Un ataque contra lo que queda del inconformismo en una ciudad apagada. Así califica Respekt la intervención de la policía checa, que el pasado 30 de junio vació Milada, la última casa okupa de Praga. Símbolo de la subcultura en trance de desaparición para unos, desprecio a los que pagan impuestos para otros, Milada divide a la prensa checa. La polémica se ha avivado cuando el ministro de Derehcos Humanos, el rockero y ex activista contre el régimen comunista Michael Kocáb vino al socorro de los esquatters para ofrecerles cobijo en un inmueble del centro de Praga pour un alquiler simbólico de una corona. Paradójicamente, esta acción «humanitaria» ha conducido a un fin un poco grotesco del «skating» en la República Checa, lamenta el semanario de Praga.

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