Cuando me despedí de Groenlandia, hace muy poco tiempo, no esperaba regresar tan pronto. Pese a ser más grande que Francia, Alemania, Polonia, Italia y España combinadas, Groenlandia alberga una población relativamente pequeña de alrededor de 60 000 habitantes. Todavía queda una pregunta por contestar: ¿es esta isla siquiera parte de Europa? Según el Consejo Nórdico, “pese a ser parte del continente norteamericano, en términos geopolíticos, la isla forma parte de Europa”.
Pero varios factores —todos relacionados con el nuevo intento de Donald Trump de comprar una isla que por el momento pertenece de manera semiautónoma a Dinamarca— parecen justificar la redacción de una revista de prensa dedicada a Groenlandia.
Tras una “feroz” conversación telefónica entre la primera ministra danesa Mette Frederiksen y Trump, en la que el presidente de Estados Unidos, recién llegado a su puesto, confrontó a Frederiksen sobre la denegación de Dinamarca de la venta de Groenlandia, hubo mensajes contradictorios sobre la respuesta europea indicada.
Por una parte, Frederiksen ha visitado Berlín, París y Bruselas para promover la “unidad de la Unión Europea” y ha lanzado un “plan de seguridad para el Ártico” de 2000 millones de euros. Por otra parte, como informa el Financial Times, la UE y la OTAN han tomado un “voto de silencio sobre Groenlandia después de que Dinamarca indicase a sus aliados que no respondiesen a las amenazas de Donald Trump de apoderarse de la isla ártica. Por consiguiente, “no se ha [...] hecho esfuerzo alguno por coordinar las declaraciones de la OTAN y la UE en defensa de Dinamarca o Groenlandia”.
En 1982, los groenlandeses votaron, con una pequeña mayoría (un 52 % contra un 48 %) por abandonar las Comunidades Europeas (CE). No obstante, una encuesta publicada en diciembre de 2024 por el Nasiffik Centre for Foreign & Security Policy sugiere que el “60 % de los ciudadanos groenlandeses votarían a favor de reincorporarse a la UE, contra un 40 % en 2021”, según informa el New Union Post. Como nos recuerda el director del centro Nasiffik, Rasmus Leander Nielsen, el estatus actual de Groenlandia como territorio de ultramar “funciona bien para recibir fondos estructurales y fondos para la educación, así como para las energías verdes y la minería”. Sin embargo, Nielsen declara que le “sorprendería” que los groenlandeses decidieran llevar la relación más lejos y unirse a la UE. Como explica el New Union Post, cuando se trata de la expansión de la UE “el ‘tema incómodo’ común para Islandia, Groenlandia y Noruega [es] las cuotas de pesca y la Política Pesquera Común de la UE”.
En lo que respecta a si los groenlandeses quieren que su isla se convierta en parte de Estados Unidos, la respuesta es un “aplastante y muy rotundo” no, de acuerdo con una nueva encuesta llevada a cabo por Verian para el periódico danés Berlingske y el periódico groenlandés Sermitsiaq (uno de los dos periódicos nacionales de Groenlandia). Según informan Daniel Tideman y Mia Gleerup Fallentin para Berlingske, “el 85 % de los groenlandeses responden de manera negativa a la idea de que Groenlandia abandone el Reino de Dinamarca y se convierta en parte de Estados Unidos. Solo el 6 % de los groenlandeses quieren abandonar el Reino de Dinamarca a favor de Estados Unidos y el 9 % están indecisos”. La encuesta también reflejó que “el 45 % de los groenlandeses [...] perciben el interés de Donald Trump en Groenlandia como una amenaza, y solo el 8 % aceptarían un pasaporte estadounidense si tuviesen que decidirse ahora mismo entre la ciudadanía danesa y la estadounidense”.
