Mohamed Sabra Cartoon movement

Un bebé europeo de un óvulo español y esperma danés

Las parejas que buscan un bebé mediante tratamientos de fertilidad suelen viajar a países de la UE donde la legislación es más liberal y hay menos obstáculos. Sin embargo, para las mujeres solteras la historia es bastante diferente.

Publicado en 21 mayo 2025

Fabian juega con un balón con su hija Josefine*, de unos meses, en un portabebés sobre su pecho. Él y su pareja Anna pudieron ser padres gracias a una donación de óvulos procedente de Estonia.

Cuando era más joven, Anna sufrió una intervención quirúrgica en la que le extirparon los ovarios. “Siempre habíamos tenido claro que tendríamos recurrir a una clínica de fertilidad y a una donación de ovocitos para tener un bebé”, explica ella. En Austria, donde residen Fabian y Ana, la donación de ovocitos está autorizada desde 2015. Sin embargo, en la práctica, casi no hay donantes porque  tanto la entrega de dinero a cambio de una donación de ovocito como el comercio de gametos están prohibidos. Razón por la cual, Anna y Fabian se dirigieron a otros países de la UE.

Su caso no es único. Las personas que necesitan ayuda médica para crear una familia se enfrentan a distintos desafíos en función del país europeo. En Austria, solo las personas que viven en pareja se pueden beneficiar de un tratamiento contra la infertilidad. Desde 2015, las parejas lesbianas también tienen derecho a él.

Estas parejas pueden solicitar ayuda al fondo austriaco para la fecundación in vitro (FIV), que se hace cargo del 70 % de los costes. Estos fondos, que dependen del ministerio de Salud, financian hasta cuatro tentativas, si se comprueban determinadas enfermedades que impiden la reproducción y si las tentativas se realizan dentro del límite de edad de 40 años. Sin embargo, las mujeres solteras quedan excluidas. Y aquellas personas que, como Anna y Fabian, necesitan una donación de óvulos, tienen que pagarla con sus propios fondos.

Un sobre de 1000 euros

La mitad de las donaciones de ovocitos que se efectúan dentro de la UE proceden de mujeres españolas. Más de la tercera parte de estas donaciones se destinan a pacientes extranjeras. Alba donó sus ovocitos pro primera vez en la primavera de 2023 en Madrid. Explica que quería ayudar a otras personas. “Siempre he pensado que el nacimiento de una criatura fruto de una donación de óvulos se debería considerar  [un acontecimiento} particularmente feliz, pues demuestra que era verdaderamente deseado”.

Alba hizo una segunda donación de ovocitos por razones económicas: “Por primera vez salí de la clínica con un sobre con 1000 euros en billetes de 50”.

La cantidad corresponde a la remuneración media, 900 €, que perciben las donantes en España, calculada por la Sociedad europea de reproducción humana y embriología (ESHRE). Un importe relativamente importante, aunque no constituye la remuneración más alta dentro de la UE. En España, una cuarta parte de las donantes son estudiantes, Su identidad queda protegida: los padres y sus descendientes no saben quién ha donado los ovocitos.

Para Anna y Fabian, la donación de óvulos no debería ser anónima, “Siempre hemos querido que Josefine conozca su historia”, explica Anna. “Que ella tenga la posibilidad de conocer a esa persona si lo considera importante o si necesita esta pieza del rompecabezas”.

Lo cual es imposible en casi la mitad de los países de la UE. Anna y Fabian encontraron una pequeña clínica de fertilidad que trabaja en colaboración con un banco de óvulos en Estonia. Josefine tendrá así la posibilidad de establecer contacto con la donante al menos una vez que alcance la mayoría de edad.

La gallina de los huevos de oro

Los responsables de la clínica y del banco de óvulos buscaron en primer lugar una donante que se pareciera a Anna. Poco después, recibieron una breve lista anónima en la que figuraban el color de los ojos y del pelo, el peso, la estatura, las aficiones y la formación de la potencial donante. “¡Qué extraño fue el momento en que recibimos esta lista!”, recuerda Anna. “¿Tan importante era que ella tuviera el pelo rubio o castaño o que el color de ojos fuera como el mío?”  En lugar de considerar más listas, Anna y Fabian decidieron finalmente probar con la primera donante. “Nos dijimos que no era tan importante”, explica Fabian, “porque, a fin de cuentas, el bebé [iba a estar] de todas formas en el vientre de Anna”.


Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

Los óvulos de la donante fueron fecundados con el esperma de Fabian en Estonia. Se crearon así tres embriones que fueron enviados a la clínica de fertilidad en Austria. Anna quedó encinta en el primer intento, pero perdió el bebé a la séptima semana. La segunda transferencia de embrión tampoco funcionó. Después de varios exámenes y una serie de perfusiones, la tercera y última vez fue la vencida. Josefine nació después de un “embarazo de ensueño”.

“En cuanto al tratamiento de transferencia de embriones, el acompañamiento es excelente”, comenta Anna sobre la implantación del óvulo fecundado. “El fondo para la FIV cubre buena parte de los gastos. Pero si dependes de donaciones, estás completamente indefenso”. En total, se gastaron unos 10 000 euros en la donación de óvulos, los tratamientos y los reconocimientos. "La llamamos nuestra gallina de los huevos de oro", dice Fabian, mirando a Josefine.

