El sureste de Europa sigue siendo un punto caliente para las protestas en masa desencadenadas ya sea por tragedias, como el accidente ferroviario de Tempe en Grecia o el colapso del techo de cemento de la estación ferroviaria de Novi Sad en Serbia, o por desastres políticos como el éxito de Călin Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales rumanas de noviembre de 2024. Pese a este patrón sombrío, estas protestas han recordado a los ciudadanos de toda la región por qué son una de las armas más poderosas de la democracia.
Los desastres, ¿una señal de alarma necesaria?
Después de cuatro meses de protestas en masa tras el trágico colapso de la estación de tren en Novi Sad, el movimiento anticorrupción de Serbia provocó la dimisión del primer ministro serbio Miloš Vučević el 28 de enero. El mes pasado, el periódico serbio Danas destacó la participación de taxistas, actores, presentadores de radioemisoras públicas y granjeros en las muestras de solidaridad hacia los estudiantes que están llevando a cabo las protestas y que además han sido nominados al Premio Nobel de la Paz.
Antes de la dimisión de Vučević, el presidente serbio Aleksandar Vučić, líder del Partido Progresista Serbio (SNS, derecha), declaró que “no estará contento hasta que el último estudiante entre en el aula”, según informa Danas. Después de todo, “¿quién quiere ser feliz cuando los docentes están llevando a cabo una revolución de colores sin éxito y los niños saludan en las calles?”, pregunta el medio de comunicación con un tono sarcástico.
Unos pocos días después de la dimisión del primer ministro serbio, el medio de comunicación serbio Beta citó una declaración de Vučić sobre cómo Serbia estaba siendo atacada tanto desde afuera como desde dentro, aludiendo a un complot extranjero no comprobado con vistas a derrocarlo.
Grecia sigue el ejemplo de Serbia
La dimisión del primer ministro serbio apareció en los titulares de todo el mundo. El periódico griego Efymerida ton Syntakton comparó el accidente de Novi Sad con el accidente ferroviario de Tempe que se cobró las vidas de 57 personas casi dos años antes. Ya sea por coincidencia o no, unos cuantos días antes de la dimisión de Vučević, cientos de miles de griegos de todas las partes del país salieron a la calle para exigir una rendición de cuentas ante el desastre de Tempe. Efsyn cubrió las protestas en vivo. En estas, los participantes coreaban eslóganes como “Me falta el oxígeno” y “Ningún crimen sin castigo”.
Al igual que Vučević, el primer ministro griego de centroderecha Kyriákos Mitsotákis (Nueva Democracia) fue puesto bajo presión. Por ejemplo, cuando el primer ministro visitó un hospital donde trabajaba una enfermera cuya hija fue quemada viva en la tragedia, los doctores le acusaron de ser responsable del desastre de Tempe. Los médicos le gritaron que “sus manos están manchadas de sangre”, citó Efsyn.
El presidente de Rumanía dimite en medio de un ascenso del extremismo
Klaus Iohannis (PNL, centroderecha) se convirtió en el primer presidente rumano en dimitir para evitar ser suspendido por el parlamento. En su anuncio, Iohannis insistió en que no había violado la Constitución al extender su mandato ya terminado hasta la elección del próximo presidente en mayo de 2025, tras las elecciones canceladas del año pasado. El presidente saliente dejó su cargo el 12 de febrero. Iohannis decidió dimitir “para salvar a Rumanía y a los ciudadanos rumanos de una crisis [política]”, anunció el expresidente, según citó Cristian Otopeanu en Libertatea. Actualmente, el favorito de las próximas elecciones es Călin Georgescu, que también ganó la primera vuelta de las elecciones anuladas.
Una encuesta compartida por Alexandra Coșlea y David Leonard Bularca para HotNews.ro muestra que Georgescu obtendría el 37 % de los votos, seguido por el alcalde de Bucarest Nicușor Dan (independiente), con un 21 %, y el candidato de la coalición proeuropea Crin Antonescu, con un 18 %. No es de extrañar que a Georgescu le siga yendo bien, ya que ha estado muy activo en los últimos meses. Por ejemplo, con la ayuda de Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), de extrema derecha, el 10 de febrero, Georgescu instó a sus partidarios a boicotear las grandes tiendas a favor de los productores y negocios locales, acusando a los minoristas de explotar a los consumidores y no pagar impuestos.
“Los precios se han disparado, los salarios son bajos, los productores rumanos están siendo humillados y los hipermercados extranjeros están acumulando enormes ganancias sobre nuestras espaldas,” declaró el líder de AUR George Simion, según citó Oana Ababei en Adevărul. Si bien aún se desconoce el impacto del boicot en Rumanía, los croatas organizaron uno similar el 24 de enero.
Según informan Veronika Koprek y Dora Cimić para el periódico croata Jutarnji List, las grandes cadenas de compras y los hipermercados han reportado una disminución del 50 % en las transacciones en comparación con el viernes anterior, lo que muestra que el boicot ha tenido un verdadero impacto. De acuerdo con la agencia de noticias de Croacia, los ciudadanos gastaron 20 millones de euros menos que antes del boicot.
Georgescu y Dodón quieren partes de Ucrania
En el último mes, tanto el candidato presidencial Călin Georgescu como el líder del Partido de los Socialistas de Moldavia, Igor Dodón, han declarado querer una parte de Ucrania, cual hienas alrededor de un animal herido. “Ucrania es un Estado inventado, no existe”, afirmó Georgescu en una entrevista reciente, según informa Ștefan Borcea para Adevărul. El candidato extremista está seguro al 100 % de que el territorio ucraniano será dividido, y señala que los ucranianos ya perdieron la guerra y que desea el regreso de la Gran Rumanía.
Al igual que Georgescu, el expresidente moldavo rusófilo Igor Dodón quiere un pedazo de Ucrania. “Últimamente, algunos políticos europeos han estado diciendo que ‘una parte de Ucrania es nuestra y otra parte es vuestra’, que están escogiendo sus territorios. Quiero exhortarlos a esto: no debéis compartir lo que no es vuestro”, declaró Dodón, según citó el periódico moldavo de investigación Ziarul de Gardă. Dodón sugirió a la actual presidenta liberal, Maia Sandu, que cualquier ayuda a Ucrania a través de Moldavia debía prohibirse hasta que se cumplan estas condiciones en interés de los moldavos que viven en Ucrania.
Finalmente, si bien las tragedias y las crisis políticas siguen poniendo a prueba a Europa del Sureste, también generan una señal de alarma crucial, una alarma que puede resultar en democracias más fuertes o agravar las tendencias autoritarias, dependiendo de la respuesta de los ciudadanos y los dirigentes.
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