Andrea* dice que su hijo tiene suerte, porque va al colegio, donde la calefacción está encendida. Pero Andrea, a sus 48 años de edad y con una jubilación anticipada, no tiene tanta suerte: “Estoy siempre en casa. Y siempre tengo frío”.
Una casa fría es un riesgo para la salud, dice Boris Kingma, termofisiólogo en la Organización Neerlandesa para Investigación Científica Aplicada: “Uno se puede proteger del frío con prendas de abrigo, pero si el espacio vital no está calentado, el organismo no se puede recuperar del estrés causado por una prolongada exposición al frío”.
Las personas que viven en casas frías y húmedas tienen un mayor riesgo no solo de enfermedades mentales, sino también de afecciones cardiovasculares (como ataques al corazón) e infecciones respiratorias crónicas. Todo esto puede dar lugar a incapacidad para el trabajo, reducción del bienestar e incluso muerte prematura.
“La incapacidad de calentar los espacios de vivencia se ha de tomar muy en serio”, dice Kingma. “No solo por la salud de millones de personas, sino en cierta medida también por la economía de un país, incluso por la de todo el conjunto de Europa”.
En casi todos los países de la UE, incluida Alemania (donde 5,2 millones de personas no se pueden permitir la calefacción), el número de personas afectadas no ha dejado de crecer desde 2021. Los datos actuales que se han usado para la comparación europea son de 2023. Para Alemania, las cifras para 2024 ya están disponibles; indican que el 6,2 % de la población se ve afectada por esta carencia. Aunque esto representa una disminución en comparación con 2023, la proporción es, sin embargo, significativamente superior a la de antes de la crisis energética (en 2021 era del 3,3 por ciento).
En la encuesta a escala de los países de la UE organizada por Eurostat, se preguntó a los participantes si su hogar podía permitirse el coste de calentar adecuadamente la casa. No se especificaba una temperatura concreta, las respuestas se basaban en la propia evaluación de la persona encuestada. Entre las afectadas se incluían tanto las que calentaban insuficientemente sus casas como las que no podían hacerlo en absoluto. La Deutsche Mieterbund (Asociación Alemana de Inquilinos) y la Umweltbundesamt (Agencia Federal Alemana para el Medio Ambiente) recomendaron una temperatura mínima de 20 grados Celsius las viviendas.
Hemos hablado con varias personas de entre los millones de afectados. Sus relatos son alarmantes: a muchos les aterra su próxima factura de calefacción. Algunas declaran temperaturas de 10 a 15 grados en sus viviendas. O que se ven obligadas a hacer recortes en comida para poder permitirse un poco de calefacción. Además de sufrir estrés físico y psicológico, algunas personas también declaran sentirse aisladas como consecuencia de no tener calefacción.
Un frío día de enero en un pueblo de casas con entramados de madera cerca de Kassel (noreste de Alemania): Andrea está sentada en el sofá de su salón vestida con mallas térmicas y un jersey de lana. Lleva dos pares de calcetines de lana y los pies remetidos bajo el cuerpo. “Ven aquí, pitufillo”, saluda con cariño a su hijo Ben*, de once años. Mientras Ben está absorto en un juego con su teléfono móvil, Andrea comienza a explicar su situación: “Es peor por la mañana”. En ese momento del día ventila la casa para evitar la formación de moho y luego se viste lo más deprisa posible. Solo puede ducharse una o dos veces por semana, pero al menos con agua caliente, lo que es todo un lujo.
Andrea padece una enfermedad crónica y de ahí su jubilación anticipada. Una carta de oficina de bienestar social confirma esto. Sufre acné inverso: se le forman inflamaciones dolorosas bajo la piel de forma repetida, lo que requiere operaciones.
Unos 47 millones de personas en toda la UE, Suiza y Noruega no pudieron calentar lo suficiente sus casas el invierno pasado, lo que corresponde al 10,2 por ciento de la población. Esta cifra ha aumentado drásticamente desde 2021, cuando rondaba los 31 millones. Las cifras son especialmente altas no en las zonas frías de Europa, sino en las más cálidas: España, Grecia, Portugal, Bulgaria e Italia. También destaca Lituania.