En la mayor parte de los países, las parejas cuentan con apoyos para su deseo de tener bebés. Las mujeres solteras tienen menos libertad. Según la asociación Fertility Europe, las solteras pueden recurrir a la donación de esperma en 37 países europeos y a la donación de óvulos en 31 países. Pero a las austriacas que desean ser madres y no tienen pareja no les queda más remedio que marcharse al extranjero.

Perdida en la jungla

Ariane* es una de ellas. En los albores de la cuarentena, ha decidido probar suerte. “Qué le vamos a hacer, voy a intentarlo yo sola”, se dijo a sí misma. “No quiero arrepentirme dentro de cinco años de no haber tenido hijos por no haber encontrado el compañero adecuado”.

Desde el principio, es evidente que tendrá que ir al extranjero. Pero la información es difícil de encontrar. “Es diferente en cada país, a veces incluso de una clínica a otra. Las leyes varían. Los límites de edad son diferentes en todas partes. Algunos países solo aceptan parejas”, indica Ariane. “Es una auténtica jungla”.


“Encuentro escandaloso que una mujer soltera se vea estigmatizada así” – Ariane


Pronto se encuentra con información de Cryos International. La empresa, con sede en Aarhus (Dinamarca), es, según sus propias informaciones, el mayor banco de óvulos y esperma del mundo. Abastece a más de 100 países. Desde su creación en la década de 1980, ha convertido Dinamarca en uno de los destinos más populares para tratamientos de fertilidad en Europa. La legislación es liberal y la procreación asistida médicamente es algo común. Aproximadamente el 10 % de los bebés daneses nacen mediante reproducción asistida médicamente. Muchos son hijos de “solomors”, es decir, madres solteras.

Ariane ha consultado cientos de perfiles de donantes. “He decidido que necesito un donante que no sea anónimo”, explica. “Porque si no, no me sentiría tranquila y eso me da mucho miedo”.

El perfil de un estudiante danés llama su atención, así que Ariane se desplaza a Dinamarca donde se sometería a tres tratamientos de FIV; ninguno de los cuales terminó en embarazo. Y después de eso, estalló la pandemia de covid-19.

“Entré profundamente en pánico”, recuerda Ariane. Los aviones inmovilizados en tierra no le permitieron volver a Dinamarca. Su única opción era Múnich. En Baviera, la FIV está autorizada para mujeres solteras. Además, podía llegar a la ciudad en tren. Ariane pasó por otros tres ciclos en Alemania, pero todos fallaron. “Fue verdaderamente frustrante, muchas veces estuve tentada de abandonar”, manifiesta.

La doble donación

Después del levantamiento de las restricciones, Ariane volvió a Dinamarca. Por primera vez, la prueba de embarazo da positivo, pero se trata de un aborto espontáneo muy precoz. A pesar de unas señales alentadoras, las siguientes tentativas no desembocan en un embarazo viable. “En ese momento, los médicos me aconsejaron claramente la donación de ovocitos”, recuerda. “Entonces ya tenía 45 años”.

A Ariane le costó aceptar la idea. Se tomó una pausa de seis meses para reflexionar. “Me encontraba en estado shock”, dice. En aquel momento, había rebasado el límite de edad para los tratamientos en Dinamarca y el de adopción en Austria. Decide intentarlo una última vez y opta por la donación de ovocitos. Ariane tropieza con el mismo problema por todas partes: “En la mayoría de los países, son las clínicas o los médicos quienes eligen la donante”. Ariane preferiría, por lo menos, ver una foto de la mujer, hacerse una idea de cómo es. Al igual que Anna y Fabian, acabó yendo a Estonia.

En Tallin, Ariane encontró una clínica donde pudo seguir un tratamiento de FIV con donantes de su elección. También se acepta a las solteras y ella no había alcanzado todavía el límite de edad vigente allí. “Fue como encontrar una aguja en un pajar”, recuerda Ariane. Que acabó teniendo éxito, después de nueve ciclos de FIV, dieciséis transferencias y varios viajes a tres países de la UE. Ariane quedó encinta y dio a luz un niño.

“Encuentro escandaloso que una mujer soltera se vea estigmatizada así”, dice ahora. En Austria está prohibida la donación de esperma a mujeres solteras, pero también la criopreservación de óvulos no fertilizados (“social freezing”), es decir, la recogida y congelación de óvulos sin necesidad médica.

La fertilidad disminuye con la edad y aumentan los riesgos de malformaciones genéticas. La posibilidad de recurrir más tarde a óvulos recogidos anteriormente limitaría las consecuencias económicas, físicas y psicológicas de un deseo insatisfecho de tener hijos. “Lo volvería a hacer mil veces”, declara Ariane hoy en día. “El resultado me hace feliz cada día, y eso bien vale la pena”.

*Los nombres se han modificado.

👉 Artículo original en Der Standard
🤝 La producción de este artículo forma parte del proyecto colaborativo PULSE, con la participación de Andrea Muñoz de El Confidencial.

Ver más comentarios Hacerse miembro para traducir los comentarios y participar

Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.

El evento >

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya un periodismo que no conoce fronteras

Aprovecha nuestras ofertas de suscripción o haz una donación para fortalecer nuestra independencia

Sobre el mismo tema