Lo que antes era impensable se ha convertido en debatible. Mientras Estados Unidos bajo el mandato de Trump muestra una alarmante simpatía por la agresión de Rusia en Ucrania al tiempo que amenaza el territorio de sus propios aliados, las naciones europeas se están replanteando en silencio sus opciones nucleares. El arsenal estadounidense, desplegado en cuatro Estados europeos y Turquía, ya no parece ser la certeza de antes.
Fisión y fusión en la política alemana
Las emociones más fuertes están lógicamente ligadas, por razones históricas, a la hipotética posesión de armas nucleares de Alemania. Friedrich Merz, líder del partido CDU y ganador de las elecciones, rechazó explícitamente esta hipótesis. En una entrevista con Der Spiegel, afirmó que “Alemania no podrá ni se le permitirá poseer armas nucleares” y señaló la renuncia explícita de Alemania a las armas nucleares en el “Tratado Dos Más Cuatro” sobre la reunificación alemana.
El futuro canciller, al que el politólogo Joseph de Weck del grupo de expertos francés Institut Montaigne describió en Die Welt como el “más gaullista” de los cancilleres alemanes, después de que el hasta ahora político acérrimo atlantista se pronunciara a favor de una mayor autonomía respecto a Estados Unidos en cuestiones de defensa, preferiría dialogar sobre la posibilidad de “compartir armas nucleares” con Francia y Reino Unido, únicos poseedores de armas nucleares en Europa en la actualidad.
Sin embargo, según Merz, un paraguas nuclear europeo debería servir de “complemento” al actual paraguas nuclear estadounidense, que debería conservarse si es posible.
Ya no se puede descartar una fuerza de disuasión nuclear alemana independiente, según expone Fabian Hoffmann del Oslo Nuclear Project. En declaraciones a la emisora bávara BR, el experto en estrategia nuclear sostiene que Alemania debe plantearse seriamente todas las opciones en el actual entorno de seguridad. Aunque el paraguas nuclear francés sigue siendo creíble para Alemania, puesto que cualquier amenaza existencial a Berlín probablemente pondría en peligro también a París, su efecto disuasorio está disminuyendo rápidamente hacia el este.
Según Hoffmann, el arsenal francés actual carece de capacidad para proporcionar una disuasión ampliada creíble más allá de Alemania, Bélgica y Holanda, con lo que se deja expuesto el flanco oriental de la OTAN.
Los límites de la garantía nuclear francesa son aún más profundos, como escribe Claudia Buckenmaier en Tagesschau. A diferencia de las armas nucleares tácticas estadounidenses, que Alemania puede utilizar en virtud de un sistema de doble llave si Washington y Berlín están de acuerdo, Francia solo mantiene armas estratégicas bajo el estricto control de su presidente.
Además, Francia ha protegido celosamente su independencia nuclear. La posibilidad de que Marine Le Pen, que ha rechazado explícitamente la ampliación de la protección a Alemania, se instale en el Palacio del Elíseo, complica todavía más la fiabilidad de París como garante nuclear.
En un giro un tanto sorprendente, varios políticos del partido AfD, de extrema derecha y pro-Trump, han surgido como defensores de una disuasión nuclear alemana, a pesar de la división bien documentada del partido entre facciones prorrusas y pro-OTAN en cuestiones de política exterior, como informa Annika Leister para T-Online. El portavoz de defensa del partido, el excoronel de la Bundeswehr Rüdiger Lucassen, no deja lugar a duda: Alemania necesita sus propias armas nucleares y un servicio militar obligatorio (incluso para las mujeres), lo que exigiría reformas constitucionales. En su opinión, el problema no es la retórica de Trump, sino la excesiva dependencia de Europa respecto a Estados Unidos, que debe llegar a su fin.
Una nueva encuesta de Civey para T-Online demuestra que, aunque la mayoría de alemanes (48 %) sigue oponiéndose a la adquisición de armas nucleares, el apoyo ha aumentado en gran medida en el último año, con una marcada división este-oeste: dos tercios de los alemanes orientales rechazan la opción nuclear, mientras que los alemanes occidentales están divididos casi por igual en esta cuestión.
Reacción en cadena en Europa
“Si Alemania tiene la bomba, también debe tenerla Polonia”, afirma Jędrzej Bielecki en Rzeczpospolita. El comentarista señala la creciente confianza germano-polaca, evidenciada por la discreta respuesta de Varsovia a los ambiciosos planes de Friedrich Merz de ampliar la Bundeswehr y la invitación de Polonia a las tropas alemanas para que ayuden a vigilar su frontera oriental.
