
La periodista y ensayista canadiense Naomi Klein, conocida por haber publicado No Logo (Booket) y La Doctrina del Xoc (Labutxaca)) acaba de publicar un nuevo libro: Doppelganger. Un viaje al mundo del espejo (Paidós). En esta entrevista concedida a Reporterre, un medio francés independiente especializado en ecología, la periodista y ensayista cuestiona a la izquierda estadounidense: “Debemos centrarnos en políticas ecológicas que también sean políticas de redistribución económica”.
Foto: Vera de Kok - Wikipedia CC BY-SA 4.0
Reporterre: ¿Cómo analiza usted la victoria de Donald Trump?
Naomi Klein: La derecha conecta mejor con las clases trabajadoras que la izquierda o los liberales. Esto debería ser una verdadera llamada de atención y hacernos pensar en cómo se percibe el discurso progresista: elitista, desconectado y sin un plan para ayudar a la gente. Siempre he creído que era posible diseñar una estrategia política que abordara la crisis ecológica y al agravamiento de las desigualdades. Pero no es así como las izquierdas han dado forma a su política climática. Estamos asistiendo a un hartazgo de los trabajadores que tienen la impresión de que estos temas son un lujo del que no pueden preocuparse.
¿No está dispuesta la izquierda socialdemócrata a emprender este camino y hablar con la gente?
Esto es un fracaso de la izquierda en su conjunto, no solo del Partido Demócrata (que no es de izquierdas, sino que más bien representa al establishment). El ala del Partido Demócrata afiliada a Bernie Sanders ha sido completamente marginada. Debido a su ausencia, la izquierda se ha dividido en pequeñas facciones muy agresivas que se atacan unas a otras. No han creado un movimiento benévolo capaz de atraer a los trabajadores, como sí lo consiguió la campaña de Trump, que atrajo a muchas personas de izquierdas, trabajadores y con necesidad de albergar una esperanza económica.
Es una paradoja, porque el mundo de Trump es el de los superricos, de Elon Musk y de muchos multimillonarios.
El Partido Demócrata tiene la fama de ser más elitista que el Partido Republicano, que es una mezcolanza de ricos voluntariamente groseros y otros más accesibles, en contacto con las clases trabajadoras. Elon Musk interactúa con los usuarios de Twitter, mientras que los demócratas ricos no hablan con nadie fuera de sus círculos. En 2016, escribí que el Partido Demócrata es como una fiesta a la que no te han invitado. Son una superélite que montó un espectáculo y pensó que los trabajadores participarían en él. Pero la gente se sintió insultada y excluida. Y así es como eligieron a Trump.
No cabe la menor duda de que el Partido Republicano está al servicio del dinero. Y no por ello ha sido condescendiente con los trabajadores, como ha podido serlo el Partido Demócrata. Además, las expulsiones masivas prometidas por Trump no son solo una política racista, sino también una política económica en el sentido de que promete una redistribución de la riqueza a la clase obrera, de la misma manera que los fascistas presentaron el antisemitismo como una redistribución de la riqueza. Esto es lo que Trump dijo a los votantes negros y latinos: “Estos inmigrantes os están quitando vuestros puestos de trabajo, los vamos a eliminar para que podáis tener más empleos”. Es horrible, pero es importante entender que hay una lógica económica detrás de estos votos.
¿Cuál debe ser la estrategia de las izquierdas y los ecologistas?
Es preciso comenzar por el análisis sincero de la forma en que se nos percibe. Debemos centrarnos en políticas ecológicas que también sean de redistribución económica, que demuestren muy en concreto que no es necesario elegir entre medioambiente, familia y dinero. Debemos luchar en pro de la gratuidad de los transportes comunitarios públicos y por las bombas de calor para toda clase de usos, reduciendo así el consumo de energía al subir o bajar la temperatura ambiente en las viviendas. Podemos tener políticas verdes que sean políticas que hagan la vida mucho más llevadera. Necesitamos un populismo ecológico, un ecopopulismo.
Otra dificultad es que Trump y la extrema derecha aceptan plenamente la mentira; los hechos ya no son elementos sobre cuya base se puede discutir.
