Europa, perpleja ante la reticencia británica

La víspera del esperado discurso del primer ministro británico sobre la pertenencia de Gran Bretaña a la UE, el corresponsal en Bruselas del diario griego E Kathimerini afirma que, independientemente de lo que diga David Cameron en Ámsterdam, el país ya se ha desvinculado de la Unión.

Publicado en 17 enero 2013 a las 16:42

Para cualquier persona ajena a lo que sucede aquí en Bruselas, la postura de Gran Bretaña con respecto a Europa es totalmente incomprensible.

Les guste o no, la Unión Europea constituye el mayor mercado del mundo y además, con el proceso de unificación se ha garantizado que, por primera vez en la historia de nuestro continente, la guerra sea un recuerdo distante del pasado y no una sombría posibilidad del futuro.

Si analizamos todos los aspectos que en realidad importan en nuestro mundo afligido, desde la protección medioambiental hasta los derechos humanos, la democracia y la paz, nos damos cuenta de que Europa es un líder global y una fuerza destacada del bien.

Inclinarse a favor de Londres

Reino Unido podría ocupar una función principal en el proceso de reforma y fortalecimiento de la UE, posiblemente la función de líder. Existen varios motivos para ello. En primer lugar, podría sacar partido de sus estrechas relaciones con todos los países de Europa del Este, ya que Gran Bretaña fue la principal defensora del proceso de ampliación y los nuevos Estados miembros no se han olvidado de ello. En segundo lugar, Gran Bretaña podría encontrar firmes aliados entre las economías de Escandinavia, tradicionalmente abiertas al mercado.

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Por otro lado, la denominada “capital de Europa” ya se ha vuelto anglófona y tanto los diplomáticos como los periodistas franceses se quejan de que su idioma se ha quedado totalmente marginado en Bruselas.

París sufre sus propios problemas estructurales y de competencia y es muy posible que la influencia francesa en Europa disminuya con el tiempo. Por último, debido a razones históricas, los pueblos de Europa sienten una aversión natural hacia el dominio alemán, mientras que Berlín hasta ahora se ha mostrado reacio a asumir la función hegemónica en Europa.

Si echamos cuentas, veremos que el equilibrio de poder en Bruselas podría volverse fácilmente a favor de Londres. De hecho, a medio plazo, Gran Bretaña podría incluso poner en peligro el lugar de Alemania como “el primer país entre iguales” en Europa.

Una obsesión incomprensible

Pero bajo el Gobierno de los conservadores, Reino Unido ya ha descartado esta posibilidad, casi como si no tuviera a su alcance ese gigante poder económico y político. Independientemente de lo que diga el primer ministro David Cameron en su discurso sobre Europa este viernes, la triste realidad es que para los diplomáticos, los lobistas y los medios de comunicación en Bruselas, Reino Unido no sólo no ha aprovechado su potencial, sino que ya ha asumido un “estatus de observador” en la UE.

A muchos periodistas europeos sencillamente no les importan las sesiones informativas británicas antes de las cumbres de la UE, porque rara vez se escucha la voz de Reino Unido en dichas cumbres. Según algunos diplomáticos, Cameron parece “aburrirse” en las reuniones con los líderes del mayor bloque económico del mundo. Los países de la denominada “Commonwealth blanca” (Canadá, Australia, Nueva Zelanda) ya no cuentan con Gran Bretaña para que defienda sus intereses en Europa, porque la influencia política de Gran Bretaña se reduce a una velocidad que nadie habría esperado. Los datos de los departamentos de Recursos Humanos de la UE son aún más preocupantes.

En los últimos cuatro años, el número de tecnócratas y ejecutivos británicos que han ascendido a puestos directivos europeos se ha reducido casi a cero. Según algunas fuentes, el número de las nuevas contrataciones en las instituciones europeas procedentes de Gran Bretaña ha disminuido casi un 60% y ahora casi se acerca al número de estonios contratados. Gran Bretaña se ha negado a tantas propuestas y se ha desmarcado en tantas ocasiones, que dentro de poco a nadie le importará en Bruselas que se quede o se marche. Esa obsesión con la “repatriación” de poderes de Europa también resulta incomprensible, puesto que la mayoría de las cuestiones importantes en la actualidad, desde los delitos informáticos al comercio, requieren un enfoque regional o global y el Estado nación tradicional parece una estructura provinciana para afrontarlos.

