Elbit Systems: de la inversión verde a la guerra de Gaza
Antes del 7 de octubre de 2023, día en que Hamás atacó brutalmente a Israel, dejando más de 1200 muertos y desencadenando la Operación Espadas de Hierro de Israel, que ha causado más de 67 000 muertos, el precio de las acciones de Elbit Systems rondaba los 200 dólares. Hoy, esa cifra se ha duplicado con creces, hasta alcanzar los 480 dólares.
Su informe financiero de 2024 describe claramente el papel activo de Elbit en el suministro de armas al ejército israelí: “Desde el comienzo de la guerra, Elbit Systems ha experimentado un aumento significativo de la demanda de sus productos y soluciones por parte del Ministerio de Defensa de Israel (IMOD), en comparación con los niveles de demanda anteriores a la guerra”.
Como ya ha demostrado Action on Armed Violence, numerosas armas fabricadas por Elbit Systems, incluidas bombas y balas, se han utilizado en Gaza durante la campaña militar de Israel en esa zona.
La guerra ha brindado a Elbit la oportunidad de experimentar con el uso de la inteligencia artificial y, así, mejorar sus productos. También habrá reforzado la confianza de los 25 fondos ecológicos que invirtieron un total de 23 millones de euros en la empresa israelí en 2025. Entre ellos se encuentran un fondo “ESG Optimized” propuesto por VP Bank en Liechtenstein y Alemania, y el fondo “BGF Climate Transition”, comercializado en varios países de la UE por BlackRock Investment Management UK.
Otros fondos verdes con participaciones en Elbit afirman utilizar criterios de inversión ESG o excluir a las empresas que infringen los principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, cuyo Principio 1 establece: “Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales, reconocidos internacionalmente”. Por esta misma razón, señala Attiya Warris, “los productos utilizados para destruir la vida, especialmente si están relacionados con el genocidio, no pueden alinearse con el Pacto Mundial y requieren una evaluación seria”.
✍️ Información adicional de Futura D'Aprile.
🤝 Esta investigación colaborativa ha sido coordinada por Voxeurop, con contribuciones de El País (España), IrpiMedia (Italia) y Mediapart(Francia). Su producción cuenta con el apoyo de una subvención del fondo IJ4EU. El International Press Institute (IPI), el European Journalism Centre (EJC) y cualquier otro socio del fondo IJ4EU no se hacen responsables del contenido publicado ni del uso que se haga del mismo.

¿Aprecias nuestro trabajo?
Ayúdanos a sacar adelante un periodismo europeo y multilingüe, en acceso libre y sin publicidad. Tu donación, puntual o mensual, garantiza la independencia de la redacción. ¡Gracias!
