Vuelta al pasado. Escena de la película Good Bye Lenin.

Nostalgia comunista en las calles

Veintiún años después de la reunificación alemana, numerosas calles y plazas de la extinta RDA siguen llevando el nombre de personajes del régimen comunista. Una tolerancia que es difícil de comprender para antiguos disidentes y para un periodista de Gazeta Wyborcza.

Publicado en 4 enero 2012 a las 14:15
Vuelta al pasado. Escena de la película Good Bye Lenin.

"Nuestra sociedad solo está parcialmente 'descomunistizada' ", afirma el disidente de Alemania del Este Wolfgang Templin. Esta denuncia va más allá del mero hecho de que en las poblaciones alemanas, tras la época de la RDA, numerosas calles ostenten todavía el nombre de Rosa Luxemburgo, la célebre revolucionaria que murió en un levantamiento obrero en Berlín en 1919. El verdadero problema se plantea con personajes como Ernst Thälmann, jefe del Partido Comunista alemán, fusilado en 1944 en el campo de concentración de Buchenwald, o con Wilhelm Pieck, el primer [y último] presidente de la RDA.

"Estoy dispuesto a tolerar a Rosa Luxemburgo, porque en su biografía hay páginas gloriosas. Pero Thälmann fue un fiel apparatchik de Stalin y Pieck contribuyó a crear el Estado de terror que fue la RDA. Es como si en la Polonia de hoy en día existiesen calles Wanda Wasilewska [el escritor polaco y después soviético, coronel del Ejército Rojo] y Bolesław Bierut [el primer líder de la Polonia comunista de la posguerra]", añade.

¿Cuántas calles comunistas quedan en el territorio que ocupó la RDA? Ni las autoridades regionales ni los ayuntamientos tienen estadísticas al respecto. En 2006 los investigadores del museo de la Stasi de Berlín, tratando de considerar la magnitud del fenómeno, concluyeron que hay miles de nombres de calles que escaparon al proceso de "descomunistización". De hecho, el nombre de Thälmann figura en 613 plazas y calles y el de Pieck en 90 localidades. Estos dos personajes están arropados por decenas de otros apparatchiks de segunda fila de esa misma época. Sin olvidar, por supuesto, a Marx y a Engels que, además de las decenas de calles que ostentan sus nombres, tienen erigido un monumento en el centro de Berlín.

Impensable en Polonia

Varios cientos de calles conmemoran todavía "la amistad" y "la paz" entre los países socialistas. Alrededor de 90 calles todavía están dedicadas a los pioneros del comunismo y una cincuentena a la Sociedad de la Amistad Germano-Soviética, que desapareció, sin embargo, hace 21 años…Aún peor es que numerosas calle bautizadas como Otto Grotewohl y Walter Ulbricht, los dirigentes de la RDA responsables concretamente de la cruenta represión de la insurrección obrera de Berlín-Este en 1953, hayan sobrevivido a la reunificación de Alemania.

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Para Hubertus Knabe, el director del museo de la Stasi, constituye un verdadero escándalo que en toda la ex-RDA no haya apenas calles que estén dedicadas a los disidentes que pagaron con su oposición al régimen.

Algo similar sería impensable en Polonia. Allí, desde hace años, el Instituto de la Memoria Nacional (IPN) examina los planos de las ciudades buscando padrinos indignos y exige oficialmente un cambio de nombre. Esto a veces se lleva a cabo con un exceso de celo, como hace dos años, cuando se trató de borrar del plano de su Klimontów natal el nombre del poeta Bruno Jasieński [militante comunista que emigró a la URSS donde fue víctima de las purgas de los años 30].

"En la RDA, existían muy pocas calles con nombres no comunistas”, relata Markus Meckel, disidente de Alemania del Este y último ministro de Asuntos Exteriores de la RDA. “Poco tiempo después de la reunificación de Alemania, los reemplazamos masivamente. Pero el entusiasmo se atenuó rápidamente. Algunas voces de alzaron para decir que será la Historia quien juzgue a los antiguos comunistas. Habíamos llegado a un punto en el que cualquier cambio del nombre de una calle suponía pagar el precio de una verdadera batalla en el seno de la corporación municipal".

Resistencia de la militancia local de izquierda

La resistencia la ejercen principalmente los militantes locales de Die Linke [La Izquierda, en alemán], un partido post-comunista, sucesor del Partido Socialista Unificado (SED). Die Linke es la cuarta fuerza política del Bundestag [Parlamento alemán], y conforma la coalición gubernamental en Brandenburgo, estado fronterizo con Polonia. Sus dirigentes, sobre algunos de los que pesa en su conciencia la colaboración con los servicios de la Stasi, defienden con cuerpo y alma los logros de la Alemania socialista.

La pugna más difícil la plantea la persona de Thälmann, asesinado en 1944 por la Gestapo por órdenes de Hitler, tras 11 años encarcelado en presiones nazis, un destino que le ha concedido el estatus de verdadera víctima del nazismo. "Una víctima, sin embargo, no merece forzosamente ser venerada", defiende Meckel.Pero las autoridades locales y los administradores de inmuebles eluden el asunto. Cuando la cuestión de los honores reservados a los antiguos comunistas se suscitó recientemente en la prensa alemana, el dirigente de la cooperativa de viviendas más importante de Brandeburgo declaró que el asunto estaba cerrado.

"Nada está cerrado. Que todavía haya carteles con esos nombres en nuestras calles es una prueba de que Alemania no quiere saldar sus cuentas con su pasado", comenta el profesor Klaus Schroeder, historiador de la Universidad Libre de Berlín y especialista en la historia de la RDA. Destaca algo aún más grave. "La gente olvida el pasado. No tiene ni idea. Ignoran, por ejemplo, que la plaza de la Unidad, a dos pasos de su casa, conmemora la unificación forzosa con ellos mismos a la que los comunistas sometieron al Partido Social-demócrata al día siguiente de la guerra. La gente piensa que se trata de honrar la unificación alemana", lamenta Wolfgang Templin.

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