Banco de hielo en Alaska, víctima del calentamiento global (Joel Sartore)

Los escépticos pretenden confundir

Los escépticos del cambio climático tienen el viento a favor. Se aprovechan de cualquier error de los científicos por nimio que sea para justificar que el calentamiento global no se debe a la actividad humana y para acusar de falsedad al IPCC, el organismo encargado de evaluar los cambios climáticos, con una buena dosis de mala fe, según explican tres expertos en sostenibilidad en el diario NRC Handelsblad.

Publicado en 12 febrero 2010 a las 16:02
Banco de hielo en Alaska, víctima del calentamiento global (Joel Sartore)

Se acabó el juego para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC). A lo largo de las últimas semanas, nos hemos ido enterando del "climategate" en que se ha visto envuelta la Conferencia de de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Copenhague (COP15), el escándalo que desató la publicación de los correos electrónicos intercambiados por varios climatólogos; en su informe, el organismo cita fuentes no científicas, como los artículos de la WWF; confunde tierras inundables con las que están por debajo del nivel del mar en los Países Bajos y basa sus conclusiones respecto de la desaparición de los glaciares del Himalaya en unas estaciones de observación chinas que no existen.

Según los escépticos, para quienes el calentamiento del planeta no es consecuencia de la actividad humana, estos elementos constituyen "la prueba" de que "el complot del CO2" existe, que los casquetes polares y los glaciares no se están derritiendo y que Copenhague ha sido una farsa. Pongamos las cosas en claro: los glaciares siguen derritiéndose. Si bien se ha demostrado que la previsión que auguraba la desaparición de los glaciares del Himalaya de aquí a 2035 no tiene fundamentos, esto no significa que los problemas climáticos no existan.

La “criptociencia” de los escépticos del cambio climático

Lo que no se conoce suficientemente es la manipulación de los datos climáticos, pero no la llevada a cabo por el IPCC, sino por los escépticos del cambio climático, aficionados a lo que ha dado en llamarse "criptociencia" [el estudio de fenómenos inexplicables o irracionales a través de un método científico]. Esta disciplina florece gracias a un sustrato rico en fértiles nutrientes como son la posmodernidad, Internet y una serie de poderosos grupos de presión estadounidenses, rusos y saudíes. Los métodos empleados los han usado ya otros: el sector del tabaco, el nuclear y, hace poco, las aseguradoras estadounidenses para presentar batalla contra el proyecto de reforma de la sanidad pública de Barack Obama.

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En la sociedad posmoderna, todo el mundo puede expresarse. Internet rebosa de cotorreos profanos que pueden surtirse de material en la Red para sostener opiniones de cualquier tipo. Los trucos típicos de los “criptocientíficos” son ampliar las incertidumbres, deformar las estadísticas y mediatizar los incidentes. Su grupo de presión se ha organizado bajo el nombre de International Climate Science Coalition (Coalición internacional de la ciencia del clima, ICSC) y sus patrocinadores son las industrias del carbón de Australia y América, como revela el autor canadiense James Hoggan en su libro Climate Cover Up. La publicación sobre las estaciones de observación procede de este mismo lobby encarnado en el instituto SPPI, Science and Public Policy Institute en Washington, y dicho artículo no ha sido comentado por entidades homólogas.

El IPCC, un órgano de izquierdas

Los medios con escasez de polémicas, que a menudo están mal informados en el plano científico, se vuelven locos por este tipo de mensaje. Una errata por aquí y una cita equivocada o una nota al pie anodina por allá bastan para anunciar a bombo y platillo en los titulares que el calentamiento climático no existe. Porque cada cual es libre de tener su propia opinión. Sin embargo, los "criptocientíficos" rara vez colaboran con institutos de renombre y no suelen publicar artículos científicos evaluados por pares. Para el lobby de los escépticos es algo normal: los institutos y las revistas en cuestión están controlados por las "mafias del CO2", que no admiten críticas profanas en sus filas.

Según ellos, el IPCC es un órgano político en manos de la izquierda que deforma los hechos y niega datos auténticos. Están convencidos de que el clima está enfriándose, todo gracias a la influencia del sol y el vapor de agua, que es mucho mayor que la del CO2 o el metano, y dicen que la temperatura de la Tierra hace X millones de años era de al menos 20º más que ahora. Todo lo cual es evidentemente refutable. En Copenhague, estos argumentos no se han tenido en cuenta como tema a debate, e incluso en la cumbre mundial de Abu Dhabisobre la energía del futuro, que tuvo lugar el pasado enero, se dejaron de lado por considerar que no hacían al caso.

Los conocimientos científicos podrían acabar en la basura

Pese a ello, hay motivos para inquietarse: los grandes logros de la ciencia podrían quedar relegados de manera imperceptible al olvido histórico. A lo largo de los últimos siglos, la ciencia se ha liberado de la asfixia teocrática y ha desarrollado lo que podríamos llamar “el Método”. Se trata de un formidable sistema de convenciones sobre la observación, la experimentación, la comparación, las mediciones, la falsificación, la revisión y la divulgación del saber que permite transformarlo en aplicaciones técnicas y sociales concretas. A la criptociencia ese sistema le importa un bledo y así es cómo la ciencia moderna se convierte en víctima del populismo. Corresponde a los políticos defenderla y no ceder a la tentación de seguir los instintos de la multitud en cuanto surgen problemas.

DEBATE

El escepticismo es la clave de la ciencia

Mis amigos no científicos están empezando a preguntarme “¿Qué le ha ocurrido a la ciencia?”. Revelaciones sobre el deshielo de los glaciares, correos electrónicos poco fiables sobre el calentamiento global y otras historias semejantes han creado la impresión en algunas personas de que la ciencia está patas arriba. Por supuesto, las cosas no son así y todo sigo como siempre pero este fenómeno subraya dos aspectos importantes de la comunidad científica y de la ciencia. En primer lugar, que en el gremio científico, al igual que en cualquier otro —conductores de autobús, abogados y albañiles— hay un poco de todo. La mayoría de ellos son del montón, una minoría son genios, otros son un poco duros de cascos y también los hay deshonestos. En segundo lugar, que la propia ciencia se malinterpreta a menudo. Dicho más claramente, en palabras de Richard Feynman, ganador de un Premio Nobel: “La ciencia es un grupo organizado de expertos que duda de la veracidad de la opinión experta”.

Los científicos no tienen todas las respuestas, pero sí tienen una manera de averiguarlas y el hecho de que nuestras luces se enciendan, de que nuestros ordenadores “ordenen” y nuestros teléfonos móviles telefoneen se encuentran entre los innumerables recordatorios del día a día de que el método científico funciona. Al igual que el resto de las personas, los científicos tienen debilidades humanas y son susceptibles a la moda y a la ortodoxia. No obstante, a medida que pase el tiempo la ciencia se irá corrigiendo a sí misma porque alguien tendrá el valor de desafiar la opinión existente y ganará la discusión, siempre que tenga suficientes pruebas. La opinión existente en muchas áreas de la ciencia incluirá importantes incertidumbres (como ocurre con el cambio climático), por lo que los desafíos son una parte fundamental del progreso del conocimiento. La afirmación de que los glaciares del Himalaya se derretirían en los próximos 30 años es un ejemplo de esta auto corrección. No fue puesto en evidencia por comentaristas externos, sino desde el interior de la propia comunidad, no invalida las conclusiones centrales de la existencia del cambio climático como consecuencia de la acción del hombre, y el error que cometió el Presidente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático fue desestimar este desafío sin haber estudiado las pruebas. John Krebs, The Times (extractos)

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