A principios de enero, Julie Schneider investigó, también para Berlingske, una encuesta diferente llevada a cabo por la organización estadounidense Patriot Polling y que indica que en realidad el 57 % de los groenlandeses estaban a favor de unirse a Estados Unidos. Schneider descubrió que la encuesta fue citada 356 veces entre el 12 y el 15 de enero por agencias de prensa y medios de comunicación que publican artículos en ruso y que están afiliados al Estado ruso, como Sputnik, Ria Novosti y Tass. El miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores José Torreblanca le explicó a Schneider que Rusia estaba tratando de usar a Groenlandia para abrir una brecha entre Estados Unidos, Europa y la alianza transatlántica.
La cadena pública danesa DR advierte que “el riesgo de desinformación dirigida contra Groenlandia ha aumentado desde que Trump volvió a expresar su interés en la isla. Artículos falsos que pretenden pertenecer a la cadena pública de Groenlandia; un perfil de Facebook falso del primer ministro groenlandés Múte Bourup Egede; una historia falsa que afirma que el político Karsten Hønge de la Izquierda Verde danesa estaba buscando ayuda de Rusia para evitar la secesión de Groenlandia: estos son unos pocos ejemplos de la desinformación dirigida a Groenlandia en las últimas semanas. Como señalan Thomas Prakash, Frederik Gatzwiller y Alexzander Lundquist Thomsen en su artículo, hace tan solo un mes un informe comunicó que no había evidencia de una presencia de campañas de influencia extranjera en la isla. El reciente aumento de la desinformación también coincide con las elecciones parlamentarias inminentes en Groenlandia, que se llevarán a cabo un poco antes del 6 de abril. “La vez pasada, alrededor de 27 000 votantes participaron en estas elecciones, así que solo se necesitan unos cuantos votos para determinar el resultado”, escriben los periodistas.
Signe Ravn-Højgaard, socióloga de la Universidad de Groenlandia, diagnostica el problema: “En Groenlandia, el problema es que solo hay dos empresas mediáticas con relativamente pocos periodistas que cubren todo tipo de temas en todo tipo de formatos. Por lo tanto, no hay tantos periodistas que puedan verificar los datos e investigar las alegaciones, lo que significa que la desinformación tiene el potencial para prosperar en Groenlandia”.
De acuerdo con el eurodiputado Morten Løkkegaard (Renovar Europa), si los groenlandeses realmente quieren combatir las acometidas de Trump, la adhesión a la UE podría brindarles la protección que necesitan. Al hablar con Seb Starcevic para Politico Europe, Løkkegaard observó que una consecuencia involuntaria de la puja de Trump es la posibilidad de que Groenlandia considere con más seriedad la reanudación de las discusiones sobre el establecimiento de relaciones más cercanas con Europa. “Si quieren un cambio político, este puede ser el empuje necesario para que los groenlandeses miren con otros ojos lo que sucede en Europa”. Løkkegaard también sostiene que Groenlandia es “un candidato natural a la adhesión a la UE, con un sólido sistema democrático y de bienestar social”.
Por supuesto, también hay una tercera encuesta de opinión que importa tanto como aquellas citadas previamente: la posición de los groenlandeses sobre la independencia total. En su muy entretenida historia para el medio de comunicación estadounidense The Atlantic, Mark Leibovich menciona que la encuesta confiable más reciente fue llevada a cabo en 2019 por la Universidad de Copenhague. El sondeo reveló que el 68 % de los groenlandeses quisieran que Groenlandia fuese completamente independiente en el futuro (solo el 39 % votarían por la independencia si la votación se diese el día siguiente, aclara Lisa Munck Seidelin en su artículo para TV 2). Esto parece verse reflejado en la composición política del país: “el Parlamento”, escribe Leibovich, “se compone de 31 miembros, que, por lo que puedo ver, representan 31 matices independentistas”. Como han reiterado Aaja Chemnitz, parlamentaria groenlandesa, y el primer ministro Egede: “No queremos ser daneses; no queremos ser estadounidenses. Queremos ser groenlandeses”.
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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