París 2024, ¿las Olimpiadas “populares”? 

Calificados en un principio como los "Juegos Olímpicos populares", los JJ. OO. que se celebrarán en París este verano no solo traen consigo un gran negocio, sino también una violencia social generalizada. Una revista de prensa.

Publicado en 21 abril 2024 a las 20:55

Según un sondeo de Viavoice publicado el 25 de marzo, tan solo el 37 % de los franceses afirman esperar con "mucha" o "cierta impaciencia" los JJ. OO. de 2024. París (así como otras ciudades del país, entre ellas Marsella) acogerá los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024 (del 26 de julio al 8 de septiembre).

¿Por qué hay tan poco entusiasmo? 

Cabe señalar –y esto no es una minucia–, que la candidatura parisina fue aceptada en 2017, después de que se retirasen el resto de ciudades en la contienda (Budapest, Boston, Roma), en parte debido al escaso apoyo demostrado por la población en los referendos o consultas populares. La capital francesa, sin embargo, no celebró ninguna consulta: el sociólogo del deporte Michel Koebel habla de ello en esta conferencia.  El consentimiento de la población y la manera en que se mide (¿un sondeo? ¿sobre qué muestra? ¿con qué preguntas?) es una cuestión central, nos recuerda Andreas Rüttenauer en un análisis para tageszeitung con vistas a la candidatura de Múnich para 2036.

La promesa del Gobierno francés era hacer de "París 2024" los "Juegos Olímpicos y Paralímpicos populares". Pero ¿cómo?

Se habló de precios asequibles, pues la mayoría de las instalaciones deportivas ya existían. Angélique Chrisafis en The Guardian recuerda que la ciudad ya cuenta con el 95 % de las instalaciones y no tiene que construir un estadio (a diferencia de Londres en 2021) y que París ya es uno de los principales destinos turísticos del mundo. Además, el territorio elegido para celebrar las Olimpiadas debería poder sacar provecho del acontecimiento.

El Sena-Saint-Denis

De hecho, la mayoría de las instalaciones dedicadas a los Juegos Olímpicos se encuentran en Sena-Saint-Denis, el departamento más pobre de Francia (si no se tienen en cuenta los territorios definidos como "ultramar"): según el último Informe del Observatorio de las desigualdades, el 27,6 % de la población (1,6 millones de personas) vive por debajo del umbral de pobreza.

Sena-Saint-Denis registra varios récords desafortunados, explica Louise Couvelaire en Le Monde: hay menos de todo (menos profesores, jueces, médicos, policías); es el departamento más joven (el 42 % de la población tiene menos de 30 años), el que tiene la tasa de criminalidad más alta y el menor número de graduados. Paradójicamente, también es el más dinámico desde un punto de vista económico, pues algunas de las mayores empresas francesas se han instalado ahí (Veolia, Vinci, BNP Paribas, SFR, el aeropuerto Charles de Gaulle...), aunque la población no aproveche gran parte de esta riqueza. Por ejemplo, el 70 % de los ejecutivos que trabajan en el departamento viven en otros lugares. 


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Angélique Chrisafis nos recuerda también en The Guardian que dos grandes obras en construcción, la Villa Olímpica y el Centro Acuático, se seguirán usando en el departamento cuando terminen las Olimpiadas: una parte de la Villa se convertirá en viviendas sociales y otra se venderá a particulares. ¿El problema? El precio por metro cuadrado es demasiado elevado –7000 euros– para una zona donde el coste medio ronda los 4000, frente a la media parisina de 10 000. Las piscinas se dejarán en manos del departamento, donde este tipo de instalaciones son escasas y la mitad de los niños de unos 10 años no saben nadar. 

Han surgido varias iniciativas en defensa de los espacios verdes de Sena-Saint-Denis, que se han destruido total o parcialmente para hacer sitio a las instalaciones olímpicas, entre ellas Los jardines obreros de Aubervilliers. La periodista Jade Lindgaard, autora de Paris 2024 , une ville face à la violence olympique (Divergences, 2024), lo cuenta en Arrêt sur Images. 

