"No nos quedaremos callados" luce en una camiseta junto a unas flores en el lugar en que murió Pavlos Fyssas, en Atenas.

Pavlos Fyssas, los entresijos de un asesinato político (2/2)

En la noche del 17 al 18 de septiembre, el rapero griego fue asesinado por un militante de Amanecer Dorado. Este asesinato marcó la caída del partido neonazi, cuyas connivencias implícitas con el poder y cuyos vínculos con los poderosos armadores se están descubriendo ahora.

Publicado en 1 noviembre 2013 a las 11:05
"No nos quedaremos callados" luce en una camiseta junto a unas flores en el lugar en que murió Pavlos Fyssas, en Atenas.

¿Por qué motivo se volvió Pavlos Fyssas un mártir exactamente? Las letras de sus canciones quizás resulten intrigantes. Sin duda hablan de intolerancia y de fuerzas oscurantistas. Pero no se menciona directamente a Amanecer Dorado. “Por cada dos canciones que se refirieran vagamente a los peligros del fascismo, Pavlos componía cuatro sobre las chicas o la crisis”, confirma su amigo de la infancia Petros Poundivis.
Este gigante, que parece un “M. A. Barracus” griego, también es rapero, miembro del grupo PsyClinic TactiX. Pero ante todo es un obrero. Como lo fue Pavlos Fyssas. Antes de emprender su carrera artística, los dos jóvenes se rompieron la espalda como sus padres en los astilleros de Perama, la gran zona portuaria industrial de Atenas, a la que precisamente se la conoce como “la Zona”. Un gran perímetro cerrado donde los almacenes con muros llenos de pintadas bordean los muelles frente a algunos cargueros oxidados. “Pavlos lo dejó al cabo de cinco años. Es un trabajo duro, con accidentes frecuentes. Pero siempre se consideró como un hijo de la clase obrera. Se negaba a pertenecer a un partido, pero su nombre sigue figurando en la lista de los miembros del Sindicato de la Metalurgia. Aquí era muy conocido, siempre llevaba la voz cantante, siempre dispuesto a hablar para defender a las víctimas de la crisis en el barrio y por ello le asesinaron”, concluye Petros.

Vínculos con los armadores

Muy afectada por la crisis, la Zona sigue siendo el último bastión rojo en una región en la que los neonazis ganan terreno cada día. Perama, Nikaia, Keratsini: los barrios de la región del Pireo han quedado devastados tras seis años de cura de austeridad. “El desmantelamiento de los servicios públicos, los despidos masivos han llevado a la gente a una fase de supervivencia. Un cuarto de los hogares de Perama ya no tienen electricidad, porque no cuentan con los medios para pagarla. Entonces es lógico que algunos se muestren receptivos ante las llamadas de un partido que grita "todos son unos corruptos", que señala a los inmigrantes como responsables y distribuye conservas y pastas…”, comenta suspirando Petros. Por lo tanto, queda la Zona, considerada desde siempre un dominio del PAME, el sindicato cercano al partido comunista KKE, que sigue resistiendo a las presiones patronales. Tres días antes del asesinato del rapero, se produjo un incidente con un gran impacto: la noche del 14 de septiembre, unos militantes comunistas de la Zona se encontraban en la conocida avenida de la Democracia. Pegaban carteles para anunciar un festival, cuando les atacaron de repente unos cincuenta miembros de Amanecer Dorado. “Fue impresionante. Llegaron formando columnas, de todas las calles adyacentes, armados con porras y estacas. También había dos policías en moto, un poco apartados. Ni se movieron cuando cayeron sobre nosotros las porras y las piedras”, explica Sotiris Pulikogiannis, un cuarentón enérgico que dirige el Sindicato de la Metalurgia en la Zona. El resultado fue de nueve sindicalistas heridos, algunos de ellos graves.