Pero este acercamiento tiene sus límites, sobre todo en lo que respecta a las armas nucleares: ningún Gobierno de Varsovia podría tolerar una Alemania con armamento nuclear mientras Polonia siga sin disponer de tales capacidades. La solución de Bielecki es audaz: un programa nuclear coordinado entre las dos naciones, quizás incluso fuerzas nucleares conjuntas. Tal acuerdo, expone, marcaría la reconciliación final entre estos antiguos enemigos.
En WP Wiadomości, Violetta Baran informa de que el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, se ha negado rotundamente a descartar las ambiciones nucleares, señalando que la entrega por parte de Ucrania de las cabezas nucleares soviéticas a Rusia (solo para ser invadida después) demuestra el valor de una disuasión nuclear. Pero sigue siendo cauto y alega los elevados costes de mantenimiento y la necesidad de estructuras de mando sólidas.
En la publicación polaca Newsweek, Slawek Zagorski examina las ambiciones nucleares de Polonia ante los recientes comentarios del primer ministro Tusk y de las encuestas que revelan que el 52,9 % de los polacos apoyan el armamento nuclear. Los obstáculos son enormes, señala: Polonia está obligada por el Tratado de No Proliferación, carece tanto de infraestructura como de material fisible y tendría que hacer frente a costes astronómicos. Su flota de F-16 tampoco tiene capacidad nuclear. Zagorski sostiene que la modernización convencional, desde nuevas fragatas hasta helicópteros y equipamiento militar básico, requiere una atención más urgente. Sugiere que las ambiciones nucleares deberían esperar hasta que las fuerzas convencionales estén a la altura.
El analista militar Lukas Visingr sostiene en iDnes que República Checa debería iniciar un debate serio sobre su futuro nuclear, ya sea dentro de la OTAN o de forma independiente. Señala que, gracias a su amplio programa nuclear civil, el país tiene la capacidad técnica para desarrollar armas nucleares a un coste estimado de unos pocos miles de millones de dólares, una suma que el país podría permitirse. Recuerda la poco conocida historia de las aspiraciones nucleares checoslovacas, incluido el proyecto “Martillo” de los años 90, cuando el entonces jefe de la inteligencia militar propuso la producción de 20 a 30 armas nucleares tácticas como garantía de soberanía para un país que aún no era miembro ni de la UE ni de la OTAN.
Visingr considera más realista la opción de unirse al reparto nuclear de la OTAN, sobre todo teniendo en cuenta la adquisición prevista de F-35 con capacidad nuclear. Subraya que no pide el armamento nuclear inmediato, sino un discurso público sobre la cuestión, para que los ciudadanos no se vean sorprendidos cuando el tema aparezca de repente en la agenda política.
La desaparición del paraguas nuclear estadounidense preocupa en Suiza, donde la neutralidad es parte del ADN del país. “Debemos plantearnos todo y no descartar nada”, escribe Antoine Menusier en el diario digital Watson, donde expone que la política de defensa de la nación alpina necesita una actualización fundamental porque “el escudo estadounidense era un lujo para Suiza, al igual que para todos los Estados occidentales, que le permitía esconderse tras los últimos vestigios de su neutralidad”. Menusier aboga por una mayor cooperación con los países de la UE como término medio entre dos extremos: defensa totalmente autónoma y pertenencia a la OTAN.
De forma similar, Georg Häsler defiende en Neue Zürcher Zeitung una mayor cooperación con los vecinos como única opción de seguridad viable después de que Suiza renunciara formalmente a sus ambiciones nucleares al final de la Guerra Fría, a pesar de que las armas nucleares habrían sido el medio más eficaz para garantizar la neutralidad y la defensa, incluso desde una perspectiva financiera. Según Häsler, Suiza no puede permanecer refugiada en el incierto mundo actual y debe plantearse un escenario de grave amenaza en el que la caída de Ucrania y la posterior reorientación geopolítica de Hungría y Eslovaquia podrían abrir un “corredor tirolés” hacia Suiza.
En colaboración con Display Europe, cofinanciado por la Unión Europea. No obstante, los puntos de vista y opiniones expresados son exclusivamente los del autor o autores y no reflejan necesariamente los de la Unión Europea ni los de la Dirección General de Redes, Contenidos y Tecnología de las Comunicaciones. Ni la Unión Europea ni la autoridad otorgante pueden ser consideradas responsables de las mismas.

¿Te está interesando el artículo?
Es de libre acceso gracias al apoyo de nuestra comunidad. Publicar y traducir nuestros artículos tiene un precio. Para seguir informándote de manera totalmente independiente, necesitamos tu apoyo.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
El evento >
Participa en el debate
Hacerse miembro para traducir los comentarios y participar