Pobreza energética en Europa
¿Por qué hay tantas personas en Europa (que ascienden al 30 % de la población en algunas regiones) incapaces de caldear adecuadamente sus espacios de vivienda?
De acuerdo con expertos en el tema, tres factores son decisivos cuando se trata de la denominada “pobreza energética”: edificios no renovados, elevados costes de la energía e ingresos bajos. Y los tres están causando serios problemas en Europa. Aunque los precios de la energía se han estabilizado en Europa, siguen siendo muy altos: el gas natural cuesta en 2024 casi el doble que en 2020 a las viviendas particulares. Después de que los precios subieran en conexión con una mayor demanda tras la pandemia, el estallido de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania en febrero de 2022 catalizó una crisis energética. También se han encarecido los alimentos y las viviendas. De acuerdo con un informe del mercado de trabajo publicado por la Comisión Europea en 2024, los salarios reales en la UE han disminuido efectivamente en un 1,1 por ciento en comparación con los de 2019.
“El problema es que cuanto más he de pagar por la calefacción, menos me queda para el resto de gastos”, dice Andrea. “La comida se ha puesto carísima”. Y memoriza algunos precios: un paquete de avena de marca blanca cuesta 0,69 euros, 20 céntimos más que antes. Un pack de 3 pimientos cuesta 2,49 euros. Tiene que decantarse por los artículos que están rebajados y siempre compra la cantidad justa, para asegurarse de que nada se desperdicie.
Cuando Ben sale de la habitación, Andrea confiesa que se siente sola. “Llevamos una vida muy recluida”. Antes solía disfrutar saliendo a tomar café con sus amistades, pero ya no es posible. A Ben le gusta ir al cine, pero ahora solo puede hacerlo dos o tres veces al año, y sin palomitas. Tampoco hace fútbol, porque los desplazamientos, las botas y las camisetas resultan demasiado caras. Hacen economías y ahorran siempre que pueden.
El aumento del coste de la vida en Europa es una de las mayores preocupaciones de los votantes de la UE. “La gente está frustrada. Esto puede provocar insatisfacción política, desconfianza en los partidos políticos y, en última instancia, inestabilidad”, afirma Guntupalli. La crisis del coste de la vida ya ha provocado protestas en numerosos países.
La cuestión de cómo evitar que la gente deje de pasar tanto frío se hace cada vez más apremiante. Sin embargo, ha surgido una disputa política sobre cuál es el camino correcto a seguir, con Europa enfrentándose ahora a la cuestión de cómo evitar el conflicto social.
Sin embargo, los gobiernos no han ignorado necesariamente el problema: en Alemania, las medidas para combatir el aumento de los precios y recuperarse de la pandemia ya han costado miles de millones de euros, según el Ministerio Federal de Economía. Las medidas anunciadas por el canciller alemán Olaf Scholz a finales de 2022, que la gente motejó como “doble contratiempo”, incluían la ralentización de los precios de la energía, la subvención a los costes de calefacción y la reducción del IVA del gas y la calefacción. “Fueron enormes sumas para aliviar la carga financiera a corto plazo”, afirma Florian Munder, de la Federación de Organizaciones Alemanas de Consumidores. La mayoría de las medidas expiraron a finales de 2023.
Aunque el Consejo Alemán de Expertos Económicos estima que la ralentización forzada de los precios de la energía, por ejemplo, también frenó un poco la inflación, aquellas personas que hoy en día no pueden afrontar sus gastos de calefacción se enfrentan a otro problema: las ayudas ahora son mucho más escasas que en 2022, pero los precios siguen siendo altos.
