Angela Merkel, Bronisław Komorowski y Nicolas Sarkozy en el Palacio de Wilanów, en Varsovia, el 7 de febrero de 2011.

La cuadratura del Triángulo de Weimar

Los dirigentes polacos, alemanes y franceses, reunidos en Varsovia el 7 de febrero, han acordado reforzar la cooperación trilateral. El diario Gazeta Wyborcza estima que ya era hora de que lo hicieran, para contrarrestar los temores de una UE de dos velocidades.

Publicado en 8 febrero 2011 a las 16:15
Angela Merkel, Bronisław Komorowski y Nicolas Sarkozy en el Palacio de Wilanów, en Varsovia, el 7 de febrero de 2011.

Los veinte años de existencia del Triángulo de Weimar ante todo son una historia llena de decepciones. Hasta ahora, Varsovia, París y Berlín no han logrado forjar una alianza duradera, susceptible de convertirse en el motor de una Europa ampliada. No obstante, aún es posible que lo logren en el futuro.

Los fracasos sufridos en el pasado se deben por una parte a las excesivas ambiciones políticas de Polonia y por otra, a la visión a corto plazo y a la falta de interés de los dirigentes alemanes y franceses, que durante mucho tiempo nos han considerado los parientes pobres.

Berlín y París se acuerdan bien de que, en 2003, intentaron en vano convencer a Varsovia de que se negara a apoyar la invasión estadounidense en Irak. El Triángulo tampoco funcionó cuando Europa Occidental y Rusia se pusieron de acuerdo sobre la construcción del gasoducto Nord Stream, que rodeaba Polonia [en 2005]. Tampoco tuvo un efecto unificador durante el conflicto entre Georgia y Rusia [en 2008], cuando el presidente polaco y el francés intentaron llegar a Tiflis uno antes que el otro.

Las reuniones deberían celebrarse con regularidad

El Triángulo era simplemente un marco informal para reunirse y tomarse la palabra, aunque la puesta en marcha de las acciones dependía de la buena voluntad de los políticos. La falta de esta voluntad quedó especialmente patente en 2006, cuando Lech Kaczyñski, ofendido por haber sido objeto de una caricatura publicada en un diario alemán, simplemente canceló la cumbre de Weimar.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

Al reunirse en Varsovia Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, el presidente polaco Bronisław Komorowski ha demostrado que la plataforma de debate polaco-germano-francesa debe ganar en importancia, sobre todo en el difícil contexto actual para la UE, en el que Europa teme que se produzca una división entre los países de la eurozona y los demás.

Según los deseos de los tres dirigentes, a partir de ahora las reuniones dentro del contexto del Triángulo deberían celebrarse de forma regular. También se ha previsto organizar una reunión conjunta con el presidente ruso Dmitri Medvedev. Todo esto parece presagiar que la reactivación del Triángulo puede ser un éxito.

La cooperación dentro de este marco ante todo no debería limitarse a un encuentro anual en un palacio bonito, restringido al círculo de los políticos polacos, alemanes y franceses más importantes. La acción del Triángulo debería ampliarse al conjunto de la clase política de los tres países y a la cooperación entre los científicos, los políticos locales y los intercambios de jóvenes.

Una cooperación que resiste a los cambios políticos

Atrevámonos a imaginarnos una situación en la que, mientras los políticos de los tres países negocian los términos de una estrategia común para la política energética de la UE, los directores de los institutos de investigación y los ayuntamientos firman acuerdos de cooperación trilateral. O bien otra imagen: la UE adopta sanciones contra el régimen de Alexandre Lukashenko, mientras que las universidades polacas, alemanas y francesas abren sus puertas a los estudiantes bielorrusos.

Tal y como demuestra el ejemplo de la cooperación franco-alemana de estos últimos 50 años, una vez que se pone en marcha y se afianza, la cooperación perdura y resiste a los cambios políticos. Desde este punto de vista, la reactivación del Triángulo sería más necesaria que nunca.

Visto desde Alemania

No conformarse con lo sencillo

El balance del Triángulo de Weimar desde su creación en 1991 es casi nulo, según exponen en Die Zeitlos politólogos Daniela Schwarzer y Kai Olaf-Lang. Francia ha dado muestras de anemia, incomprensión y a veces arrogancia, mientras Alemania se concentraba en la cooperación franco-alemana y Polonia era presa del "efecto Kaczynski". No obstante, los investigadores estiman que "para Alemania, enfrentada a las crecientes expectativas por parte de sus veintiséis socios europeos", el Triángulo constituye "un complemento propicio para la colaboración intensa con Francia". Pero si "París, Berlín y Varsovia siguen saltando de cumbre en cumbre sin cruzar los valles juntos", el Triángulo seguirá careciendo de importancia política. "No sería grave. Pero en este caso, habría que despedirse de la noticia de un trío con importancia europea".

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema