La Eurocopa 2012 no es un árbitro económico

¿Quién debe ganar la Eurocopa de fútbol para salvar la moneda única? Aunque algunos esperan que las victorias fomenten la confianza en algunos países, lo que está en juego se encuentra lejos de los estadios, para disgusto de los amantes del deporte, advierte SME.

Publicado en 13 junio 2012

La crisis de Europa entra su fase terminal y también los esquemas de pensamiento de los especialistas en previsiones. Un analista del AMRO Bank de Ámsterdam se atrevió a dar un pronóstico sobre el futuro de la UE: “Puesto que lo fundamental es que el contagio no se propague a los países que forman el núcleo duro de la eurozona, lo mejor sería que Francia ganara la Eurocopa 2012. De este modo, se restablecería en gran medida la confianza”.

Sí, claro... Quizás quería decir que mientras resuenen los ecos de la Marsellesa, a nadie se le ocurrirá la idea de lanzarse en carrera hacia los cajeros de BNP Paribas o de Société Générale… pero entonces se plantea una pregunta: ¿no sería más conveniente entonces, para reforzar la confianza, esperar el éxito de Alemania? Mientras los seguidores-electores celebraran la victoria, el BCE se dispondría a adquirir cuatro toneladas de obligaciones españolas.

En cuanto a Angela Merkel, una fanática del fútbol (recordemos que la reunión del G8 tuvo que interrumpirse durante el partido Bayern-Chelsea), haría que el Bundestag aprobara los eurobonos. ¿Y qué ocurriría con una victoria de Grecia? ¿Firmaría entonces Alexis Tsipras el memorándum y con él un presupuesto saneado hasta 2100?

España no figura en los oráculos

Lo extraño es que, aunque España [actual campeona de Europa y del mundo] sea la gran favorita de la Eurocopa, el oráculo de AMRO no espera nada en el caso de un triunfo ibérico. Muchos coinciden en decir que el país ya ha superado el punto de no retorno. Y poco importa que su presidente Rajoy tenga razón o no al decir que su país es un “daño colateral” del caos en el que está hundida la eurozona.

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Lo que importa aquí es que hemos superado con creces la fase crítica del rescate nacional. Sobre todo al saber que Barclays (al igual que otras instituciones financieras) ha previsto que España “sólo está a medio camino” del hundimiento del mercado inmobiliario y que con una bajada adicional de los precios del 20%, algo que parece inevitable, “el sector financiero quedará totalmente desangrado”.

A esto se añade un porcentaje de paro récord en Europa, un desequilibrio fatal del mercado laboral y un endeudamiento de la población y del sector no financiero que representa el 200% del PIB. No es de extrañar entonces que un periodista del Financial Times haya llegado a estimar que “la cuestión no es tanto saber si la economía española se recuperará en 2012 o en 2013, sino si podrá hacerlo antes del fin de este decenio”.

Un suspense más intenso que en el fútbol

Volviendo al fútbol, España no podría salvarse, ni siquiera si los clubes de primera división pagaran los 750 millones de euros en impuestos (o más bien en reducción de impuestos) que deben al Estado. En cuanto a Grecia, ¿conocerá al final una quiebra controlada por un plan de rescate europeo financiado por los contribuyentes? ¿O una bancarrota fuera de la eurozona que algunos calculan que ascendería a 1 billón de euros, otros a infinito y otros aún sostienen que no está bien querer alarmar a todo el mundo?

Angela Merkel ya no puede disimular más y debe decidir: o bien la eurozona estalla este verano, o bien prosigue su camino de sufrimiento con la federación de la deuda. El suspense es mucho más intenso que durante la Eurocopa y el partido Bayern-Chelsea juntos. Sobre todo cuando el ministro del Interior alemán recomienda “no verter más dinero en el tonel sin fondo” y el vicegobernador del Bundesbank considera a Grecia un “Estado que ha quebrado”, mientras que Peter Bofinger, el consejero [económico] más influyente [del Gobierno alemán], sostiene que “los griegos han realizado las mayores correcciones fiscales desde la posguerra y la bajada del déficit estructural exigida no tiene precedentes y es excesiva”.

Las opiniones difieren. La canciller es una federalista convencida, pero sabe que si da marcha atrás hoy y da su aprobación a la puesta en común de las deudas, y todo sin el "zar" del presupuesto en Bruselas (es decir, Berlín), entonces Alemania también acabará en el punto de no retorno.

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