Su propia forma de pensar

Sin duda Cameron tiene razón al afirmar que si Gran Bretaña sale de la UE no se hundirá. Seguirá siendo una gran economía. Pero comparada con los gigantes del Este, con Estados Unidos y la eurozona, quedará relegada a la “segunda división” de las fuerzas motrices económicas. Es cierto que seguirá siendo una potencia nuclear. Pero también lo es Pakistán. Seguirá manteniendo una relación especial con Estados Unidos. Pero Washington ha dejado claro que quiere que su aliado más cercano tenga voz y voto en Bruselas. Seguirá teniendo a los países de la Commonwealth como aliados. Pero para estas naciones, Gran Bretaña no les resultará de mucha utilidad diplomática fuera de la UE.

Entiendo que los británicos son isleños y que tienen su propia forma de pensar. Pero al contrario de lo que afirman los mitos urbanos y las descaradas mentiras de la prensa sensacionalista británica, la UE nunca les ha pedido que empiecen a conducir por la derecha, que beban en litros en lugar de en pintas, que cambien sus pubs por cafés, ni que midan las distancias en kilómetros en lugar de en millas. Gran Bretaña es profundamente europea en lo que importa de verdad: en su respeto por el Estado de derecho, la democracia y esos derechos inalienables que definen la dignidad humana.

Hacia un grave error político

Por supuesto que el futuro de Gran Bretaña en Europa lo decidirá su pueblo y su Gobierno. Pero como he vivido, estudiado y trabajado en este país durante seis años y he llegado a considerarlo mi segundo hogar, me siento obligado a decir que los diputados conservadores lo están arrastrando hacia un grave error diplomático y político de una magnitud inimaginable. Europa también tiene mucho que perder, ya que sin Gran Bretaña se volverá aún más burocrática, introspectiva y rígida.

Mi apartamento en Atenas estaba junto al cementerio de los Aliados. Cada día, estas vistas me recordaban que cuando la oscuridad se apoderó de nuestro continente, Gran Bretaña lo defendió sacrificándose en gran medida. Hoy, Gran Bretaña podría liderar el camino hacia una Europa más dinámica, transparente, próspera y responsable, en un mundo en el que el equilibrio de poder se está inclinando rápidamente hacia el Este. Las generaciones futuras nunca perdonarán a los que no hicieron caso de la lógica y en lugar de ello relegaron al país a la irrelevancia.

Actualizado el 17 de enero, a 21h: Cameron ha cancelado su discurso tras la muerte de varios ciudadanos británicos en el asalto de una planta de gas en el sur de Argelia.

Visto desde los Países Bajos

“Cameron haría mejor quedándose en casa”

“Si David Cameron viene a los Países Bajos para distanciarse de la Unión Europea, haría mejor quedándose en casa", arremete el analista político Hylke Dijkstra desde las páginas del diario de izquierda De Volkskrant:

Resulta preocupante que nuestro Gobierno proporcione una plataforma a Cameron para que haga política nacional. Pero es aún más inquietante que sus propuestas no se alineen con los intereses de los Países Bajos. Y menos aún con los de la Unión Europea. […] Cameron quiere una UE a la carta [...] Si permitimos que Gran Bretaña renegocie los tratados, otros países también sacarán a relucir su lista de peticiones. Por eso la mayoría de los Estados miembros no son partidarios de los proyectos de Cameron. El referéndum prometido [...] acabará siendo sobre la adhesión a la UE. [...] La UE sería capaz de asumir la pérdida de Grecia, pero la salida de Reino Unido supondría una importante merma de la influencia económica, diplomática y militar por parte de Europa. Además, los Estados miembros más pequeños no se sentirán ya en casa en un club en el que Francia y Alemania son quienes dan las órdenes.

Además, Gran Bretaña amenaza con sumir a la UE en la incertidumbre:

El referéndum británico no tendrá lugar hasta 2017 o 2018. Eso quiere decir que atravesaremos un largo período de incertidumbre. Y precisamente no es incertidumbre lo que nos hace falta en este momento.

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