Nadie está completamente comprometido con la verdad. Todos elegimos nuestras fantasías. El peso de la realidad ecológica, económica y militar hace que estos tiempos sean muy difíciles de soportar. Así que todos vivimos en nuestras burbujas y proyectamos sobre nuestros oponentes todo lo que no soportamos en nuestro bando.
Pero es cierto que hay un enfoque cada vez más creativo de los hechos por parte del Partido Republicano. Estamos sufriendo los efectos de una estrategia que la derecha viene aplicando desde hace cincuenta años y que ha destruido el ecosistema de la información. Por eso hablo de cosas como el transporte público, el precio de la calefacción, el precio de los productos alimenticios... Cuanto menos entremos en debates abstractos sobre las causas del cambio climático, mejor.
“El populismo tiene que ser redistributivo, en respuesta directa a las necesidades económicas de la gente.”
Cuando se habla de populismo ecológico, que es una palabra muy fuerte, ¿se quiere decir que hace falta tomar las armas del adversario, su retórica, ser incluso más brutal?
Para mí, el populismo no es una palabrota.
¿Cómo definiría usted el populismo?
El populismo tiene que ser redistributivo, en respuesta directa a las necesidades económicas de la gente. Bernie Sanders es un populista económico porque habla de redistribuir las riquezas, centrándose en el aumento de los salarios, en la atención sanitaria universal, en los servicios que respondan directamente a las necesidades de la gente. Esto es ridiculizado por el centro tildándolo de populista. Al contrario, yo pienso que deberíamos abrazar estos conceptos. ¡Es bueno ser populista!
A principios de los años 2000 hubo Foros Mundiales, como el de Porto Alegre en Brasil. ¿Es imaginable intentar reponer a cero la situación, empezando por la ecología? ¿Cómo hacer que renazca un gran movimiento popular? ¿Es esto un sueño?
No es un sueño tan lejano. Puede haber otra ola que capture y dirija esta energía. La gente está encolerizada. Entienden que sus condiciones de vida son cada vez más difíciles y estresantes. Sienten que el sistema está trucado. El populismo de derechas toma esta cólera y la dirige hacia las personas más vulnerables, convirtiendo a los inmigrantes en chivos expiatorios. El populismo de izquierdas intenta dirigir la energía popular contra las grandes empresas y las élites. Pero esta energía ha sido cooptada por Steve Bannon [ex mano derecha de Donald Trump], Giorgia Meloni [presidenta del Consejo de Ministros italiano, de extrema derecha], Marine Le Pen…
La amenaza militar parece estar aumentando en todo el mundo. ¿Cómo afrontarla?
Trump la alimentará. Quiere más gasto europeo en armas. También es una invitación a la izquierda para invertir en asistencia sanitaria y vivienda en lugar de hacerlo en militarismo. Y esto es una elección difícil. ¿Vamos a fabricar bombas o a construir hospitales?
¿Cuál sería la respuesta de la izquierda a esta pregunta? ¿Deberíamos aumentar nuestros gastos militares?
No, pero sí que podríamos invertir en una economía que brinde una esperanza de paz con la Tierra y entre nosotros mismos. Trump está ofreciendo como señuelo un mundo en el que invertiremos en armas ofensivas y una cúpula de hierro global. Nuestras fronteras estarían así protegidas contra los efectos de nuestras políticas y frente a la inmigración masiva... Podría haber otra visión para la izquierda populista, centrada en la guerra climática y la injusticia económica.
La inteligencia artificial ha pasado a ser el motor del capitalismo. ¿Cómo va a cambiar el paisaje político y cuál debería ser la respuesta de las izquierdas y de los ecologistas?
Debemos identificar las fallas en la coalición creada por las derechas, que tiene muchas vulnerabilidades. Una es que Trump ya está hablando de invertir en inteligencia artificial, pero eso contradice lo que Bannon y las nuevas figuras de derechas están diciendo sobre el colapso espiritual. Las izquierdas no parecen estar dotadas para hablar de este sentimiento de deshumanización del mundo. Se trata de una cuestión climática, de derechos laborales, pero también es una cuestión espiritual sobre la que debemos hablar más.
👉 Artículo original en Reporterre
🤝 Este artículo se ha publicado en el marco del proyecto colaborativo Come Together
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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