Las organizaciones de ayuda también están sintiendo la crisis. “No tenemos un plan a largo plazo para nuestro trabajo y para nuestra clientela”, dice Maike Staufenbiel, trabajadora social del Servicio Social Católico de Hamm que asesora a personas endeudadas. La escasa disponibilidad de ayudas por razones de tiempo y presupuesto la desconcierta: “En realidad, dependemos de prestaciones económicas especiales para prestar ayuda, pero en última instancia, lo cierto es que solo se tratan los síntomas y no la causa”.
Según su experiencia, los más afectados son los trabajadores con salarios bajos o con empleos a tiempo parcial, los enfermos crónicos y las familias monoparentales.
El gas natural cuesta en 2024 casi el doble que en 2020 a las viviendas particulares
Durante este año, el gas, del que cada vez más personas dependen para la calefacción en Alemania, está en vías de encarecerse debido al aumento de los costes de conexión a la red. De hecho, se incrementarán las tasas tanto para el gas como para el gasóleo de calefacción: 55 euros por tonelada de CO2 en comparación con los 45 euros actuales. Para las personas que no puedan aprovechar las energías renovables, es probable que los costes de calefacción sigan aumentando en los próximos años.
En el marco del Pacto Verde Europeo, a partir de 2027 se introducirá en toda la UE una tarificación de las emisiones de carbono para la calefacción y el repostaje. La energía que se utiliza en los edificios representa el 36 % de las emisiones totales en la UE.
El régimen de comercio de derechos de emisión de la UE (RCDE2) está destinado a sustituir al régimen alemán de comercio de derechos de emisión e introducir unas tasas sobre emisiones de carbono para la calefacción y el transporte en los demás Estados miembros que aún no las hayan impuesto. Un análisis de diversos estudios realizado por la Agencia Federal de Medioambiente concluye que es posible establecer unos precios de entre cien y varios cientos de euros para las emisiones de carbono en 2030.
Al contrario que la explosión de precios provocada por la guerra de agresión perpetrada por Rusia, esta subida de precios es previsible. Los Estados miembros de la UE, mientras tanto, tendrán que trabajar para la integración del RCDE2 en sus leyes nacionales y en su Plan Social para el Clima que, a partir de 2026, les permitirá acceder a fondos de la UE procedentes de los ingresos por carbono y redistribuir esto entre sus ciudadanos y residentes. La intención de todo esto es evitar que unos altos precios de la energía impongan una carga desproporcionada a las personas más desfavorecidas.
Sin embargo, en el verano de 2024, la Comisión de la UE ya había iniciado la primera fase del procedimiento sancionador contra Alemania y otros 25 Estados miembros por no actuar.
Actualmente no está claro la política climática que seguirá el próximo gobierno alemán, sino también cómo se desarrollará el apoyo al Pacto Verde a nivel de la UE. El Pacto, que se aprobó en 2019 bajo la presidencia de la conservadora Ursula von der Leyen, tiene como objetivo la neutralidad climática en la UE para 2050.
Injusticias en torno a las reformas
En tiempos de costes de la vida extremadamente altos, la fijación de precios del carbono –que no se suavizan con medidas de apoyo– tiene una enorme importancia social y política: quienes puedan permitirse la renovación o la instalación de fuentes de energía renovable sufrirán un menor impacto mientras que los hogares más desfavorecidos o los que vivan de alquiler tendrán que gastar una parte mucho mayor de sus ingresos en calefacción y, además, no podrán liberarse de la dependencia del CO2. En toda Europa ha estallado una disputa sobre la fijación de precios al carbono.
“Actualmente estamos viendo algunos intentos por parte de las facciones conservadoras y de derechas en el Parlamento Europeo así como de algunos Estados miembros y de la comunidad empresarial, para anular estos esfuerzos en pro del clima”, dice el eurodiputado de Los Verdes Michael Bloss. “Sería sensato empezar a trabajar ahora en el establecimiento de programas para los potenciales ingresos, de manera que el dinero se pudiera desembolsar directamente a partir del 1 de enero de 2026. De otro modo, corremos el riesgo de que el RCDE2 se convierta en una trampa social de 2027 en adelante”.