La cuestión de los precios: billetes, alojamiento y transporte

El ejemplo más elocuente es el de las entradas para las finales de atletismo en el Estadio de Francia: 85 euros las más baratas y lejanas, una gama media a 195 euros, y el resto entre 385 y 690 euros, cuenta Mathias Thépot en Mediapart: "Salvo raras excepciones, quienes tengan las entradas más baratas solo tendrán acceso a las pruebas de clasificación, menos interesantes, a localidades a menudo mal situadas en los estadios o a competiciones que tendrán lugar lejos de París". 

¿El coste del alojamiento de los espectadores? En cuanto a los hoteles, dice Aurélie Lebelle en Le Parisien, el precio medio de una habitación doble con desayuno se ha cuadruplicado. En Airbnb, afirma Sud-Ouest, el precio medio de una noche es de 619 euros. 

Mathias Thépot también explica que el transporte público dentro de París debería haber sido gratuito para los poseedores de entradas, como hizo Londres en 2012 y como declaró el presidente del comité organizador de los Juegos, Tony Estanguet en 2021 . En cambio, se ha sabido que entre el 20 de julio y el 8 de septiembre los billetes pasarán de costar 2,15 euros a 4, explica Damien Dole en Libération. La justificación oficial del aumento es para cubrir un aumento del tráfico del 15 %. 

O el capitalismo, podríamos decir. 

"Limpieza social"

La cuestión más problemática y dolorosa es la de los desplazamientos de la población. Como Michael McDougall recuerda en un artículo de 2021 del Washington Post, "Los Juegos Olímpicos son un desastre para la gente que vive en las ciudades anfitrionas; los desplazamientos y el aburguesamiento son la norma".

En París, 80 asociaciones y ONG, reunidas en el colectivo "Le Revers de la médaille" (el Reverso de la medalla) denuncian los desplazamientos de poblaciones consideradas "indeseables": migrantes, personas sin hogar, trabajadores y trabajadoras del sexo: "Los Juegos Olímpicos van y vienen. La experiencia de estos megaeventos deportivos en todo el mundo derivan en la misma conclusión: una limpieza social sistemática", denuncia L'Humanité.

En Mediapart, Faïza Zerouala explica: "El colectivo Schaeffer calcula que más de 4000 personas procedentes de países africanos han sido desplazadas de Seine-Saint-Denis. Las cifras corresponden a las casas ocupadas y a los albergues de trabajadores inmigrantes". Libération informa de la denuncia del alcalde de Orleans, que habla de "500 personas sin hogar" desplazadas de París en el último año.

A esto hay que sumar los aproximadamente 2000  estudiantes, a quienes se les ha pedido que abandonen sus residencias durante el periodo de los JJ. OO., motivo por el cual la oficina del Defensor de los Derechos (el Defensor del Pueblo francés) ha abierto una investigación.

Por otro lado están las aproximadamente 300 familias que  viven en los barrios destruidos para hacer sitio a la Villa Olímpica en el municipio île Saint-Denis. Han sido realojados en otros lugares, pero en muchos casos están demasiado lejos de su anterior lugar de residencia o trabajo. Reuters informa también del desalojo de un edificio ocupado por romaníes también en el mismo municipio.

Jules Boykoff, profesor de Ciencias Políticas en la Pacific University (Oregón, EE. UU.), y autor de What Are the Olympics For ("¿Para qué sirven los Juegos Olímpicos?", Bristol University Press, 2024), explica a Mediapart: "Los Juegos Olímpicos son una máquina que amplifica las desigualdades. [...] Hay algunas tendencias claras [...] en 1988, para los Juegos de Seúl, más de 700 000 personas fueron desplazadas para hacer sitio. Lo mismo ocurrió en Pekín en 2008, con más de un millón de personas desplazadas".

¿Y los costes?

El presupuesto inicial de 6800 millones de euros ascendió primero a más de 9000 millones, para superar luego los 11 000, según la consultora Asterès. También está resultando problemático el sueldo de Estanguet, presidente del Comité: 270 000 euros al año, por los que la fiscalía financiera ha iniciado una investigación. Con todo, Sylvain Bersinger, economista de Asterès en La Tribune, tranquiliza afirmando que esta edición "tiene un coste limitado en comparación con las anteriores".

Los patrocinadores privados cubren una gran parte del presupuesto. Entre ellos figuran EDF, Orange, Accor, Carrefour, BPCE, Sanofi y LVMH. El grupo de lujo de Bernard Arnault, "el hombre más rico del mundo", ha invertido 150 millones de euros.

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