“Era la primera vez que se atrevieron a atacarnos tan abiertamente. Pero sabíamos que algo se cocía. En agosto, en pleno periodo de latencia, uno de los responsables locales se arriesgó a venir hasta aquí, a la Zona. Celebró una reunión en la que prometió destruirnos y cazarnos aquí”, cuenta el también sindicalista Thanassis Panagiotopulos. El hombre que lanzaba esas amenazas en agosto, Yannis Lagos, diputado de Amanecer Dorado, hoy se encuentra en prisión. Forma parte de los que se comunicaron varias veces por teléfono con el asesino de Pavlos Fyssas, justo antes y después del crimen. “Todo formaba parte de una estrategia: para acabar con la resistencia a las medidas de austeridad, para eliminar a los que se rebelan, hay que infundir miedo. Aquí todo el mundo conocía los vínculos de Amanecer Dorado con los armadores y los grandes industriales. La prensa reveló sus reuniones más o menos secretas. [[En el Parlamento, los diputados fascistas siguen votando a favor de los armadores y sobre el terreno, son su brazo armado]]”, afirma Thanassis.

“El monstruo acabó saliendo de su guarida”

¿Unas afirmaciones excesivas? A mediados de octubre, una redada en el domicilio de un armador huido permitió descubrir un auténtico museo en miniatura a la gloria del nazismo en una sala secreta. Las investigaciones sobre la financiación de Amanecer Dorado, iniciadas tras la muerte de Pavlos Fyssas, también habrían confirmado la implicación de al menos dos armadores más, patrocinadores habituales de los neonazis.
“Al final el monstruo acabó saliendo de su guarida”, suspira Dimitri Kousouris. Este historiador de 35 años, especialista en la Grecia contemporánea, está más que capacitado para analizar las raíces del mal. Su tesis, que se publicará en breve en Francia, se centra en los colaboradores griegos durante la Segunda Guerra Mundial. Un periodo de la historia aún mal digerida en Grecia donde, justo después de la ocupación alemana, se borraron los horrores del nazismo por la violenta guerra civil entre comunistas y conservadores. Muchos demonios han permanecido ocultos en la sombra gracias a esta memoria ambigua.
Pero para el joven historiador, la muerte de Pavlos Fyssas ha despertado recuerdos más personales: hace quince años, una noche de junio, también estuvo a punto de morir por los golpes de los esbirros de Amanecer Dorado. También se encontraba en un café, también era un símbolo, un joven sindicalista del movimiento estudiantil, entonces muy movilizado contra una reforma educativa. Molido a palos ese 18 de junio de 1998, se debatió varios días entre la vida y la muerte. Como en el caso de Pavlos Fyssas, la policía primero sostuvo que se trataba de una pelea entre jóvenes relacionada con el fútbol. Sólo juzgaron al jefe de sus agresores, un joven líder que entonces pretendía ser la estrella en ascenso dentro de Amanecer Dorado: tras siete años de huida, el que se hiciera llamar “Periandro” en referencia al tirano de Corintio en la Antigüedad, se entregó él mismo a la policía. El proceso judicial se desarrolló con gran tensión y estuvo marcado por las amenazas y las provocaciones de los militantes de Amanecer Dorado. Periandro, condenado a veintiún años de prisión, sólo cumplió cuatro de la condena y fue liberado en 2009.
“La diferencia es que en 1998, Amanecer Dorado aún era un pequeño grupo marginal. Hoy se ha convertido en un movimiento en pleno ascenso", señala el historiador. “Pero no es nada sorprendente: [[en este periodo de crisis extrema, se intensifican la xenofobia, la intolerancia, la violencia, que se han diluido dentro de la sociedad]]. La gente olvida el pasado y ni siquiera puede imaginar el futuro. Lo único que importa es sobrevivir en el presente”.
Pavlos Fyssas tenía un nombre artístico: Killah P., equivalente a kill the past (“mata el pasado”). Pero nadie puede matar al pasado, pues siempre resurge en el peor momento. “Ha llegado la hora de tener miedo”, predijo el líder de Amanecer Dorado Nikos Michaloliakos, la noche de las elecciones de junio de 2012. Esa noche, un nostálgico de la dictadura de los Coroneles y admirador de Hitler, acababa de entrar en el Parlamento.

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