En Alemania, los preparativos también están estancados. El Klimageld (dinero del clima), un pago directo y único a la población, que el gobierno federal saliente había anunciado en su acuerdo de coalición, fracasó en un principio debido a que no había una forma técnica de transferir el dinero a la población. Aunque este problema técnico ya se ha solucionado, el que el dinero climático se llegue a pagar realmente dependerá del próximo gobierno federal, una vez disuelta la coalición actual. La CDU planea inicialmente reducir solamente los precios de la electricidad; según el portavoz de política climática del partido, en un segundo paso podrían incluirse pagos directos.
En Austria, ya se han desarrollado más de 60 proyectos con el apoyo de los ingresos nacionales del carbono. Por ejemplo, una parte de los ingresos generados por el precio eco-social se canalizan hacia el llamado Klimabonus (bono del clima), un pago directo. Todos se benefician de esto, incluso los niños.
Desde 2022, se vienen distribuyendo pagos automáticos y socialmente escalonados a todas las personas que residan legalmente en el país durante más de seis meses. En particular, se pretende ofrecer a las personas socialmente desfavorecidas, a las personas con bajos ingresos y a los hogares en zonas con infraestructuras deficientes la oportunidad de invertir en tecnologías como bombas de calor, energía solar térmica o sistemas de calefacción renovables. Según el gobierno, se pretende “motivar a la gente para que adopte alternativas respetuosas con el clima”. Sin embargo, la suma que se paga una vez al año consiste actualmente en un pago básico de 145 euros, más una compensación regional de hasta 145 euros donde y cuando sea necesario. No se controla cómo se gasta finalmente el dinero.
Esto también se aplica a los distintos países, que deberían utilizar los ingresos del RCDE para invertir en medidas climáticas. Sin embargo, “actualmente no existe ningún mecanismo de revisión, simplemente se espera que los países se atengan al plan”, afirma el eurodiputado Bloss.
Hay una medida clave que los expertos unánimemente consideran crucial para proteger el clima y la población: la renovación. Los hogares que no emitan CO2 no estarán sujetos al pago de los precios del carbono. Y si se necesitaran en general menos certificados de huella de carbono, el precio bajaría incluso para quienes todavía dependieran de combustibles fósiles para la calefacción.
El acuerdo de la UE sobre la eficiencia energética de los edificios estipula que las renovaciones en los edificios han de aumentar drásticamente, lo que supone una importante intervención para Alemania, donde muchos edificios necesitan renovación. Según el estudio “Climate neutrality not before 2075”, publicado por la consultora muniquesa S&B Strategy, esto hará que Alemania no alcance su objetivo climático dentro del marco del Pacto Verde. La organización de protección del medio ambiente BUND y la Asociación Alemana de Inquilinos ya criticaron el retraso el año pasado.
Según Sybille Braungardt, del Instituto Öko de Friburgo, en Alemania existen importantes programas de subvenciones para reformas energéticamente eficientes y sustitución de sistemas de calefacción por alternativas más sostenibles. Sin embargo, los hogares con ingresos altos son los que más se benefician de estos programas. “Es problemático que los propietarios puedan reformar e instalar bombas de calor para pagar su precio de la huella de carbono, pero los inquilinos no”.
El aislamiento de las viviendas también es decisivo: “Si no hay aislamiento, el calor desaparece. En ese caso, incluso una subvención permanente para los costes de calefacción no tendría sentido a largo plazo”, afirma Susanne Nies, directora de proyectos de energía e información del Centro Helmholz. Nies ha trabajado en el ámbito de la pobreza energética en Bruselas y dirige el proyecto Green Deal Ukraine, un grupo de expertos independiente. Especialmente en Europa del este, los edificios suelen estar mal aislados y, en los países más templados, las infraestructuras en los edificios suelen ser deficientes. “La electricidad y la calefacción no deberían ser un problema social”.
👉 Artículo original en Correctiv
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